El Renacimiento portugués, en el Louvre

El Renacimiento portugués, en el Louvre

El museo francés acoge una pequeña exposición sobre el siglo de oro de la pintura lusa gracias al préstamo de trece tablas prestadas por el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa (MNAA). Con ella, Francia amplia el espectro de su interés por el arte portugués, que hasta ahora se había centrado en épocas posteriores. Comisariada por Charlotte Chastel-Rousseau, conservadora del departamento de pintura del Louvre, y Joaquim Oliveira Caetano, director del MNAA, la muestra podrá visitarse hasta el 10 de octubre de 2022.

Desde mediados del siglo XV, el reino de Portugal se reafirmó como una de las grandes potencias europeas. Su expansión marítima por África y posteriormente por el Nuevo Mundo, multiplicaron su riqueza, algo que rápidamente se tradujo en el fasto de su casa real y, por ende, de su producción artística. En el campo de la pintura, esta conoció un importante desarrollo en el que se aunaron las novedades del Renacimiento italiano con las innovaciones del mundo flamenco importadas por artistas como el propio Jan van Eyck, que residió en Portugal entre 1428 y 1429.

A principios del siglo XVI, los reyes Manuel I (1495-1521) y Joao III (1521-1557) patrocinaron importantes empresas religiosas que llevaron a la pintura portuguesa a su máximo nivel. Pero ese esplendor duró poco y finalizó con la anexión de Portugal a la corona Española en 1580 en tiempos de nuestro Felipe II.

Cinco siglos después, el Museo del Louvre pretende recuperar ese brillo en el marco de su interés por enriquecer su, hasta la fecha, escasa colección de pintura lusa, compuesta por unas pocas obras de los siglos XV al XVIII. Para ello ha organizado la exposición La edad de oro del Renacimiento portugués, que inauguró el pasado 10 de junio y que podrá visitarse hasta el 10 de octubre. Ha sido posible gracias al préstamo de trece obras procedentes del Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa, que permiten conocer por primera vez al público francés la producción de artistas como Nuno Gonçalves (activo desde1450-antes de 1492), Jorge Afonso (activo entre 1504-1540), Cristóvão de Figueiredo (activo entre 1515-1554) o Gregorio Lopes (activo entre 1513-1550).

Con esta exposición, Francia vuelve su mirada al arte luso después de aquella que organizó en 1930 en el Jeu de Paume de París para conmemorar los grandes descubrimientos y otros acontecimientos hasta el siglo XX. Es cierto que en las últimas décadas ha habido muestras como las del Petit Palais de 1987 o la del jaquemart-André de 2001, pero ninguna de ellas abordó el siglo XVI y su pintura.

Abre la exposición la pienza más antigua, el San Sebastián de Nuno Gonçalves, al que acompaña el magnífico Buen Pastor de Frey Carlos Frei Carlos. De origen flamenco, fue uno de los principales pintores del primer renacimiento portugués. Profesó como religioso jerónimo en 1517 en el convento de Espinheiro, junto a Évora. También trabajó para otros cenobios de la misma orden, en particular en los de Belén y Santa Marinha. Ambos comparten protagonismo con otros artistas también nacidos en Flandes como Francisco Henriques o el Maestro de Lourinha, que importaron a Portugal el dominio de la pintura al óleo, un nuevo gusto por el paisaje y un gran detallismo a la hora de pintar los tejidos y materiales preciosos.

Nuno Gonçalves. San Sebastián. Óleo sobre tabla. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa © MNAA © DGPC/ADF.
Frei Carlos. Buen Pastor. Óleo sobre tabla. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa © MNAA © DGPC/ADF.
Cristóvão de Figueiredo. Matrimonio de Santa Úrsula. Óleo sobre tabla. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa © MNAA © DGPC/ADF.
Maestro de Lourinha. Conversión del mago Hermógenes por Santiago el Mayor. Oleo sobre tabla. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa © MNAA © DGPC/ADF.
Jorge Alfonso. Adoración de los pastores. Óleo sobre tabla. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa © MNAA © DGPC/ADF.

En torno a Jorge Afonso, que tuvo un papel preponderante en la corte, se formó un grupo de artistas, unidos por lazos familiares, que asimilaron esta nueva forma de pintar y ejecutaron la gran mayoría de retablos encargados por el rey para iglesias y monasterios. El refinamiento de la técnica flamenca se adapta perfectamente a este arte cortesano, pero también se mezcla con un sentido de la narración, a veces cómico, y un gusto por los detalles naturalistas y por la representación de figuras y objetos cotidianos.

De entre todas ellas, llama la atención la tabla anónima del Infierno, cuajada de detalles realizados con una gran precisión, algunos de los cuales acababan de llegar de las tierras conquistadas de América y donde, además, aparecen desnudos, muy escasos en la pintura portuguesa de este período.

Anónimo portugués. El Infierno. Óleo sobre tabla. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa © MNAA © DGPC/ADF.

La edad de oro del Renacimiento portugués ha sido comisariada por Charlotte Chastel-Rousseau, conservadora del departamento de pintura del Museo del Louvre, y por Joaquim Oliveira Caetano, director del MNAA. Os recordamos que podrá visitarse hasta el 10 de octubre de 2022.