EMMA KUNZ: SANADORA Y ARTISTA
Tabakalera organiza una retrospectiva de la dibujante suiza que es la mayor realizada en España hasta el momento. En ella, podemos ver cómo su trabajo dialoga con el de artistas contemporáneos, algunos de los cuales han creado obra exclusivamente para esta exposición.
«¡Mi obra visual está hecha para el siglo XXI!», afirmaba la propia artista suiza y la muestra Universo Emma Kunz lo confirma. En ella, sus trabajos cohabitan con la producción de 18 autores contemporáneos que se han inspirado en su trabajo a la hora de crear. El resultado son piezas tan dispares como DIVA, la escultura realizada por Nora Aurrenkoetxea —que afirma sentirse próxima a Kunz porque ambas dan importancia al tema emocional y porque los dibujos de ésta le recuerdan a los hilos entretejidos que ella ha utilizado en su pieza— o las capas protectoras que la brasileña Rivane Neuenschwanders ha diseñado a partir de dibujos hechos por niños de distintas edades, en los que les pide que plasmen sus miedos. De esta forma, se acerca a la idea de que el arte puede ser curativo.
Un concepto, este último, muy relacionado con la figura de Emma Kunz (1892 Brittnau, Suiza-1963 Waldstatt, Suiza) y fundamental para entender su obra. De hecho, ella nunca se consideró artista, sino investigadora y sanadora.
Lo cierto es que no fue hasta su fallecimiento cuando se recuperaron sus dibujos y aún tuvieron que pasar diez años para que se pusiera en valor esa faceta creadora. Hoy, 40 de aquellos bocetos se pueden ver en la muestra de Tabakalera, que solo permite acercarse a la autora a través de entrevistas realizadas una década después de su muerte entre quienes la conocieron o trabajaron con ella.
La propia Kunz nunca explicó el significado concreto de sus dibujos ni dejó nada escrito al respecto. Según asegura la comisaria Jasmin Afschar, esto permite hacer una lectura más abierta a interpretaciones de las formas geométricas que pueblan su obra, esa que por momentos recuerda a un caleidoscopio.
Puede que no sepamos a ciencia cierta el significado de estos trabajos, pero sí conocemos el peculiar proceso que seguía su autora. Se valía de un péndulo que le indicaba los trazos que debía realizar sobre el papel, de modo que eran fuerzas invisibles las que determinaban su creación y no la imaginación de la artista. Este es uno de los ejes centrales de su trabajo: deseaba plasmar lo que no vemos pero está; esos movimientos de energía que se producen en todo momento, aunque resulten invisibles a los ojos.
Con dichas fuerzas latentes y su plasmación en el papel ejercía de sanadora; pretendía curar ciertas dolencias de aquellas personas que acudían en su busca para que les ayudase. Para entender mejor estas prácticas, debemos tener en cuenta que la naturopatía era algo habitual en la Suiza rural del momento.
La supuesta efectividad de sus curaciones, unido al descubrimiento del mineral Aion A —que hoy en día sigue siendo un remedio popular comercializado en las farmacias helvéticas—, provocaron que su figura se fuese mitificando. Sin embargo, en ningún momento se pensó en sus dibujos como arte en sí mismo, sino como un instrumento para obtener un fin curativo.
Este aperturismo en el concepto de arte y el caso concreto de Emma Kunz ha inspirado a diversos creadores contemporáneos locales y extranjeros, cuyo trabajo se exhibe también en la muestra de la entidad donostiarra. Autores como Mai-Thu Perret, Agnieszka Brzeżańska, Dora Budor, Florian Graf o Joachim Koester completan el recorrido, que cuestiona las categorías tradicionales del arte.
Universo. Emma Kunz podrá contemplarse hasta el 19 de junio en Tabakalera y está acompañada de un amplio programa de actividades que incluye talleres, conferencias, proyecciones y conciertos. Sofía Guardiola