El buen cimiento de la pintura
¿El arte vence a la naturaleza? Esta es la pregunta que, planteada por muchos maestros en el pasado, propone Ana González Mozo, Técnico Superior de Museos del Área de Restauración del Museo del Prado y comisaria de la nueva exposición del museo para adentrarnos en ella.
El proyecto se titula In lapide depictum. Pintura italiana sobre piedra 1530-1555 y reúne varios ejemplos del deseo del artista por antonomasia: hacer que su arte sea eterno. Para lograr este objetivo, genios como Tiziano o Sebastiano del Piombo eligieron la roca como soporte de sus pinceladas. Un material sólido y resistente como la piedra no entiende de deterioro por humedad o insectos como lo pueden sufrir la madera y la tela. No obstante, esta técnica presenta sus dos claras desventajas: la fragilidad y la dificultad para pintar. Bien lo supo Sebastiano del Piombo con su falsa Piedad con la Verónica. Los arrepentimientos y correcciones exigidos por el comitente por poco le hicieron tirar la toalla… o el pincel mejor dicho, y dejar que lo terminase otro artista, debido a la dificultad que presenta aplicar un óleo sobre pizarra. No obstante lo terminó, después de casi 7 años de trabajo. La técnica desarrollada por Sebastiano para pintar sobre piedra se consideró “secreta”. Los análisis y la reproducción del procedimiento en el laboratorio han revelado que su clave era aplicar al soporte con calor una mezcla de aceite, resinas y cera fundidos que aseguraban la adherencia del óleo. De Daniele da Volterra, heredero romano de este “secreto” de Sebastiano, sólo se conocen los dos retratos del mismo joven expuestos. Los pintaría simultáneamente y su técnica al trabajar en ellos, pese a su diferente soporte, fue idéntica.
Para lograr los efectos de volumen y carnaciones o las texturas deseadas, estos artistas empleaban técnicas como esta de calentar el aceite u otras más mecánicas como extender la pintura de base con la mano. También aprovechaban las características cromáticas y lumínicas de la piedra para conseguir transparencias, o distintos matices. Así se aprecia en la Dolorosa de Tiziano y en el Coronación de espinas de Bassano.
Las piedras que conocemos como habitual soporte son el mármol blanco y la pizarra, pero la comisaria asegura que había muchos más tipos utilizados para esta finalidad. Los 9 cuadros se acompañan de obras del mundo clásico romano y materiales pétreos en bruto. Así se contextualiza la relación de la pintura con la Historia Natural, la Geología y la Arqueología, que es la naturaleza de esta muestra, y nunca mejor dicho. Por esta inspiración el arquitecto del montaje, Francisco Bocanegra, ha diseñado una estructura de muros escalonados que hacen alusión a los estratos de la tierra, haciendo un guiño a esto último.
Las dos obras de Tiziano y la del taller de los Bassano, conservadas en el Prado, han sido sometidas a un profundo proceso de restauración en el que, gracias al patrocinio de la Fundación Iberdrola España, han participado diferentes especialidades dentro de esta disciplina (pintura, marcos y soporte) para que el visitante pueda apreciar en su plenitud la singularidad de estas obras realizadas al óleo en soportes tan especiales y raros de encontrar en la historia del arte.
Y volviendo a la pregunta inicial de la comisaria, al final de la ponencia en la ruedad e prensa se respondió a sí misma: «En este caso, el arte no vence a la naturaleza, ya que todo el mérito es de la última que nunca perece».
Hasta el 5 de agosto en la sala D del edificio Jerónimos