El Estado compra dos paisajes de Barroeta en Abalarte
En la cita de los días 9 y 10 de julio destacaron también los 25.000 euros ofrecidos por la tabla de Correa de Vivar
Cualquiera que haya visitado el Museo del Bellas Artes de Bilbao se habrá detenido, casi con total seguridad, en un pequeño paisaje de formato alargado que muestra el final de la ría de Bilbao, con las montañas al fondo, un caserón en segundo plano y una lavandera que extiende sobre el verde la blanca colada que acaba de realizar. Es la Vista de El Abra de Bilbao desde Algorta (O/L, 25,2 x 48,2 cm; ver y ver), pintada en 1886 por el retratista y paisajista vasco Juan de Barroeta (Bilbao, 1835-1906).
Imagen de un pasado que no volverá, repleta de calidad, fue realizada directamente del natural según los postulados que su autor aprendiera en la Academia de San Fernando del mismo maestro de paisajistas, Carlos de Haes, junto a sus compañeros de caballete Palmaroli, Fortuny y Rosales. Sin embargo, gracias también al magisterio aprendido directamente de Federico de Madrazo, Barroeta fue posteriormente más conocido y reconocido como retratista; no en vano, al volver a su Bilbao natal -tras fracasar en su intento de obtener la plaza de pensionado en Roma-, su labor fundamental fueron los retratos de “múltiples encargos de destacados personajes de la sociedad bilbaína, el infante Alfonso XII y de la Reina Regente María Cristina”.
Abalarte ofrecía dos lienzos de formato mediano: Paisaje con montañas y Playa de Sopelana (49 x 59 cm; lote 1165), firmados y fechados en 1863, poco tiempo después de que Barroeta regresase de la capital tras su aprendizaje con Haes. Antecesores, por poner un ejemplo, de esta Playa de Itzurun, Zumaia, 1880 (acuarela, 28 x 39 cm; ver), estos óleos no pasarán a la historia. Sin embargo, son un buen botón de muestra de su calidad como paisajista, interesado en captar no sólo la vida alrededor de esos parajes sino en las condiciones lumínicas y atmosféricas. Faceta que a día de hoy, pasada y olvidada ya la fama de casi todos sus retratados, se contempla con más interés.
Ofrecidos por 1.800 euros, un precio más que atractivo, dos coleccionistas al teléfono fueron alternando sus pujas hasta adjudicarse por 5.000 euros, la cifra más alta hasta el momento ofrecida en subasta pública, pero asequible para que la representante del Estado alzase su mano y ejerciese su derecho para comprarlas en el último precio. Ahora sólo queda saber si irán al Museo de Bellas Artes de Bilbao o al Museo del Prado, que sólo tiene tres lienzos de su mano y ningún paisaje (ver).
Avancemos. El mercado sigue sorprendiéndonos, al menos al que estas líneas escribe; y con toda honradez lo digo. En el artículo de previos a la subasta (ver), analizamos con especial atención los remates de las obras del toledano Juan Correa de Vivar (ca. 1510–1566) vendidas y no vendidas en los últimos años, tanto en el mercado nacional –Ansorena y Alcalá, Fernando Durán y Segre- como en el internacional, Sotheby’s.
Y dadas las características de calidad, estilo renacentista invocado ya, tamaño y precio de salida, podíamos pensar que los 25.000 euros pedidos por la tabla con la Presentación (89 x 67 cm; lote 102), publicada por Isabel Mateo en su reconocido estudio del pintor editado por el CSIC de Madrid en 1983, Juan Correa de Vivar (págs. 22 y 23), eran un precio atractivo. Quizá lo era, pero el caso es que sólo pujó un coleccionista al teléfono, que se hizo con la tabla por apenas el precio de la salida…
Algo semejante me temo que sucedió con el lienzo del sevillano José Villegas, Interior con antigüedades orientales (O/L, 83 x 62 cm; 160), aunque en este caso tenemos la evidencia de una llamada por teléfono a un coleccionista que no respondía. La influencia de la pintura de pincelada breve de Mariano Fortuny, perfectamente visible no sólo en los platos de cerámica, tapices, telas japonesas y musulmanas, y muebles de tradición renacentista, quedaba perfectamente recogida y asimilada en este lienzo de tamaño medio de Villegas, por el que se pedían 7.000 euros. Dos pujas por escrito hicieron que comenzara por 7.500 euros; como el coleccionista que debía estar al teléfono no respondía y no había interesados en la sala, se adjudicó en esa cifra, que me atrevo a calificar de muy buena compra pues sé, de buena tinta, que el comprador estaba dispuesto a batallar contra gigantes por hacerse con esta tela. Coincidencias que suceden de vez en cuando, que los gigantes no son molinos; y por eso hay que aprovechar esas ocasiones, pujando por si alguno o algunos interesados pinchan ese día.
Por lo demás, la subasta transitó por los derroteros esperados. El primero, el filipino. Un coleccionista filipino se hizo con el Paisaje frondoso con bahay kubo, campesinos y bueyes, 1958 (O/T, 91 x 61 cm; 22) de Romeo Tabuena, por los 11.000 euros solicitados. De su mano, el Álbum con 67 dibujos (30,5 x 23 cm; 20), subió en cambio de 2.500 a 6.500 euros, menos de cien euros cada uno frente a los menos de cuarenta iniciales…
Una puja por escrito ofreció los 9.500 euros pedidos por el retrato de Isabel II con traje de Corte, portando el collar de perlas con la denominada Peregrina (O/L, 102 x 88 cm; 1129), de Federico de Madrazo.
Los dos dibujos de José Gutiérrez Solana se vendieron: por 2.750 euros, El segoviano (23 x 17 cm; 1048), un dibujo directamente relacionado con Trajinantes de Segovia, 1929 o Recadero de pueblo, 1933, que salía por 2.000 euros; y por la salida, apenas 2.500 euros, Nochebuena (18 x 28 cm; 1051), dibujo preparatorio para Nochebuena, 1915. Más de uno en sala se sorprendió de la lógica subida de la acuarela del inglés Apperley, Calle de Granada (17,5 x 12,5 cm; 1013), de los extraños 300 hasta unos relativamente esperados 2.000 euros finales. Y por último, en contemporáneo, de una apenas conocida Maru Oriol (ver), su grupo escultórico de tres tallas en mármol, fechadas en 2010, Litolaxa (el mayor, 43 x 53 x 38,5 cm; 229), se adjudicó también por los 9.000 euros pedidos. Daniel Díaz @Invertirenarte