El Museo de Bellas Artes de Bilbao recibe en comodato 54 obras de Max Ernst
El museo ha recibido en comodato un excepcional conjunto de 54 obras de Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, 1976), una de las figuras destacadas del arte contemporáneo, clave en el origen y desarrollo del movimiento surrealista. Y ahora presenta hasta el 30 de junio la exposición Max Ernst. París, 1922-1928. De formación autodidacta, Ernst estudió arte, filosofía, literatura y psiquiatría en la Universidad de Bonn. Joven inquieto se interesó por el cubismo, el expresionismo y el dadaísmo y tras un periplo por Berlín y Zúrich se instaló en París, convirtiéndose en uno de los autores claves del surrealismo, movimiento que abandonó en 1938. Estuvo con Leonora Carrington en un pueblo cercano a Aviñón, luego contrajo matrimonio con la mecenas y coleccionista Peggy Guggenheim y se instaló en Estados Unidos. Posteriormente compartió su vida con Dorothea Tanning en Arizona, antes de regresar a Europa en el primer lustro de los años 50.
En el marco de la sección La Obra Invitada, que patrocina la Fundación Santander, se inscribe la exposición que ha planteado la conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del Museo de Bilbao, Miriam Alzuri, que pone de relieve la originalidad creativa de este autor fundamental del surrealismo europeo.
El depósito -establecido a cinco años- incluye 14 pinturas, 6 dibujos y las 34 fototipias que conforman la célebre carpeta Histoire naturelle. Salvo un frottage fechado en 1957, todas fueron realizadas entre 1922 y 1928, una etapa de experimentación en la que Max Ernst evolucionó hacia propuestas trasgresoras formuladas por el surrealismo. Fue en este contexto y período donde el artista alemán pudo aportar novedades teóricas, técnicas y creativas que hoy son consideradas fundamentales para el desarrollo del arte del siglo XX.
Buena parte de este conjunto -los 14 óleos, cuatro dibujos y dos frottages- al que se han incorporado en préstamo temporal para la exposición una escultura y diverso material documental, conforman esta nueva edición del programa La Obra Invitada.
Las obras proceden de una colección particular de origen español radicada en Londres que fue heredada por su actual propietario, nieto del prestigioso galerista inglés Aram Mouradian (Southport, Reino Unido, 1892-París, 1974). Son las que él compró -directamente al artista y también a terceros- y conservó para sí mismo, y dan buena idea tanto de su predilección por Ernst como de los múltiples intereses del artista alemán.
Aram Mouradian nació en el seno de una acomodada familia de origen armenio dedicada al comercio. Mouradian se instaló en París tras la Primera Guerra Mundial. En 1925 se asoció con el holandés Leonard van Leer para abrir una galería de arte en un local del número 41 de la rue de Seine, que terminaría por ser una de las más influyentes del periodo. El primer nombre de ese espacio fue Van Leer, pero, tras la jubilación de su socio, se cambió por Mouradian y Vallotton y, más tarde, por Les Arts Plastiques et Modernes. Durante casi 50 años la galería fue protagonista de la vida artística parisina contando entre sus artistas con André Derain, Raoul Dufy, Amedeo Modigliani, Chaim Soutine, Francis Picabia, Roland Penrose, Moïse Kisling, Man Ray, Joan Miró y sobre todo Max Ernst, al que cuidó especialmente con la organización de sus dos primeras exposiciones individuales surrealistas en 1926 y 1927.
Precisamente, esta relación primero profesional y después de amistad entre el pintor y el galerista se aborda en el Cuaderno del Museo 4, a través de un texto elaborado por el escritor y filósofo Georges Sebbag, considerado uno de los grandes expertos en el movimiento surrealista.
Entre las obras que Mouradian adquirió a Ernst en 1927 y ahora se exponen se encuentran los dibujos La Belle jardinière (c. 1921-1922), Deux enfants dans une chambre percée (1923) y L’Ombre (1923), y las pinturas Deux jeunes filles en de belles poses (1924), Cage et oiseaux (1924), Les Mains aux oiseaux (1925), Jeunes gens piétinant leur mère (1927), Petit monument aux oiseaux (1927), Forêt et soleil bleu (1927), Forêts-arêtes (1927) o Fleurs-écailles (1928).
Algunas otras piezas fueron compradas a terceros y entre ellas cabe mencionar Danseur sous le ciel (Le Noctambule) (c. 1922), L’Éloge de la folie (1924) y el dibujo original de Les Éclairs au-dessous de quatorze ans (1925), que después se reproduciría en fototipia para la carpeta Histoire Naturelle.
Como se ha recordado a lo largo del pasado año con motivo de la conmemoración del centenario de la publicación en 1924 del primer Manifiesto surrealista de André Breton, los años veinte fueron un periodo de gran efervescencia intelectual y creativa en los que el arte y el mundo de las ideas acogieron enormes transformaciones originadas por la exploración de territorios que, como el inconsciente, los sueños o la imaginación, se situaban más allá de la razón.
A pesar de ser una figura central del surrealismo y de su impronta en el arte español gracias a la difusión de su trabajo en revistas especializadas y a su participación en exposiciones de la época (en el Ateneo de Tenerife en 1935 y en el Museo de Arte Moderno de Madrid en 1936 por iniciativa de su director, el crítico de arte bilbaíno Juan de la Encina), Ernst está escasamente representado en las colecciones públicas españolas. Dos de sus obras se conservan en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y cuatro en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, a las que ahora se suma este extraordinario conjunto depositado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.