Hallazgos ‘entre lo visible y lo invisible’ en Bilbao
Ayer se presentó en el Museo de Bellas Artes una exposición en torno al Estudio, conservación y restauración en el museo, que reúne un amplio conjunto de más de 30 piezas restauradas en la última década gracias al apoyo de Iberdrola, patrono de la institución bilbaína.
Esta presentación contó con la asistencia de Fernando García Sánchez y Ramón Castresana, presidente y director de la Fundación Iberdrola España respectivamente; Carmen Recio, responsable de las Áreas de Arte y Cultura y Biodiversidad de la misma Fundación; Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao; Javier Novo, coordinador de Conservación e Investigación; María José Ruiz-Ozaita, jefa del Departamento de Conservación y Restauración; y Laura Casaus y Elvira Moratinos, becarias del programa Iberdrola-Museo.
Desde 2001 Iberdrola forma parte del Patronato de la Fundación del Museo de Bellas Artes de Bilbao, con dos focos fundamentales: la conservación-restauración de las obras de arte, y la investigación y difusión del conocimiento sobre la colección. Eso está permitiendo descubrir nuevos matices en muchas o en casi todas las obras restauradas de diferentes técnicas, estilos y periodos históricos. Todo ese trabajo de análisis científico redunda en un mejor conocimiento de las piezas para que puedan ser contempladas con otros ojos.
La muestra, titulada Entre lo visible y lo invisible, reúne 35 obras entre pinturas, esculturas, artes decorativas y obra sobre papel –dibujo, acuarela o estampación–, limpiadas y restauradas desde 2013 a 2021. Abarcan una cronología de siete siglos, del XIV al XX, desde un retablo de Pere Nicolau datado en 1398 hasta una escultura de Ricardo Catania de finales de los años 80 del siglo pasado.
En ese largo periplo cronológico encontramos varias tallas policromadas anónimas del siglo XIV, un temple sobre tabla de Nicolás Solana de principios del siglo XV y Festín burlesco de Jan Mandijn, datado en 1550. También se puede ver un grupo de músicos de Pieter Fransz de Grebber, hacia 1620-1623; sin olvidar el tratamiento y limpieza de una maternidad de Ángel Larroque, un óleo de 1895 que, junto al crucifijo de marfil del siglo XVI de un artista italiano, fue donado por la familia Larrea Gayarre al museo.
Otras pinturas que han recuperado su esplendor en los últimos años son el Retrato de la condesa Mathieu de Noailles (1913), un óleo de Ruiz Balerdi, y otro de Vicente Ameztoy, dos piezas de Ibarrola donadas por la familia del pintor y un par de óleos de la donastiarra Marta Cárdenas (uno de finales de los 60 y un tríptico de la segunda mitad de los 80). Las artes decorativas están representadas en un plato de cerámica alfar de Manises de comienzos del siglo XVI y en algunos esmaltes de los hermanos Arrue (Ramiro y Ricardo).
Por último, la obra sobre papel en sus diferentes soportes y técnicas permite a los visitantes contemplar estampas tan singulares como Retrato de Stéphane Mallarmé de Paul Gauguin, El martirio de Santa Catalina (hacia 1498) de Alberto Durero y una acuarela con un diseño de vestuario de Sonia Delaunay datada en 1918; así como un conjunto de dibujos de Joan González, varios grabados de Iturrino y Regoyos, o fotografías de Ortiz Echagüe.