Galdós en su tiempo, de un país y una ciudad
La figura de Benito Pérez Galdós (1843-1920) ahora que se conmemora el primer centenario de su muerte no ha hecho más que agigantarse con el paso del tiempo. Un intelectual comprometido, autor de una obra ingente que despertó la admiración de los creadores de su tiempo pero también de las generaciones posteriores por su maestría narrativa. Ahora la Comunidad de Madrid, dentro del año Galdós, ha organizado con la colaboración de la Academia de San Fernando Galdós en el laberinto de España, una exposición comisariada por el fotoperiodista e historiador Publio López Mondéjar, que incluye alrededor de 140 fotografías, muchas de ellas retratos inéditos del escritor y otras con personas de su entorno y de los escenarios de la ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida, Madrid.
Esta mañana Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid; Fernando de Terán, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; y el comisario han inaugurado en la sede de la Academia esta muestra, que constituye un testimonio gráfico de gran valor porque revela hasta qué punto Benito Pérez Galdós fue amigo de artistas, periodistas, editores y de políticos e incluso gozó de la cercanía de los mejores fotógrafos de la época durante más de 50 años: Franzen, Alfonso y Kâulak, entre otros, atraídos por una personalidad arrolladora. En esta secuencia fotográfica se ve una parte relevante de su vida pero también de la evolución de la fotografía española, desde la época isabelina hasta su muerte y multitudinario entierro en 1920. La muestra se podrá visitar hasta el 3 de enero.
De la importancia de la muestra cabe destacar el esfuerzo del comisario, Publio López Mondéjar, por conseguir préstamos de las fotografías, carteles, fototipias y postales que la componen, rastreando en más de cincuenta archivos y colecciones públicas y privadas- con mención especial a los archivos familiares de los descendientes de Galdós- de España, Francia, Inglaterra y los Estados Unidos, como el IPCE, la Casa Museo Galdós, la Biblioteca Nacional de España, la Academia Española, la Librería del Congreso de Washington, el Museo Municipal de Toledo, la National Gallery de Washington, la Biblioteca Menéndez Pelayo, el Museo de Historia de Madrid, la Fundación Juan March, la Casa Museo Pérez Galdós de Canarias, el Victoria and Albert Museum de Londres, la Bibliothèque nationale de France, el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, el Museo Nacional de Almagro y Patrimonio Nacional.
El recorrido permite admirar a través de las cerca de 140 fotografías una serie de retratos del escritor a lo largo de su vida, muchos de ellos poco conocidos o inéditos. En algunos de ellos se ve a Galdós rodeado de personas de su entorno familiar y afectivo mientras que en otras imágenes vemos los escenarios en los que transcurrió su existencia, sobre todo en Madrid, una ciudad que no se entendería si muchos de los libros que escribió y en los que dejó una crónica precisa de los ambientes de la ciudad. La singladura vital de Galdós coincidió con la de algunos de los maestros de la fotografía como Laurent, Clifford, Martínez Sánchez, Antonio García, Franzen, Kâulak, Alfonso, Marín, Salazar o Campúa, que no sólo captaron la imagen cambiante del escritor sino también la evolución de la ciudad desde la década de los años 60 del siglo XIX hasta los años de la Restauración y la Regencia, así como los años de la Primera República y otros acontecimientos de la historia de España.
La imagen de Galdós fue cambiando desde su llegada a Madrid en 1862, momento en que le hicieron retratos fotográficos en formato tarjeta de visita, que reflejan su acogedora y elegante presencia, donde el autor de Fortunata y Jacinta posaba ante la cámara con mirada delicada y sencilla, cercana a sus lectores. Poco a poco sus seguidores se familiarizaron con esa figura alta, su poblado bigote negro, encanecido por el paso del tiempo y con esa innata elegancia como le captó Sorolla en un par de retratos, uno de ellos en la Hispanic Society of América con un Galdós ya maduro. En los retratos fotográficos primeros se puede observar cómo le intimidaba la cámara, aunque paulatinamente fue cogiendo aplomo pero siempre transmitiendo una mirada indulgente y respetuosa con los demás.
Uno de los capítulos que aborda la exposición son esos retratos de los personajes que tuvieron protagonismo en esos años decisivos de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX y así queda recogida la imagen de Isabel II, Amadeo de Saboya, Emilio Castelar, los generales Espartero, Cabrera, Serrano y Prim, Alfonso XII, la reina María Cristina de Habsburgo y Alfonso XIII, pero también escritores como Pereda, Mesonero Romanos y Clarín o músicos como Caballero y Chapí , y otros insignes representantes del teatro, la medicina o el mundo académico.
Se expone también una selección de los reportajes fotográficos dedicados a Galdós en las más importantes publicaciones ilustradas de la época, como La Ilustración Española y Americana, ABC, Blanco y Negro, El Fígaro, Por esos mundos, El Arte del Teatro, Nuevo Mundo, La Esfera, El País y Mundo Gráfico.
La muestra presenta un audiovisual sobre el escritor realizado por la cineasta y especialista en Galdós, Arantxa Aguirre, y cuenta con un catálogo que ayuda a profundizar en el conocimiento de la obra de Galdós, un escritor admirado por Azorín, Unamuno, García Lorca, Aleixandre, María Zambrano, Caballero Bonald y más recientemente Antonio Muñoz Molina.
Precisamente, el académico y autor de El Jinete Polaco escribió:“ Galdós siempre sorprende porque es mejor todavía de lo que uno recordaba. Y quizás ahora estamos en condiciones de comprender mejor su pesadumbre por la áspera intransigencia española, por la terrible facilidad para eliminar los matices entre el blanco y el negro, para dividirlo todo entre ortodoxia y herejía y llamar traición a la templanza”.
Como recuerda Publio López Mondéjar, “Galdós es también el gran cronista de Madrid, una ciudad que amó y conoció como nadie; el creador del Madrid galdosiano cuya vida íntima y pública atraviesa las miles de páginas de sus libros; el escritor que ha pasado a la memoria de la capital como su habitante más ilustre y respetado”. Y añade que “igual que existe un Londres de Dickens, una Lisboa de Pessoa, un París de Balzac, un Dublín de Joyce, existe un Madrid de Galdós. Nunca como en sus decenas de novelas se ha verificado un inventario tan completo y cabal de la vida pública y privada de la capital, de su realidad física e histórica”.