El Estado compra para el Museo Sorolla el lienzo de Segre por 361.710 euros
El Sorolla, fechado en 1894, se adjudicó por 300.000 euros en la licitación de Segre de ayer, se especuló bastante sobre a qué institución iría.
Gran compra, la verdad. Y más si va para el museo Sorolla en este tiempo de aniversarios. En nuestro artículo de previos de la cita (ver), comentamos por extenso la importancia de la obra que subastaba ayer Segre, Trovador callejero. Visita del músico (óleo sobre lienzo, 75 x 100 cm; lote 137), pintado por Joaquín Sorolla (1863-1923) en 1894. Y citamos varios ejemplos de obras pintadas ese año y el siguiente, que mostraban un giro en su producción, pasando de una pintura de corte social a la búsqueda de sus efectos lumínicos tan queridos en un costumbrismo naturalista que despuntará, y será especialmente buscado, en sus obras relacionadas con el mar, las pesca, los pescadores y sus familias.
Pero, claro, el precio que había que pagar no era especialmente barato. Los 300.000 euros pedidos se convertirían de modo automático, nada más levantar la mano, tras la comisión de la sala (17%) y los impuestos (21%), en 361.710 euros finales. Y hubo un coleccionista que estuvo dispuesto a comprarlo, viendo su calidad, tamaño y precio, y dejó una puja por escrito, no sabemos si por más o si sólo por el precio de salida. En la subasta, nadie más osó subir una puja más -que debería haber sido de 305.000 euros, según los criterios escritos-, así que se bajó el martillo y se le adjudicó. Pero el Estado, ejerciendo el derecho que tiene, se hizo con la obra igualando el precio de adjudicación. Así de sencillo. Y da alegría para casi todos, que podremos ver la obra expuesta en el magnífico Museo Sorolla, antigua casa del pintor, aunque haya que contar con la decepción del comprador, que vio cómo en apenas unos segundos pasaba de sus manos a las del Estado.
Ya que estamos en ese mundo naturalista, citemos la esperada subida del lienzo del bilbaíno Anselmo Guinea, un pintor de gran calidad excesivamente desconocido para el gran público (en el ya un tanto lejano 2012, el Museo de Bellas Artes de Bilbao le dedicó una buena muestra individual, ver). Su Pescadores italianos celebrando el día de la Asunción, c. 1880 (O/L, 44,5 x 80 cm; 135), pasó en breve tiempo de unos escasos 5.000 euros de inicio a unos más lógicos 16.000 euros de remate.
Si retrocedemos ligeramente, de Vicente López se ofrecía un buen pastel con trabajo de lápiz previo con un Retrato de militar (43 x 34 cm; 23), subió dada su calidad de unos titubeantes 2.800 euros a los sólidos 13.000 euros de martillo. Buenas compras, todo sea dicho.
Y en el mundo antiguo, para cerrar la sección, se confirmó también la venta de la tabla de Luis de Morales. De su mano se ofrecía un buen Ecce Homo (O/T, 37,5 x 30 cm; 79) por 35.000 euros, y en esa cifra se adjudicó. Da la sensación de un cierto agotamiento en el mercado para este tipo de piezas porque, pensando en la calidad que atesoraba, no habría sido extraña alguna puja más. Pero claro, hablamos de un número de coleccionistas de este tipo de pintura que están en caída…
El siglo XX trajo confirmaciones, sorpresas y alguna que otra decepción, como suele suceder. En el apartado de éxito debemos mencionar, como era previsible, las ventas de Rafa Macarrón, no sé si por convencimiento o por especulación, dado su éxito en el mercado… Su Sin título, 2017 (óleo, acrílico y tinta sobre aluminio, 72 x 48 cm; 434), adquirido al artista por su propietario actual, como el siguiente lote, subió de 16.000 a 36.000 euros, la misma cifra que alcanzó su Sin título, 2021 (pintura flúor sobre papel maché con base de madera, 61 x 90 x 10 cm, si peana; 435), que partía de los mismos 16.000 euros; ambos comprados por un coleccionista que pujaba en la sala. En cambio, sus dos papeles, procedentes de la galería de Marta Cervera, de Valencia, Sin título, 2018 (acuarela y tinta sobre papel, 21,7 x 14,2 cm c/u; lotes 432 y 433), no encontraron comprador que ofreciera los 7.000 euros pedidos, excesivos…
La mejor venta del siglo XX fue a parar a la escultura en bronce y acero del griego Takis; su Señal, insecto y espiral, 1955 (104 cm de altura; 396), se disparó de los 16.000 de inicio a los 44.000 finales, de martillo. Y ya que estamos con extranjeros, mencionemos también la esperada subida del papel del chino Walasse Ting, Desnudo y caballo (acuarela sobre papel, 63 x 97 cm; 431), que pasó de 9.000 a 11.000 euros.
En lo que respecta a los españoles, se adjudicó por los 18.000 euros pedidos el lienzo de Eduardo Úrculo, Viento del sur en el Monte Fuji, 2003 (A/L, 125 x 110 cm; 501), obra del año de su fallecimiento, adquirido directamente al artista por el propietario que lo vendía. Y me alegro también de la subida de 12.000 a 15.000 euros del sencillo papel de Miquel Barceló, Kitchen, 1987 (óleo y acuarela, 35,5 x 43 cm; 403), que muestra -al menos así lo entiendo yo- que hay artistas con predicamento internacional que aunque hayan bajado son un seguro, y los coleccionistas no tienen miedo de comprar obra de su mano. Mientras otros, con precios excesivamente altos que vienen del mercado primario y cuyos propietarios no terminan de fiarse de los especialistas (léase, por ejemplo, el lienzo de Ángela de la Cruz (442) por el que se pedían ya 30.000 euros, la tabla de Miquel Mont (439), por 8.000 euros, o los 28.000 euros pedidos por la pieza de Darío Villalba (477) o los 25.000 por el hierro de Juan Garaizábal (483)), no atraen ni las miradas ni, finalmente, los euros de esos coleccionistas.
En ese sentido, el remate por los 23.000 euros pedidos por el ‘estuche’ de Eduardo Chillida, Más allá, 1973 (libro con los poemas de Jorge Guillén con 32 xilografías (16 sobre papel d´Auvergne y 16 sobre papel Japón Bun Koshi), todas ellas firmadas y numeradas 39/50, Koelen, 73024-73039; 615) es un ejemplo de lo primero, como el dibujo de Miquel Barceló.
Más allá de todo ello, sí se percibe un cierto estancamiento en nuestro país -que obligará a revisar a la baja los precios-, confirmado no sólo por la feria de Estampa de estos días pasados sino también por los informes del año 2022, salidos recientemente, que muestran la desaceleración internacional. La situación mundial es compleja e inestable; la nacional no está clara. Y eso no es bueno ni para el mercado ni para nadie. Daniel Díaz @Invertirenarte