El Caravaggio del Prado desvela sus secretos
Más de tres meses de trabajo en el taller de restauración del museo han dado como resultado un David vencedor de Goliat más cercano al que pintó el milanés, especialmente ese juego de luces y sombras. Además, han aflorado detalles invisibles tras capas oxidadas de barniz, como la venda en el pie del héroe pastor o las nalgas del gigante.
Cada vez más caravaggios recuperan su esplendor en España. Puede que tengamos pocas obras del maestro milanés, pero lo bueno es que están bien conservadas y recién restauradas. Primero fue Santa Catalina del Thyssen, después la Salomé de Patrimonio Nacional y ahora le ha tocado el turno a David vencedor de Goliat del Prado.
El lienzo ha pasado los últimos tres meses y medio en el taller de restauración, de modo que ahora luce como cuando Il Merisi lo pintó, hacia el 1600.
Cuatro siglos después, la composición recupera su esencia original, especialmente ese juego magistral de claroscuros oculto bajo intervenciones posteriores que lo que hicieron fue acusar las luces y sombras de forma artificial para dar protagonismo al héroe de la historia.
Según explica Almudena Sánchez, restauradora del Museo Nacional del Prado, en el pasado se habían practicado limpiezas selectivas de solo unas partes de la tela –concretamente el hombro y la espalda de David, pero no su cuello–, de modo que se había mantenido el óxido amarillento en algunas zonas de la escena y en otras no. Además, había dejado los personajes en un único plano.
Ahora la tela vuelve a su origen; recupera su luz, su espacio y su volumen. La profundidad del cuadro se hace perceptible gracias a esos detalles del fondo que hasta ahora eran invisibles, como la anatomía de Goliat desplomado en el suelo.
Si antes apenas se apreciaba la cabeza inerte del gigante junto a su torso, ahora se perfila mucho más su cuerpo en escorzo, desde las nalgas situadas en la zona derecha hasta esa pierna que se eleva por la zona superior izquierda (el pie se eliminó en el siglo XVIII cuando se recortó el lienzo).
La restauración también ha permitido recuperar veladuras, carnaciones y los medios tonos con los que Caravaggio construyó las figuras de ambos personajes del Prado.
Durante el proceso de limpieza afloraron detalles ocultos como la luz clara que rodea la cabeza de David –y parece cortada por una diagonal negra– o sus cabellos rojizos, que ahora poseen más matices.
Igualmente, cabe destacar el juego de piernas, brazos y manos que el pintor reparte por los diferentes planos del lienzo. Basta fijarse en cómo el puño derecho del gigante sale por detrás de la pierna del pastor o en la rodilla de este último que se clava sobre Goliat. Y qué decir de las manos de David, con unos dedos entre los que se entrelazan los rizos de su contrincante.
Por cierto, la cabeza del personaje vencido que pintó Caravaggio fue una segunda opción. Como reveló una radiografía hecha ya en los años ochenta y ha corroborado el estudio técnico actual, la primera opción del pintor fue una cabeza mucho más dramática, con los ojos abiertos y gesto de agonía. Una actitud que finalmente fue suavizada. Otro cambio del artista se ubica en la pierna derecha de David, que al principio tenía un vendaje, ¿o una sandalia, quizá?
David vencedor de Goliat es el eje fundamental en torno al cual giran las salas 7 y 7A, donde se encuentra expuesta la obra. Ambas estancias presentan un nuevo montaje en el que David García Cueto, jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800, ha ideado una panorámica del caravaggismo en Europa.
“El eje focal es Caravaggio enfrentado a Crespi”, explica García Cueto, quien añade que la versión madrileña “es la primera de esta iconografía, a la que siguen los cuadros de Viena y de la Borghese, pintada unos nueve años más tarde”.
El caravaggio del Prado restaurado –cuyas obras han corrido a cargo de la Fundación Iberdrola–, descansa junto a pinturas capitales de la colección como La resurrección de Lázaro de Ribera y La Resurrección de Cristo de Pietro Novelli llamado il Monrealese, que hasta hace bien poco colgaba de un despacho del Consejo de Estado. “Este es el colofón a un año muy positivo en el que esperamos acabar con récord absoluto de visitantes”, comenta Miguel Falomir. Sol G. Moreno