El Prado expondrá por primera vez su Crucifixión de Pedro de Campaña
El historiador del arte José Rogelio Buendía (1919-2019) legó en su testamento a la pinacoteca una pequeña Crucifixión del pintor bruselense que formó parte de su colección. Con motivo de la apertura, el próximo lunes, de las sala 52C, dedicada a los leonardescos, podrá verse junto al Descendimiento donado por Plácido Arango y el Autorretrato adquirido en el comercio catalán en 2019.
El Prado ha ampliado notablemente en estos últimos años su colección de pinturas de Pedro de Campaña. En 2015, Plácido Arango donó a la pinacoteca el tondo de Cristo Camino del Calvario (hacia 1547) y el Descendimiento (1570). Hasta entonces solo poseía los Ángeles Músicos, una tabla que había sido donada en 1916 pero que no fue atribuida al pintor hasta 2017. Dos años después compró en el mercado catalán su Autorretrato –gracias al legado de Carmen Sánchez–, que se ha fechado hacia 1550 y cuya atribución se realizó en base al dibujo de Francisco Pacheco.
A los anteriores, hemos de sumar esta pequeña Crucifixión, un óleo sobre madera de roble de 32 x 22,8 cm, que Enrique Valdivieso dio a conocer en su monografía de 2008 [Pedro de Campaña. Sevilla: Fundación Sevillana Endesa, 2008, p. 169] como perteneciente a una colección particular. La obra formaba parte de la colección del historiador José Rogelio Buendía. Fallecido en 2019, legó la pintura al Prado, donde ingresó un año más tarde, si bien hasta la fecha no se ha expuesto.
Respecto a su cronología, Joan Molina, conservador de Pintura Gótica Española del museo, propone que fue realizada hacia 1550 [«Pedro de Campaña. Cristo crucificado». En: Memoria de actividades del Museo Nacional del Prado 2020. Madrid: Ministerio de Cultura y Deporte, 2021, pp. 84-86] y no en el periodo bruselense de Campaña (hacia 1563-1570). La obra será expuesta con un nuevo marco con el que recuperará su formato original.
Con motivo de la apertura y reordenación, el próximo lunes, de la sala 52B y parte de la 52C –la 52A, la sala Várez Fisa, también coge temporalmente una obra–, podrá verse junto al Descendimiento y al Autorretrato. Compartirá protagonismo con la recién restaurada Sagrada Familia de Bernardino Luini y la gran protagonista, la Mona Lisa del taller de Leonardo.
Es esta obra la que articula el nuevo espacio, que reúne la influencia del maestro italiano en la pintura europea de la primera mitad del siglo XVI. Este nuevo discurso expositivo corre a cargo de David García Cueto, jefe del Departamento de pintura italiana y francesa hasta 1800; Ana González Mozo, Técnico superior de museos en el Gabinete de documentación técnica, y Joan Molina Figueras, jefe del Departamento de pintura gótica española.
El contenido se divide en dos bloques temáticos, la influencia de Leonado en la pintura europea –en las salas 52B y C– y los maestros del Renacimiento hispano (en la 52C); a los que se suma temporalmente La Virgen de las Batallas en la sala 52A.
El primero de ellos se centra en el impacto del maestro italiano más allá de Milán, donde residió durante una largo periodo, y de la corte francesa, en la que pasó sus últimos años. En el segundo, los pintores escogidos ilustran pare de lo mejor del arte de la Península en el siglo XVI: Juan Correa de Vivar, Pedro de Campaña, Alonso Sánchez Coello y Blas de Prado, entre otros.
Un nuevo planteamiento que enriquece la narración de un periodo vital para el desarrollo del arte europeo en nuestra primera pinacoteca.