Los 437.500 euros del Millares, marcan la diferencia en Fernando Durán
Reservado por ahora el cuadro de Julio Romero de Torres, la facturación de la sala, cercana al millón y medio de euros, se debió fundamentalmente al coleccionismo de arte contemporáneo
Finalmente, el canario Manolo Millares (1926-1972) se impuso en Fernando Durán con absoluta autoridad, con un golpe de efecto espectacular cuyo eco traspasa las fronteras de la sala, de las subastas, y se prolonga hasta las ventas privadas. En nuestro artículo de previos (ver), comentamos el interés de su obra Homúnculo, 1967 (Tm/arpillera, 100 x 81,5 cm; lote 176), que se salía a pujas por 275.000 euros, una cantidad nada despreciable pues el simple hecho de levantar la mano conllevaba ya el pago de las comisiones e impuestos hasta los 335.500 euros. Sin embrago, la obra despertó el interés de varios coleccionistas -que buscaban no sólo una pieza singular sino un tanto icónica-, por lo que subieron las pujas una tras otra hasta adjudicarse por la friolera de 375.000 euros (sumado ya el premium de la sala y los impuestos alcanza los 437.500 euros), una cifra que señala además la cota más alta del año hasta el momento en nuestro mercado nacional. Enhorabuena desde aquí a la sala, no sólo por conseguir ofrecer la obra sino y sobre todo por su buena venta.
Claro, el problema es que cualquier otra cosa diferente que comentemos, de otras piezas, palidecen ya junto a esa cifra cercana al medio millón de euros. Pero hay que mencionar algunas que muestran la solidez de algunos artistas, aunque su cotización sea menor. Me refiero sobre todo a dos de ellos, de los que también hablamos en el artículo de previos. El primero, la Ventana del Estudio de bolsa, 2004 (O/L, 127 x 77 cm; 175A), de Carmen Laffón, típica vista de paisaje suya, insertada esta vez en una ventana y su pretil, que se ofrecía por 48.000 euros, tras haber pasado por la exposición en la galería de Leandro Navarro. Simplemente hubo dos interesados: el que ofreció los 48.000 euros pedidos y uno más, que llegó a los 50.000 definitivos. No es poco, dados los tiempos que corren y el desprestigio absurdo que sufre hoy día casi cualquier cosa que huela a figuración, aunque sea de lejos, como la producción de la Sra. Laffón, que va mucho más allá y con una calidad que el tiempo sólo ha conformado.
De Jaume Plensa, se ofrecía Sin título, 1981 (hierro y cuerda, 360 x 61 x 58 cm; 179), una interesante pieza única, temprana, realizada con apenas 25 años y lejos aún de su lenguaje final. A pesar de ello, subió de los 40.000 euros de inicio hasta los 45.000 finales, demostrando una vez más la potencia en el mercado del catalán, por el que se pagan ya cantidades importantes incluso por obra de primera época. También, su menor Brother Sister, 2002 (bronce, alambre y óleo, 4/7, 33 x 27 x 5 cm; 163), con letras ya, se adjudicó por los 7.500 euros pedidos. Y de Juan Uslé, su Miradas anónimas, 1992 (acrílico, vinílico, dispersión y pigmentos/L/T, 198 x 13 cm; 129), se adjudicó por los mismos 24.000 euros que se pedían; poco parece…
Interesante me parece también la compra del Estado, que ofreció los 12.000 euros pedidos por un lienzo de 1954 del valenciano Eusebio Sempere, Composición geométrica (80,2 x 64,5 cm; 155), de los pocos lienzos que pintó, muy al principio de su época de París, de la serie denominada familiarmente por él mismo «quesitos». En otra línea renovadora del lenguaje, sobresalió la subida de 5.000 a 10.000 euros de Elle 2, 2007 (O/L, 160 x 130 cm; 96) de Manolo Quejido –en cambio, su Elle 3 de iguales características quedó sin comprador por los mismos 5.000 euros de inicio-, y la venta por los 7.000 euros pedidos del Lampa-Fuateuil, 1976 (O/L, 92 x 60 cm; 106), de Chema Cobo.
En el apartado internacional, sobresalió el peruano Fernando de Szyszlo, cuya Abolición de la muerte, 1988 (O/L, 121,5 x 150,5 cm; 176B), subió también ligeramente, de 28.000 a 30.000 euros. Del polaco Jan Dobkowski, Przenikanie, 1976 (acrílico y pigmentos/L, 41 x 33 cm; 100), suplicó su valor, subiendo de 4.000 a 9.250 euros. Por sus salidas se vendieron: del holandés Jan Dibbets, por 7.000 euros, Ten Windows, 1997 (conjunto de diez fotografías sobre papel Kodak Ektacolor Ultra II, 10/40, firmada cada una, 60 x 60 cm c/u, 177), y de la suiza Elisabeth Charlotte Rist, conocida como Pipilotti Rist, por 6.000 euros, Homo watching Blütensaub, 2005 (video still, impresión e inyección de tinta, 5/5 +2AP, 115 x 137 x 3 cm; 128).
Si retrocedemos ya al inicio del siglo XX dos obras más llamaron la atención. La primera, la ligera subida de 18.000 a 22.500 euros del lienzo de Daniel Vázquez Díaz, Mujer del campo, 1925 (O/L, 136,5 x 125 cm; 13) que, dada su calidad, pienso que merecía alguna puja más. Y la segunda, los sorprendentes 20.000 euros que un coleccionista ofreció por Palomar con caldero (O/L, 84,1 x 108,3 cm; 11), del padre de Pablo Picasso, José Ruiz Blasco, que estuvo expuesto en la muestra de 2004 y 2014 en la Casa natal, Fundación Pablo Picasso.
Y en el apartado de pintura antigua y del siglo XIX, dos datos, a la espera de poder aumentar la información. El primero y más esperado, referente al lienzo del cordobés Julio Romero de Torres, Aprendiendo a leer, 1904/6 (/O/L, 115 x 96 cm; 1116), la sala comenta que «está reservado, en una venta prácticamente segura, aunque efectivamente no está vendido aún». Sería, desde luego, una gratísima noticia su adjudicación por los 90.000 euros pedidos…
La otra, ya del pintor preciosista Luis Álvarez Alcalá, el remate por los 25.000 euros pedidos de su lienzo fechado en 1900, Salón de juego (O/L, 70,5 x 108 cm; 1016). Daniel Díaz @Invertirenarte