La Fundación de Amigos dona al Museo del Prado su primer Ramón Casas

La Fundación de Amigos dona al Museo del Prado su primer Ramón Casas

La Comisión Siglo XIX de la institución hace posible que la pinacoteca reciba el Retrato de Pablo Bosch, quien fue Vocal de su Real Patronato.

El Museo Nacional del Prado vuelve a ver enriquecidas sus colecciones gracias a la Fundación de Amigos que, en esta ocasión, ha donado el Retrato de Pablo Bosch de Ramón Casas.

Tal y como han declarado, ha sido “la generosidad de los 48 miembros” que integran la Comisión Siglo XIX la que ha hecho posible que nuestra primera pinacoteca sume a sus fondos su primera obra del artista catalán.

Esta sección de la Fundación de Amigos del Museo del Prado –a la que acompañan la correspondiente a arte virreinal y a dibujos y estampas– vio la luz en 2022 con el fin de “adquirir obras, archivos y otros elementos de artistas del siglo XIX y de fomentar la donación de obras y archivos con estas características”.

Desde entonces, el museo ha recibido varios documentos y obras sobre papel y pinturas de Vicente Palmaroli, Retrato de Carlota Rosales; Rosales, Paisaje; Simonet, Estudio de cabeza de Jesús y Estudio de apóstol para Flevit super Illam; Martín Rico, Una cascada de hielos eternos en Rosenlaui, y Casto Plasencia, La Institución de la Orden de Carlos III para la capilla de la Orden de Carlos III, en San Francisco el Grande.

La relevancia de la nueva donación es doble. Por un lado, se trata de la primera obra de Ramón Casas que entra en las colecciones del Prado (algo llamativo dada la importancia que tuvo el artista catalán a finales del siglo XIX y comienzos del XX).

Por el otro, el retratado es uno de los personajes fundamentales de la historia del museo. Pablo Bosch (Bacerlona, 1841-Caldetas, Barcelona, 1915) fue Vocal del Real Patronato del Prado y miembro del mismo desde su creación.

Ramón Casas. Pablo Bosch. 1905. Óleo sobre lienzo. 61 x 45 cm. Museo Nacional del Prado. Donación de la Comisión Siglo XIX de la Fundación de Amigos del Museo del Prado.
Francisco de Goya. Santa Justa y santa Rufina. 1817. Óleo sobre tabla de madera de cedro rojo. 45 x 29 cm. Museo Nacional del Prado. Legado Pablo Bosch y Barrau, 1916.

Este financiero dedicó buena parte de su fortuna a crear una colección de más de 300 pinturas reunidas en su piso de la calle Serrano y que, a su muerte, donó a la pinacoteca.

Según recoge su testamento legó “todos los cuadros antiguos, hasta Goya inclusive, que conserve a la hora de mi muerte y que el Patronato de dicho Museo considere dignos de figurar en sus salas”.

En 1916 se oficializó la donación de 90 pinturas –que, junto con un gran conjunto de medallas y monedas, es uno de los legados más importantes en la historia de la institución– que se expusieron en dos salas de la planta baja del museo. Entre las más importantes se encontraban las pinturas de artistas de la escuela gótica –poco representada en ese momento en el Prado–, como Lluìs Borrassà, Jaume Huguet y Fernando Gallego.

Pero también había piezas de otras escuelas y cronologías que hasta hoy ocupan un lugar privilegiado en el museo: el San Jerónimo de Marinus Claeszon van Reymerswale, la Virgen de la leche de Luis de Morales, la Coronación de la Virgen y Fraile trinitario o dominico de El Greco, Cristo muerto sostenido por un ángel de Alonso Cano o el boceto de Santa Justa y santa Rufina de Goya.

Martín Rico. Una cascada de hielos eternos en Rosenlaui (Suiza). 1862. Óleo sobre lienzo. 27 x 32 cm. Museo Nacional del Prado. Donación de la Comisión Siglo XIX de la Fundación de Amigos del Museo del Prado.