La presencia de la escultura en la obra de Picasso
Dentro de la conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento de Pablo Picasso, el Museo Guggenheim Bilbao en colaboración con el Museo Picasso Málaga ( donde ya se presentó desde la primavera al verano de 2023 aunque con ligeras variaciones) han organizado la exposición Picasso escultor. Materia y cuerpo, comisariada por Carmen Giménez con el apoyo de Lucía Agirre. Reúne más de medio centenar de esculturas que el genio malagueño (1881-1973) realizó entre 1909 y 1962, subrayando su dedicación sostenida a esta disciplina plástica junto a la pintura, el dibujo, el grabado o la cerámica. La muestra se abre al público mañana y permanecerá abierta hasta el 14 de enero de 2024.
Esta disciplina, la escultura, quizá sea una de las menos conocidas en la creación ingente de Pablo Picasso. Sin embargo, él consideraba a la altura de las demás porque además le permitía crear con libertad sus formas, experimentar con muchos materiales, ya fueran la madera, el hierro, el yeso, el cemento, el metal o el bronce, trascendiendo las dos dimensiones y con formatos que le ayudaban a expresar diferentes momentos de su pulsión estética.
En la presentación Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim Bilbao, dijo que era la primera exposición que el museo dedica a Picasso y agradeció tanto a los gobiernos francés y español, a la familia Picasso, a Telefonica y a Carmen Gimenez por su relación con el Guggenheim y porque todas las muestras comisariados por ella han tenido un carácter escultórico.
Carlos Alberdi, comisionado de la Celebración del 50 Aniversario de la muerte de Picasso, dijo que además del programa expositivo tan ambicioso desarrollado en España, Francia y resto de Europa, está celebración tiene un componente de investigación que culminará en un Congreso en la UNESCO a finales de año con aportaciones académicas.
Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista, recordó un libro de Apollinaire que se llamaba El poeta asesinado, donde uno de los personajes podía ser Picasso y mencionó que en dicho libro ya se hablaba de » una escultura en vacío».
Por su parte, Carmen Gimenez, dijo que esta muestra para ella era un sueño y como hicieron Vidarte y Alberdi recordó a José Guirao, fallecido el año 2022 cuando era el Comisionado, que fue quien le propuso el proyecto, centrándonos en el cuerpo humano para permitirnos mostrar la escultura desde esa temática. Y subrayó que el Museo Guggenheim es un lugar ideal para instalar escultura, los rostros, las cabezas, las manos, la serie de los bañistas,, y el uso de tantos materiales muchas veces combinados para dejarnos la impronta de su genio creador.
Las más de 50 esculturas que conforman la exposición están diseminadas por ocho galerías del museo, siguiendo el criterio expositivo de Carmen Giménez, que sigue un orden casi cronológico. El recorrido comienza en la sala 205 con una pieza muy simbólica como La dama oferente, uno de los dos ejemplares fundidos en bronce en 1972 o 1973, a partir de esa figura que realizó Picasso en yeso hacia 1933, aunque cuatro años más tarde la presentó vaciada en cemento en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París (1937) junto al Guernica.
La dama oferente es una figura femenina monumental, toscamente modelada y con algunas partes del cuerpo desproporcionadas, que sin embargo por ello recuerda a las diosas de la fertilidad de la Antigüedad. El yeso de 1933 fue destruido al fundir esas dos piezas de bronce casi 50 años después, y del ejemplar de cemento presentado en París (1937) se ignora su paradero actualmente.
En la siguiente galería, la 206, cuando estaba el Cubismo en pleno auge podemos admirar el modelado de la cabeza de su compañera Fernande Olivier, que Picasso transformó sus rasgos en facetas geométricas que condensa y torsiona hasta logarar un efecto muy similar al que había en su pintura cubista.
Precisamente esa necesidad de trascender las dos dimensiones llevó a Picasso a una innovación en el uso de diferentes materiales y técnicas industriales hasta lograr algo muy difícil en el terreno escultórico: «dibujos en el espacio» como lo denominó su galerista Daniel Henry-Kahnweiler. Un ejemplo quizá fue el encargo que le hicieron para hacer un monumento a su amigo, el poeta Guillaume Apollinaire.
Picasso en 1928 hizo algunos bocetos de figuras humanas a través de siluetas geométricas. Posteriormente buscó el consejo de un escultor tan experimentado como Julio González para que le ayudara a trasladar los diseños a la escultura, aunque finamente las piezas no se llegaron a ubicar en la tumba del poeta muerto en la I Guerra Mundial.
Poco después, Picasso compró una casa normanda del siglo XVIII y aprovechó los establos para montar su taller, un amplio espacio para poder desarrollar su obra escultórica. Fueron años donde el yeso fue uno de sus materiales predilectos y como ya le pasara anteriormente la mujer era fuente de inspiración para él. En ese caso fue Marie-Thérèse Walter con los tres bustos presentes en la sala 207. Algunas de ellas como ya ocurrió con La dama oferente, son obras hechas en yeso en Boisgeloup hacia 1931, como en Cabeza de mujer, abril-julio de 1937, a partir de un yeso original en yeso en 1931 con ese volumen compacto, donde destaca un cuelo muy estilizado, una nariz sobredimensionada y un ojo esférico, entre otros rasgos.
El yeso tan frecuente en la década de los años 30 le permitía trabajar con sus manos y extraer texturas, dada la ductilidad del material. Testimonio de ese proceso fue el trabajo con el fotógrafo Brassaï, quien legó para la posteridad con su cámara la monumentalidad de las esculturas de Picasso.
En la sala siguiente, la 209, podemos observar una serie de esculturas blancas de diferente escala, con el protagonismo de Marie-Thérèse Walter, o bien esos pequeños bañistas e yeso con minúsculas cabezas y exuberantes volúmenes contorsionados que vuelven a recordarnos deidades de la fertilidad en la Prehistoria.
En esa línea pero con alguna variación llama la atención en la misma galería Cabeza con casco (1933), una escultura de bronce en el que llama la atención el gran penacho que remite a la antigüedad grecolatina. Picasso experimentó con materiales y elementos como tuberías, malla de gallinero o clavos, mientras en Mujer con follaje (1934) incluyó ladrillos y cartón corrugado para representar esa pseudo diosa de la agricultura.
Durante la ocupación alemana Picasso se quedó en París, aunque estuvo vigilado y amenazado por la Gestapo, ya que algunas de sus obras eran consideradas como arte degenerado. Fue un tiempo de escasez en todos los sentidos y algunos materiales como el bronce eran muy difíciles de conseguir.
A pesar de ello y de la dificultad para exponer su obra, Picasso se creció en la adversidad y de ese período nos legó algunas de sus mejores obras como Cabeza de mujer (1941), un busto monumental inspirado en Dora Maar, donde nuevamente hay un eco que nos retrotrae a la Antigüedad; una pieza como El Cráneo(Cabeza de muerto), hecho dos años después, una cabeza en descomposición como respuesta a lo que acontece en la guerra.
Tres años después de terminar la II Guerra Mundial se instaló en Vallauris, cerca de Cannes. Un período muy fértil en el que alternó con la pintura, la escultura y la cerámica, pero donde él fue encontrando objetos desechados que él usó para sus esculturas como Mujer encinta (1950), que coincidía con los embarazos de Françoise Gilot, donde empleó jarras de agua para el vientre y los pechos modelando lo demás de la pieza. Más tarde la fundió en bronce y le añadió ombligo, los pezones y unos pies que conferían solidez a la pieza.
En la galería 202 se exhibe un conjunto escultórico monumental, Los bañistas, Cannes (1956), a partir del ensamblaje cubista de sus inicios. Son seis esculturas en bronce de diferentes dimensiones, aunque inicialmente usó palos de escoba, marcos, trozos de muebles y otros objetos encontrados. Cada una de las figuras tiene su propia personalidad y el hilo conductor tal vez sea la gestualidad de los brazos.
En la penúltima sala, la 204, podemos contemplar Niña saltando a la comba (1950), una obra que su pareja Françoise Gilot menciona en su libro Vida con Picasso: Pablo siempre había soñado con una escultura que no tocara el suelo. Al ver a una niña saltar la cuerda, encontró la solución. Hizo ejecutar una base rectangular en una forja de Vallauris, desde la que se elevaba a una altura de aproximadamente un metro un tubo de hierro curvo que tenía la forma de la cuerda cuando tocaba el suelo. Los extremos de esta cuerda sirvieron de soporte para la niña».
Y en la galería 208, vemos un grupo de obras a base de chapa metálica recortada, doblada y pintada en 1954r, entre ella algunas sobre Sylvette David, a quien había conocido a través de su pareja, Tobias Jellinek, diseñador británico. Junto a Sylvette (1954), Mujer con niño (1961) , donde las chapas de metal se pliegan y retuercen como si fueran de papel para dibujar las formas de las figuras, y les anadió algún toque de pintura. La última obra es Cabeza de mujer (1962), un retrato de perfil de Jacqueline Roque, a la que representa con ojos prominentes, nariz aguileña y una cabellera oscura matizada por hebras de plata. Esta pieza en tres dimensiones es una síntesis entre pintura y escultura, en ese concepto integral del hecho plástico.