La transgresión de Huguette Caland en el Reina Sofía
La exposición de la artista libanesa Huguette Caland: Una vida en pocas líneas, que se abrió ayer en el Museo Reina Sofía, permanecerá abierta hasta el 25 de agosto y es la primera retrospectiva en Europa dedicada a una creadora que desafió las convenciones estéticas, sociales y sexuales de su tiempo y de los diferentes lugares en los que trabajó. La ambiciosa muestra, organizada en colaboración con el Museo Deichtorhallen, Hamburgo, reúne aproximadamente 300 obras, muchas inéditas, entre dibujos, pinturas, textiles y collages, procedentes de Europa y Estados Unidos. Está comisariada por la historiadora del arte contemporáneo Hannah Feldman, de la Cátedra Keith L. y Katherine Sachs de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de Pensilvania.
Huguette Caland (Beirut, 1931-2019) era la hija única del primer presidente de la República Libanesa independiente, Bechara El Khoury. En la capital del Líbano inició sus primeros estudios de arte, aunque vivió gran parte de su vida adulta en París y Los Ángeles, retornando a su Beirut natal en sus últimos años. Una constante en su vida fue luchar por su libertad, tanto en la vestimenta como en el arte, amar como quería y ser madre del mismo modo. Fue una mujer poco convencional, lo que la llevó a una búsqueda sostenida y a profundizar en la comprensión de la interacción social.
Como ocurrió con otras mujeres en esas décadas de los 60, 70 y 80 del pasado siglo tardó en que se aceptara su lugar como artista, aunque hoy pero su obra se encuentra hoy ampliamente reconocida y presente en las colecciones de los grandes museos de arte contemporáneo del mundo: Hammer Museum y LACMA de Los Ángeles, el MoMA y el MET de Nueva York, la Tate Modern o el British Museum de Londres, entre otros.
Precisamente muchos de esos museos internaciones han prestado algunas de las obras que conforman la retrospectiva en el Reina Sofía, aunque al menos 33 obras de su época de juventud y de los últimos años, presentes en los museos de su ciudad natal, no han podido viajar por el conflicto bélico que vive su pequeño país por la invasión de Israel. Una de esas obras, Una vida en pocas líneas, es la que da título a esa exposición.
La comisaria Hannah Feldman ha organizado la muestra de forma cronológica y recursiva, de forma que avanza y vuelve, una y otra vez, a tiempos de su pasado. Las piezas ocupan 12 salas de la cuarta planta del edificio Sabatini y ese recorrido permite que los visitantes descubran progresivamente las diferentes fases artísticas y personales por las que atravesó la artista durante casi seis décadas. Beirut es punto de origen y de conclusión.
Las obras interaccionan con los lugares en los que Caland desarrolló su prolífica obra: los tumultuosos años del Beirut posterior a la independencia, pero anterior a la Guerra Civil, el liberalismo utópico del París de los años setenta y ochenta y la decadencia bohemia de la escena artística de Los Ángeles, concentrada en Venice Beach, en los años noventa y primeros años del nuevo milenio.
Huguette Caland vivió en estrecho contacto con la política a gran escala, y aunque personalmente se mantuvo al margen, siempre estuvo expuesta, y no necesariamente por el hecho de que su padre fuera el primer presidente tras la independencia del país, y su marido, con quien tuvo tres hijos, era hijo de una figura de la oposición que favorecía el mandato francés.
En 1969 fue cofundadora de Inaash, una ONG que hasta hoy continúa ayudando a las mujeres palestinas de los campos de refugiados libaneses a sacar provecho de las labores tradicionales del bordado palestino, llamado tatreez, que, junto con otras formas de bordado, están presentes como motivo en muchas de sus obras.
La artista consideraba que su medio de expresión no residía en las herramientas convencionales del artista, es decir, pintura o lápices, sino en sus encuentros con amantes, amigos, familiares, culturas, artistas y escritores, e incluso paisajes inanimados. Caland transmitió en su obra y en sus hábitos cotidianos los imperativos de la libertad y la liberación sexuales, el desprecio lúdico de las normas sociales. Sus composiciones, que abarcan múltiples géneros y formatos —pintura, dibujo, escultura, collage, escritura y diseño—, trazan un cuidadoso desarrollo entre la comunicación y la sublimación provocadora. La artista, que una vez quiso ser escritora, dominaba el árabe, el francés y el inglés, así como su propio lenguaje de formas y la iconografía pictográfica.
Desde sus más célebres series, como Bribes de corps, pasando por sus particulares caftanes, hasta otras obras menos conocidas como sus numerosos autorretratos. La muestra revela, más que una evolución estilística de los diferentes momentos formales de la obra de Caland, una serie de recursos y estrategias plásticas construidas sobre colores y formas, líneas y retículas, o repetición de figuras, pero también sobre las palabras y letras que pueblan su obra.