Geometría y Cinetismo: Gego en el Guggenheim Bilbao
El museo bilbaíno dedica una retrospectiva a una de las artistas más significativas del panorama latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX. Su trayectoria se organiza de manera cronológica y temática. Dibujos, esculturas, grabados, textiles o fotografías acercan al público a esta creadora germano-venezolana, a través de los cuales se descubren sus formas orgánicas, estructuras lineales y abstracciones modulares. La muestra, patrocinada por Seguros Bilbao, podrá visitarse hasta el 4 de febrero de 2024.
La alemana Gertrud Goldschmidt (Hamburgo, 1912-Caracas, 1994), más conocida en el panorama cultural como Gego, nació en el seno de una familia judía. Su dedicación al arte fue tardía, cuando ya contaba con 41 años. Antes se había formado como arquitecta e ingeniera, pero la persecución nazi la obligó a emigrar y establecerse en Venezuela en 1939. Reconocida como una de las artistas más significativas de la escena Latinoamericana de su época, el museo Guggenheim Bilbao le dedica ahora una exposición retrospectiva que ha titulado Gego. Midiendo el infinito y que recorre su producción durante más de cuatro décadas.
A lo largo de su extensa carrera, Gego pasó por distintos contextos artísticos a través de los cuales interactuó y también rompió con movimientos internacionales presentes en el continente americano como la abstracción geométrica o el arte cinético, algo que refleja bien el Guggenheim. La muestra se aproxima a ella a través de unos 150 objetos que datan de los inicios de su producción en la década de 1950 hasta comienzos de los años noventa: dibujos, grabados, textiles o libros de artista, además de imágenes fotográficas de instalaciones y obra pública, se ordenan de forma cronológica y temática en torno a siete secciones.
El primer bloque se centra en sus primeras creaciones, datadas entre 1951 y 1955 y en las que la abstracción geométrica, caracterizada por el uso de la forma, la línea y el color puros, la impulsaron a un periodo de gran innovación creativa. A partir de 1953 se consagra de pleno a la actividad artística coincidiendo con su traslado a la localidad venezolana de Tarmar. Allí comienzan sus representaciones del paisaje, amén de las formas arquitectónicas.
La exposición avanza a la década comprendida entre 1957 y 1967. Son años en lo que afianza las prácticas de su país de adopción. Además de la geometría, irrumpe en su obra el cinetismo. A este momento pertenecen obras sobre papel y esculturas en las que Gego investiga en torno a las posibilidades espaciales y estructurales de lo que ella misma denomina “líneas paralelas”. Si en lo geométrico destacan sus dibujos sin título, el cinetismo se refleja en esculturas de hierro soldado y pintado que, al ser vistas desde diferentes puntos de vista, generan ilusiones ópticas de vibración y movimiento.
Las dos décadas que van desde 1960 a 1980 suponen lo mejor de su producción. Sus viajes a Estados Unidos son cada vez más frecuentes. Clave son las invitaciones que recibe del Taller de fotografía Tamarind de Los Ángeles, donde va a producir un importante conjunto de estampas y libros de artista.
Además, explora nuevas técnicas y se adentra en la producción geométrica a través de diseños reticulares. El culmen de todo ello se materializa a partir de 1970. De este proceso creativo se muestran tres series de esculturas suspendidas verticalmente en el espacio como Chorros (1970-1974), Troncos (1974-1981) y Esferas (1976-1977).
En paralelo, la muestra explora el interés de Gego por el concepto y el arte de tejer. Si nada más llegar a Venezuela esta había abierto un taller de diseño de muebles, lámparas y alfombras, en su transformación como artista volverá a experimentar con estos materiales a través de patrones muy intrincados. De todas ellas destaca el gran tapiz creado hacia 1987 realizado con hebras de fibra sintética entrelazadas que atraviesan la composición en paralelo y generan motivos abstractos.
Dentro del ecuador de su carrera, la exposición pone el foco en los Dibujos sobre papel (hacia 1976-1988), pues estos componen uno de los conjuntos de obra más complejos de la artista a nivel conceptual. También suponen un punto de inflexión en su evolución, ya que se trata de esculturas minimalistas realizadas con alambre, fragmentos de metal reciclado y herrajes.
Estas obras de Gego cuelgan del techo y de los muros del Guggenheim, creando construcciones geométricas muy variadas que, además, ayudan a modular los espacios en los que se encuentran.
Con todo el bagaje profesional aprendido, la exposición recala por fin en el último ámbito, titulado Tejeduras, Bichos y Bichitos, a través del cual nos acerca a sus años finales (1987-1991). Su avanzada edad la obliga a volver al papel ante la imposibilidad física de manipular materiales rígidos. Las Tejeduras son piezas pequeñas en dos dimensiones realizadas a partir de tiras de papel de diversa procedencia (obras suyas, recortes de revistas o folletos…). Por su parte, Bichos y Bichitos materializan la deformación y el colapso total de la geometría, la forma y la retícula –que hasta entonces habían marcado su trayectoria profesional– partiendo también de materiales recuperados y de descartes de otras obras.
Gego. Midiendo el infinito puede visitarse hasta el próximo 4 de febrero de 2024, está organizada por el Museo Guggenheim Bilbao en colaboración con el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, el Museo Jumex de Ciudad de México y el Museu de Arte de Sao Paulo Assis Chateaubriand-MASP. Ha sido comisariada por Geaninne Gutiérrez-Guimaraes y patrocinada por Seguros Bilbao. También ha contado con la colaboración de la Fundación Gego y de sus directores, Tomás y Bárbara Gunz.