Käthe Kollwitz: maternidad, dolor y resistencia en el MoMA
El museo norteamericano acoge la primera gran retrospectiva en Nueva York dedicada a esta grabadora, pintora y escultora, una figura clave del expresionismo y muy comprometida con las causas sociales de los siglos XIX y XX. Los visitantes podrán contemplar hasta el 20 de julio una exposición que aglutina los temas más trascendentales en el arte de Kollwitz, como la resistencia de las mujeres y la clase obrera.
Son muchos los autores que han manifestado el sufrimiento y el dolor de la pérdida en sus obras, siendo la Piedad una de sus máximas expresiones e inspiraciones. Con ella se han atrevido Miguel Ángel, Goya, Rubens, Tiziano o Fouquet, pero solo una mujer: Käthe Kollwitz. Esta artista alemana no imaginó la habitual madre joven que lamenta la muerte de su vástago, sino a una anciana devastada que agarra el cadáver de su hijo –de nombre Peter– (en un patetismo cercano a la Piedad Rondanini). De esta forma, la autora talló su propio duelo.
La muerte y la miseria fueron temas que le obsesionaron durante toda su vida, no solo porque vivió la Primera Guerra Mundial, sino también por sus propias vivencias, como la pérdida de varios seres queridos o el ascenso del nazismo. Lejos de acabar con ella, aprovechó esas emociones para crear un arte crítico y comprometido con los problemas sociales de su tiempo.
La exhibición organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York incluye aproximadamente 120 dibujos, grabados y esculturas procedentes de colecciones públicas y privadas de América del Norte y Europa. Buena parte del recorrido se dedica a los retratos que Kollwitz realizó entre 1903 y 1905 sobre las madres de clase trabajadora en Berlín.
Estas mujeres fueron una constante en su vida diaria, debido a la práctica médica de su marido Karl. Como ella misma cuenta en sus diarios: “Cuando conocía a las mujeres que acudían a mi marido en busca de ayuda y, de paso, también acudían a mí, comprendí realmente el destino del proletariado. Problemas no resueltos como la prostitución y el desempleo me atormentaban y preocupaban, por eso sirvieron para incitarme a representar las clases bajas”.
Media figura de una mujer con los brazos cruzados (1905) o Busto de una trabajadora con chal azul (1903) son ejemplos de esta época, en los que la autora dibujaba a las pacientes de la sala de espera o utilizaba como modelos a mujeres de barrios cercanos. Ante todo buscaba dignificar sus figuras y aislarlas de los clichés del siglo XIX, que las representaban como trabajadoras rurales pasivas o en su condición de cuidadora materna.
Su compromiso político le llevó también a realizar una serie de carteles contra la guerra. En 1924, años después de la Primera Guerra Mundial, vió la luz Nunca más la guerra, obra en el que una figura con el brazo alzado parece exclamar la frase que da título al póster. También cabe destacar su Cartel contra el artículo 218, en oposición a la ley aprobada en 1872 que criminalizó y declaró ilegal el aborto en Alemania.
Los cuerpos de las mujeres de Kollwitz son testimoniales, pues los representa cansados, arrastrándose o aferrándose a una vida que huye de la violencia y la miseria. Es como si la pintora se observase a sí misma en cada uno de sus dibujos, buscando respuestas en un mundo hostil, duro y cruel.
En el recorrido por la muestra del MoMA se aprecia cómo en las piezas de la artista pesa más el concepto ético que el estético. Podríamos hablar de un arte moral, donde se aprecia una preocupación por representar la verdad: madres que sostienen a sus hijos muertos de miseria o retratos de familias angustiadas por su situación de desempleo. En Las madres (1918), por ejemplo, un grupo de mujeres unidas por un fuerte abrazo se consuelan mutuamente, mientras protegen a unos asustados niños que asoman sus cuerpos entre los brazos de quienes les dieron la vida.
Con el ascenso de los nazis al poder, Kollwitz fue víctima de la persecución que la dictadura de Hitler llevó a cabo contra los artistas vanguardistas. De hecho, sus obras fueron incluidas en la Exposición de Arte Degenerado que se inauguró el 19 de julio de 1937 en Berlín. Muchas de sus creaciones se perdieron durante los bombardeos de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, cuyo final ni siquiera presenció porque falleció el 22 de abril de 1945.
Ahora, casi 80 años después de su muerte, la exposición del MoMA vuelve a enarbolar la figura de Käthe Kollwitz con una muestra que recoge varias de sus obras más conocidas, poniendo en su lugar a una artista crítica con su época y muy comprometida con los derechos de las mujeres y la clase trabajadora. Nerea Méndez Pérez