La obra maestra del bodegón español en el Prado
El museo acaba de recibir el préstamo de Bodegón con cidras, naranjas y rosa, el único bodegón firmado y fechado en 1633 de Francisco de Zurbarán. Obra maestra del género, esta excepcional pieza permanecerá hasta el 30 de junio en la sala 10 A del edificio Villanueva, en compañía de otras obras de maestro. El préstamo se inscribe en el programa ‘La obra invitada’, una actividad patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado desde 2010.
TEXTO: Fernando Rayón
Sobre una mesa, y ante un fondo oscuro, se disponen un plato de metal con varias cidras, una cesta con naranjas, con sus hojas y sus flores de azahar, y otro plato metálico sobre el que descansan una taza y una rosa. Lo de las cidras es una novedad. Hasta ahora siempre se citaban como limones. Pero al parecer son cidras, una fruta más grande que el limón y más ácida.
Algunos de los elementos del bodegón, como la taza con la rosa o las cidras las repitió Zurbarán en otros cuadros, a veces de manera individual o introduciéndolos en sus composiciones religiosas.
La extraordinaria fama que adquirió esta obra desde que se dio a conocer en 1920 se debe al uso maestro de la escala por parte de Zurbarán, a su precisión descriptiva y a su serena composición. Los objetos se disponen en tres planos ligeramente diferenciados mientras que una luz lateral desde la izquierda los libera de las sombras y define sus volúmenes y texturas.
Mientras en la fruta el pintor dibuja su perfil gracias a la rebaba del color, en la cesta y la taza se impone el extraordinario dibujo. Todo un alarde de técnica y precisión, aunque hoy sabemos gracias a la reciente radiografía del cuadro que, en un principio, pensó introducir otro elemento –un plato de dulces– que finalmente eliminó de la composición.
El silencio y solemnidad de la obra explican que durante décadas varios autores hayan sugerido la posibilidad de que encerrara un contenido sagrado. Así lo apuntó August L. Mayer en 1926.
Pero Javier Portús, comisario de la muestra, descarta hoy esta visión que achaca a lo poco que se conocía entonces de los bodegones y bodegonistas españoles del XVII.
Cuando en 1920 el lienzo se subastó en París y lo compró el príncipe Alessandro Contini Bonacossi, apenas se conocía a nuestros pintores y a sus naturalezas muertas. Precisamente la exposición de bodegones y floreros de 1935 cambió la percepción sobre el género de aquel siglo y empezaron a surgir nuevos cuadros y autores que dibujaron un panorama muy distinto.
La adquisición de la obra en 1972 por 2.725.000 dólares –cifra enorme para la época– para el Norton Simon Museum, y su reciente cambio de criterio en lo que al préstamo de sus obras se refiere, ha permitido un intercambio –Mariana de Austria de Velázquez viajará a Pasadena– y que pueda exhibirse en el Prado junto a otras obras de Zurbarán. Por cierto, que en la misma sala se muestra por primera vez después de su restauración el San Francisco de Paula que compró el Prado por 500.000 euros a finales de 2022. Menos mal que está un poco alejado del bodegón… una comparación imposible.