Las revueltas sociales llegan al Prado
Ausentes de sus salas hasta la instalación de la pintura del siglo XIX, los movimientos y manifestaciones populares han estado desaparecidos de las exposiciones del Museo del Prado hasta hoy. Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910) reúne hasta el 22 de septiembre, en todas las salas de exposiciones temporales casi 300 obras en una muestra que cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA.
Esta muestra es una oportunidad única para aproximarse a las interpretaciones de los artistas de la profunda transformación social experimentada en España entre 1885 y 1910. Después de una larga época de predominio de la pintura de historia como inspiración principal, será la temática de contenido social la que analice los cambios que tuvieron lugar en España en este periodo.
El Museo del Prado ha querido poner el foco en este tipo de obras gracias a su nueva exposición, compuesta por casi 300 obras –con muchas fotografías antes no expuestas– que permiten mostrar la gran variedad de respuestas de los artistas al reto de representar las transformaciones de la sociedad de su tiempo en aspectos hasta entonces apenas tratados.
Es un recorrido que alude al trabajo industrial y el de la mujer, la educación, la enfermedad y la medicina. También a los accidentes laborales, la prostitución, la emigración, la pobreza y la marginación étnica y social, así como al colonialismo, las huelgas, el anarquismo y las reivindicaciones obreras.
Las obras de Regoyos, Sorolla, Nonell, Fillol –incluida la adquisición de El sátiro–, Picasso, Gris y Solana, entre otros artistas, permiten según su comisario Javier Barón –Jefe de Conservación del Área de Pintura del Siglo XIX– que el visitante se aproxime a un fenómeno relativamente breve en el tiempo, apenas 25 años en el quicio de los siglos XIX al XX, pero repleto de alicientes. «La exposición se empezó a concebir hace 11 años, pero solo ahora se ha podido llevar a cabo» de manera profunda y académica, explicó Barón. Arte y transformaciones sociales en España profundiza así en el arte que se desarrolló entre los gobiernos liberales de 1885 y 1910 en los que se produjeron transformaciones decisivas para la modernización del país.
Influidos por la fotografía, los pintores españoles buscaron una objetividad en la representación, adoptando un estilo naturalista, similar al que había triunfado en Francia y en otros países, aunque con una identidad especial en algunas obras gracias al estudio y a la reivindicación de Velázquez como referencia.
Muchas de ellas se presentaron a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, donde una parte importante fue adquirida por el Estado. Por ello, el Prado conserva el conjunto más importante de pintura social en España.
Una veintena de estos cuadros, la mayoría de grandes dimensiones, constituyen el núcleo de la muestra, la primera que la institución dedica a este tema tan relevante. Junto a la pintura también se incluyen esculturas y artes gráficas, así como fotografías, que tuvieron el papel más destacado en la configuración de la imagen de la época e hicieron evolucionar el arte pintado, que buscó nuevas maneras de expresar.
Los asuntos elegidos para articular las secciones que componen el recorrido abarcan diferentes aspectos de la vida contemporánea, incluidos aquellos que, por su carencia de belleza, su supuesta falta de decoro, su aparente trivialidad o su pretendida ausencia de interés, apenas habían sido considerados hasta ahora.
Entre ellos, el trabajo industrial o los accidentes laborales, la prostitución, la pobreza y la marginación, el anarquismo y las reivindicaciones obreras. Otros temas también presentes, pero esta vez con una larga tradición pictórica, son el trabajo en el campo y en el mar, la religión o la muerte, que aparecen aquí bajo un nuevo prisma.
El primer ejemplo importante, y el más temprano, fue Darío de Regoyos. Después de 1900, le siguieron Francisco Iturrino, Ricardo Baroja, Hermenegildo Anglada-Camarasa, Isidre Nonell, Evaristo Valle, Joaquim Sunyer, Pablo Gargallo y José Gutiérrez Solana, entre otros muchos.
Mientras Ignacio Zuloaga y Julio Romero de Torres trabajaron más atentos a ciertos aspectos del pasado, otros autores –muchos catalanes y vascos–, encontraron en aquellas manifestaciones sociales el cauce apropiado para desarrollar sus propuestas con mayor libertad, al margen de la Academia.
Los diferentes tratamientos de los temas sociales que llevaron a cabo los artistas del siglo XX expuestos ahora en el Prado ofrecen una nueva mirada de la sociedad española en un periodo muy concreto, especialmente efervescente, que también hizo evolucionar al arte dentro de nuestra geografía. Roberto Ponce López