El Meadows muestra la conexión entre los Borbones y Pompeya
A través de La herencia del Vesubio compuesto por casi 50 objetos, que combinan material arqueológico romano con pinturas, porcelanas y estampas del siglo XVIII, el museo texano traslada al visitante a los yacimientos de la bahía de Nápoles.
Hace casi 2.000 años –en el año 79 d.C. para ser más precisos–, el Monte Vesubio entró en erupción y sepultó Pompeya bajo enormes cantidades de ceniza y otros productos volcánicos. La misma suerte sufrió la antigua ciudad romana de Herculano, también arrasada durante la explosión. Sin embargo, no todo fue destrucción: de aquella catástrofe sobrevivieron el arte y la cultura material de estas prósperas ciudades de la bahía de Nápoles.
Aunque los yacimientos arqueológicos ya eran conocidos a principios de la Edad Moderna, fue gracias al mecenazgo de los Borbones en el siglo XVIII cuando se llevó a cabo su excavación sistemática. “Los monarcas borbónicos llevaron consigo a Madrid su gusto y, sobre todo, a sus artistas. Allí, los descubrimientos de Herculano y Pompeya inspiraron nuevos estilos y formas en el arte español”, cuenta la directora del Meadows, Amanda W. Dotseth.
Como resultado del interés surgido por la arqueología con las excavaciones de estas dos ciudades, se creó una fuerte corriente artística influida por los restos clásicos rescatados. El ascenso al trono de Carlos III no solo fue la entrada de España al Siglo de las Luces, sino también su introducción al Neoclasicismo.
El recorrido de La herencia del Vesubio –hasta enero de 2025– comienza con una visión general de las principales figuras históricas de la época. Así, se suceden en la sala representaciones de Carlos VII y María Amalia de Sajonia, realizadas por el artista napolitano Franceso Liani; El retrato de un joven Fernando de Anton Raphael Mengs, pintor de la corte de los Borbones; o el paisaje La procesión real de Piedigrotta vista desde el Oeste, de Antonio Joli, que documenta la comitiva real que acompaña a Carlos y Fernando.
Una de las joyas de la exposición es la sala compuesta por una selección de frescos recuperados tanto de lugares públicos como privados de Pompeya y Estabia. Destacan una pintura mural de un lararium (santuario doméstico) y dos frescos, uno de los cuarteles de Pompeya y otro de la Villa Arianna de Estabia.
Aquí también se pueden encontrar varios objetos del Templo de Isis, descubiertos durante los reinados de Carlos y Fernando, así como los frescos que representan paisajes sagrados junto con imágenes de la celebración de rituales por parte de los sacerdotes.
Todos estos hallazgos no serían tan valiosos sin los documentos que catalogaban los descubrimientos de los Borbones, elementos que dotan a la muestra del Meadows de veracidad. Asimismo, se puede ver una copia del plano detallado de los muros de la Villa, los túneles de excavación y los “lugares de hallazgo” de Karl Jakob Weber, junto con fragmentos de la obra ‘La exposición de las antigüedades de Herculano’, encargada por los Borbones.
Los objetos de carácter religioso, las pinturas, las impresiones o los documentos que acreditan las excavaciones en Nápoles y que tanto fascinaron a la familia real son solo una pequeña parte de todo lo que trajeron consigo las erupciones del Monte Vesubio.
La exhibición, que demuestra la influencia de todos estos descubrimientos en el arte de la Corte de los Borbones, cuenta con importantes préstamos de los museos italianos Museo e Real Bosco di Capodimonte o el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, así como del Museo Metropolitan de Nueva York y la Colección Wellcome. Nerea Méndez Pérez