La ‘huella’ de Bilbao en la obra de Luis Paret
Hoy se ha presentado en la capital vizcaína una singular exposición Luis Paret en Bilbao. Arte sacro y profano, coorganizada por el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Museo de Arte Sacro, con la colaboración de BBK. La muestra, que se presenta en dos sedes y permanecerá abierta hasta el 5 de septiembre, está comisariada por José Luis Merino, conservador de arte antiguo del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y por Juan Manuel González Cembellín, director técnico del Museo de Arte Sacro. Se centra en los trabajos que hizo Luis Paret (Madrid, 1746-1799) y alguno de sus coetáneos durante la estancia de ocho años del pintor madrileño en Bilbao.
En el acto de inauguración han estado presentes, además de los dos comisarios, Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao y presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao; Joseba Segura, obispo de Bilbao; Gorka Martínez, director general de BBK; Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao; Javier Novo, coordinador de Investigación y Conservación del Museo de Bilbao; y Guillermo Barandiarán, presidente de la Fundación Gondra Barandiarán.
Los comisarios han seleccionado más de medio centenar de piezas, entre pinturas, esculturas, obras sobre papel, mobiliario, artes decorativas y documentos, muchas de ellas procedentes de los fondos que atesoran tanto el Museo de Bellas Artes de Bilbao como el de Arte Sacro, pero también de otras procedentes de museos tan importantes como la National Gallery de Londres, el Museo Nacional del Prado y el Museo Cerralbo de Madrid;cde iglesias, colecciones particulares y otras entidades, entre ellas las cedidas por los archivos Municipal de Bilbao e Histórico Foral de Vizcaya, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando o la colección Bilbao Bizkaia Kutxa.
Luis Paret y Alcázar era una figura muy valorada en la escena artística española del último tercio del siglo XIX, pero su amistad y connivencia con la vida licenciosa del hermano menor de Carlos III, el infante don Luis de Borbón, provocó que el rey ilustrado le desterrara fuera de la Corte y cumpliera parte de ese período, alrededor de ocho años, viviendo en Bilbao, entre 1779 y 1787. Junto a su esposa de origen francés Micaela Fourdinier, y posteriormente con sus hijas nacidas en Bilbao, María y Ludovica. En esos años Paret había alcanzado la madurez, como se ve en muchas de las pinturas que hizo en Bilbao, aunque tuvo que adaptar sus temas a los encargos que recibía en la capital vizcaína, por un lado escenas religiosas, alegorías y paisajes de la ría, o la serie de puertos del Cantábrico que pintó para las casas de campo del rey Carlos III, cuyo precedente fue la Vista de Bermeo (1783) perteneciente al Museo de Bellas Artes de Bilbao.
A través de sus cuadros, aunque no solo, se puede visibilizar la transformación que vivieron Bilbao y Vizcaya en la penúltima década del siglo XVIII, período que coincidió con la apertura que supuso la Ilustración, ideario que era consustancial al pintor y eso le ayudó a definir el itinerario estético que reflejan las obras de esta muestra. Un ejemplo de ello fue el retrato que le hizo a Xabier María Munibe, uno de los fundadores de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, un dibujo que más tarde Antonio Salvador Carmona grabaría en una estampa incluida en la exposición.
En el Museo de Bellas Artes de Bilbao cuelgan un total de 26 piezas y una plancha de grabado, de las cuales once son pinturas al óleo y seis obras sobre papel de Luis Paret. Otras nueve son estampas de los artistas José Jimeno, Antonio Salvador Carmona, Juan Moreno Tejada y Juan de la Cruz Cano, este último con una selección de estampas de tipos populares bilbaínos a partir de dibujos de Paret, incluidas en la conocida serie Colección de trajes de España, cedidas por el Museo Vasco de Bilbao.
Dentro de esta selección, casi todas de temática profana, destacan las vistas de El Arenal de Bilbao, del Museo de Bellas Artes y de la National Gallery de Londres, así como de otras localidades cercanas como Santurtzi y Bermeo; los dos elegantes autorretratos del pintor, uno del Museo del Prado y otro de la colección Abelló. Paret se retrató con ropas distinguidas y con un fondo de paisaje marino y se erige con esa composición en el gran representante del estilo rococó en la pintura española. Es original tanto en su disposición como en el cromatismo que confiere misterio a la escena. Además pueden admirarse dos pequeños óleos con los retratos de su mujer y sus hijas, representadas como pequeños amorcillos, una inspiración clásica que también repitió en los dos lunetos que posee el Museo de Bilbao.
Junto a este conjunto pictórico se exponen proyectos decorativos y arquitectónicos relacionados con edificios y construcciones emblemáticas de la ciudad, como los planos y alzados de las fuentes para la plaza de Santiago o para la Plaza Vieja. Esta última, ahora ubicada en la Plazuela de los Santos Juanes, ha sido recientemente restaurada por el Ayuntamiento. Y en esa línea de documento histórico sobresale un dibujo de la Torre de Luchana de la colección Juan Várez (Madrid).
Por su parte el Museo de Arte Sacro expone 27 obras de temática religiosa de Paret y de otros artistas coetáneos: siete pinturas al óleo, once dibujos, un grabado, tres tallas en madera y cinco objetos muebles y de artes decorativas (una capa pluvial y una casulla, un viril, un cáliz y una silla de patrón), así como un documento de la época que deja constancia del cobro de Paret de 12.055 reales por la construcción del monumento de Semana Santa de la iglesia de Santiago.
Estas obras reflejan la evolución de su pintura durante los años en los que residió en Bilbao. Mientras vivió en Madrid se dedicó principalmente a los temas cortesanos, pero al llegar aquí tuvo que buscar una nueva clientela que demandaba, principalmente, retratos y obras de carácter religioso. De este modo se convirtió en uno de los más importantes pintores de asuntos religiosos en Vizcaya durante el último tercio del siglo XVIII, contexto al que también llegaron esculturas de Juan Pascual de Mena –quien vivió en Bilbao entre 1754 y 1756 para trabajar en la iglesia de San Nicolás– y pinturas de Antonio Carnicero o Vicente López, entre otros, en unas ocasiones para decorar capillas privadas y en otras para embellecer iglesias locales. En los dos casos Paret produjo, además de pinturas, trazas para patrimonio mueble –entre ellas, las del altar mayor de la iglesia de Santiago en Bilbao– y para arquitecturas efímeras conmemorativas, como el monumento de Semana Santa para el mismo templo.
Para la capilla del antiguo Ayuntamiento de Bilbao junto a San Antón pintó el lienzo La Virgen María con el Niño y Santiago el Mayor (1786) y para el sagrario de la iglesia de San Antón El Divino Pastor (1782). Mantiene en estas obras del Museo de Bellas Artes de Bilbao el delicado cromatismo y el gusto por el detalle que también son patentes en la Virgen con el Niño (1786), cedida por la colección Abelló (Madrid).
Entre los trabajos de artistas coetáneos a Paret destacan la estampa Nuestra Señora de Begoña (1782) de Antonio Salvador Carmona, a partir de un dibujo de Paret, conservada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid); el lienzo Inmaculada Concepción (1769) de Antonio Carnicero, del Museo de Arte Sacro de Bilbao; o la talla Cabeza de San Juan Bautista (1754-1756) de Juan Pascual de Mena, también en ese museo.
Con esta exposición también se celebra el 275 aniversario del nacimiento de Paret y se recoge una iconografía relevante de su obra y una cartografía para la el arte y la historia de Bilbao y Vizcaya. No en vano conviene resaltar la contribución que el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha tenido para un mejor conocimiento del pintor, tanto por las adquisiciones y donaciones de obras del pintor, del que el Museo posee ocho obras, así como por las exposiciones y ediciones de libros que han hecho posible ahondar en la importancia de su talento en la escena plástica de los últimos años del siglo XVIII.
Los organizadores han programado una serie de actividades complementarias, que van desde un itinerario urbano, guiado o no, por el Casco antiguo de Bilbao para explicar la transformación de la ciudad en ese período; y una travesía fluvial por la ría para contemplar la fuente de San Antón o los cuadros Vista de El Arenal de Bilbao y Vista de Olabeaga, así como los muelles, casas y los vecinos que las habitaban.