ARCO 2024: más mujeres, mucho gran formato y especial atención al Guest Lounge
Vuelve la fiesta del arte y lo hace con retraso. También con alguna novedad. La más inmediata, el cambio de fechas, una iniciativa propuesta por ARCO y seguida por el resto de citas culturales que estos días coinciden en Madrid como una yincana de arte emergente abierta al mundo (que por cierto, coincide con el 8M).
Dice Maribel López que quería evitar la semana blanca y complejizar el montaje de la feria, pero a nadie se le escapa que hasta ahora su cercanía con ZONAMACO y Frieze Los Ángeles eran un handicapp para la feria madrileña. Veremos qué tal le va ahora, que piensa quedarse con las nuevas fechas.
El caso es que ha habido que esperar hasta hoy, 6 de marzo, para ver las novedades de esta 43° edición que se estrena un poco huérfana sin la presencia de Juana de Aizpuru–recién jubilada– y José Martínez Calvo de Espacio Mínimo (fallecido hace unos meses).
Aun así, Ifema ha abierto sus puertas con 205 galerías y muchas ganas de reencontrarse con su fiel público. Porque el visitante de ARCO es ya un fan de la feria que repite año tras año, en invierno o en verano, en busca de las tendencias contemporáneas más establecidas institucionalmente. No en vano la propia directora admite que todos los artistas presentes en Ifema son «museables».
Quizá por eso el pasado martes Manuel Segade, director del Reina Sofía, recorría los pasillos en busca de nuevas piezas para la colección del museo. Evidentemente no es su primera vez en Ifema, pero sí con un presupuesto nacional en el bolsillo. Palabras mayores; el viernes sabremos qué ha comprado. Por lo pronto, le vimos interesándose por unas esculturas de Eva Fábregas.
Pero volvamos a la feria. El recorrido por el pabellón 7 está trufado de nombres que son un must en la mayor cita cultural de la semana contemporánea, aunque muchos de ellos hayan fallecido. Artistas nacionales como Millares, Chillida, Saura, Miró o Picasso, cuyas obras se cotizan en seis o siete cifras. Precisamente ellos son los que acaparan las piezas más caras. Una pintura de Miró de la serie que hizo sobre masonitas ofrecida por Leandro Navarro se vende por 3,3 millones de euros y otro óleo de Picasso cuesta 2,5 millones en Guillermo de Osma.
Capítulo aparte merece la figura de Tàpies, un habitual que esta vez parece más presente que nunca en galerías como Lelong, la recién fundada Prats Nogueras Blanchard o Senda. De alguna manera tiene que notarse que este año se celebra el primer centenario de su nacimiento y que tanto su fundación como el Reina Sofía están aunando esfuerzos por recuperar la figura de uno de los padres del Informalismo español.
De una generación posterior, pero igual de cotizados, son Barceló y Plensa, que tampoco fallan entre los galeristas que apuestan sobre seguro. Cualquiera de sus obras son sinónimo de éxito, aunque las cabezas del catalán ya empiezan a cansar un poco.
Cabe destacar, una vez más, la mayoría de participación internacional (cerca de un 65%). Lógico, cuando se quiere mirar hacia fuera y captar nuevos clientes. Y como los coleccionistas que más están comprando en nuestro país son los latinoamericanos, no extraña que ARCO apueste claramente por ellos, con una sección dedicada en exclusiva al Caribe de la que ya hablaremos más adelante.
Alguien que se está convirtiendo en un clásico de Ifema de un tiempo a esta parte es Fabrizio Corneli en Trisorio, que siempre reserva una pared para sus obras hechas con luz y sombras. Así de sencillo, así de sutil. También destaca la fotografía de Candida Höfer en Helga de Alvear, la deliciosa pieza de pequeñas dimensiones de Blanca Muñoz en Marlborough o Liliana Porter en Espacio Mínimo.
Puede que nadie eche de menos a Eugenio Merino y sus salidas de tono, pero lo cierto es que esta vez hay que buscar mucho para encontrar algo fuera de lo normal (no ya controvertido). Quizá las esculturas de manifestantes apaleados de Kepa Garraza en Álvaro Alcázar o el pasaporte con un feto dibujado de la peruana Daniela Ortiz en LAVERONICA. O puede que la escultura de Manuel, una pieza que ya pudo verse en Ifema en 1983.
Entonces aquella figura que mostraba la fusión de un cuerpo desnudo y otro vestido causó malestar por su contenido homosexual y la organización presionó parte retirarla del stand, pero un asesor de la Tate tuvo la valentía de adquirirla y la salvó de la quema. De Londres pasó a Nueva York, y de allí, de nuevo a manos del artista. La mala suerte quiso que el propietario americano falleciese y su pareja quisiese devolver la pieza a Rodrigo Muñoz Ballester, que volvió a reencontrarse con su amor platónico. «Tardé seis años en hacer la pieza y la tengo mucho cariño. Ha estado durante 18 años a los pies de mi cama, pero ha llegado el momento de despedirse de ella», explicaba el propio autor en José de la Mano. Ha venido con 45 euros en el bolsillo y lo puesto (a veces la vida del artista tiene muy poco de glamour). Espera venderla por 80.000 euros.
La sección dedicada al Caribe supone un soplo de aire fresco en medio de tanto stand laberíntico, pues es un espacio prácticamente diáfano donde se exhiben las propuestas de una veintena de autores (eso sí, no todos caribeños). Algunas piezas seducen, otras en cambio son demasiado pequeñas como para poder competir con la apuesta del propio espacio, donde prima el diseño más que la funcionalidad. El continente por encima del contenido.
Aunque para diseños curiosos, el del Guest Lounge –que parece una especie de chicle interminable, como los boomer–, la zona VIP y las áreas de descanso donde se agrupan también las marcas como Ruinart, Alhambra o Lexus, que exhibe un coche intervenido por Kumano Kodo.
Propuestas de Pedro Cabrita y Simon Fujiwara remiten a pintores clásicos, lo mismo que la peculiar Última Cena con maestras antiguas que plantea Diana Larrea. Ella es una de las mujeres artista presentes en esta edición, que suma hasta un 43% de autoras, con nombres de los más clásicos a los contemporáneos: María Blanchard, Carmen Laffón, Aurèlia Muñoz, Sandra Gamarra, la mencionada Fábregas, La Ribot… Chapas que reclaman el IVA cultural, coleccionistas con dinero en el bolsillo y ganas de gastar, nuevos espacios de gastronomía y hasta un mercado. Todo listo para el pistoletazo de salida de una semana de vértigo que han inaugurado los Reyes esta misma tarde. Sol G. Moreno