Ansorena intenta recuperar la normalidad con clásicos de inicio del siglo XX
La subasta online, a través de Invaluable, tendrá lugar los días 20 y 21 de mayo
La pasada semana, Segre cerró su solidaria subasta online recaudando 288.200 euros para los afectados por el COVID-19; ofrecía 28 piezas (ver). La directora de la sala, Mercedes de Miguel, comentó: “Ha sido un proyecto precioso y muy satisfactorio para nosotros. La respuesta de los coleccionistas, la acogida de la gente que habitualmente no compra en subasta, y su generosidad, han sido extraordinarias”.
Esta vez es el turno de Ansorena. No se trata ahora de algo atípico y solidario, para coleccionistas y generosos donantes que regalan el valor del arte que compran. Se trata simplemente –lo cual ya es mucho- de recuperar, casi dos meses después, su pospuesta subasta de marzo. En ese sentido será, desde luego, un momento muy importante para tomar bien el pulso al maltrecho mercado del arte… A fin de cuentas, en tiempos de crisis o de necesidad los lujos son los primeros en ser eliminados.
La propuesta, como es habitual en Ansorena, es buena; por la abundancia de piezas que se ofrecen y la calidad de unas cuantas. La otra cara de la moneda señala, sin embargo, que la economía se ha contraído, con el parón laboral, los ERTES y la árida perspectiva futura. Y si los compradores se comportan de forma similar –lo cual parece lógico-, me temo que quizá el problema pueda ser el de los precios pedidos, fijados antes del COVID-19…
Hecha esta necesaria puesta en situación, vayamos al grano con la oferta finisecular, interesante por calidad y tamaño, y donde destacan los nombres de Ramón Casas, Joaquín Sorolla, Darío de Regoyos, Eliseo Meifrén e incluso Raimundo de Madrazo. Del primero, Casas, salen a pujas dos interesantes lienzos: el Retrato de Elisa Casas (O/L, 151,5 x 61,5 cm; lote 444), por 80.000 euros, y una atractiva Manola, c. 1915 (O/L, 83 x 65 cm; 445), por 40.000 euros, expuesto en 1961 en la Sala Parés y publicado por Isabel Coll (pág. 380, nº 573). Quizá sea más atractivo para los coleccionistas El hombre con casco (O/L, 77 x 55 cm; 443), de Joaquín Sorolla -con el necesario certificado de autenticidad de Blanca Pons-Sorolla (nº 1744)-, no porque sea mejor sino porque, dado el autor, parecen más económicos los 38.000 euros pedidos de inicio. Retardataria ya era la delicada pintura de superficies aterciopeladas de Raimundo de Madrazo, pero los 15.000 euros pretendidos por su Retrato de dama (O/L, 71 x 57 cm; 453), no hacen justicia a su mejor calidad.
Para terminar esta pintura finisecular, mencionemos aún dos paisajes: el del catalán Eliseo Meifrén, una luminosa Playa con barcas (O/L, 60 x 102 cm; 442), con certificado del galerista Manuel Barbié, por 28.000 euros; y el del asturiano Darío de Regoyos, una visión de la costa de San Vicente de la Barquera, Marina, 1910 (O/L, 46 x 55,5 cm; 446), adquirido directamente al artista, por los mismos 28.000 euros.
Respecto a la segunda mitad del siglo XX, probablemente sea atractivo para los compradores internacionales el lienzo del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, Máscaras. La crueldad. Serie Huacayñan, 1950/3 (O/L, 63 x 89 cm; 506), que forma parte del tríptico sobre la configuración de Ecuador como Estado de raíces indias, negras y mestizas; las pujas deberán comenzar desde los 40.000 euros -en junio de 2018 no se vendió por 45.000 en Fernando Durán-, cercanos a los 49,350 USD pagados en Christie’s Nueva York en noviembre de 2000, por uno similar titulado La música, 1948 (ver).
Y, por último, para el coleccionismo de nuestro país, varias sugerencias. La primera, de un poco valorado en estos últimos tiempos Juan Barjola, además de los dos óleos de formato grande (lotes 513 y 514), los cincos táblex de alta calidad (lotes 615, 616, 617, 618 y 619; 50,5 x 38,5 cm), preparativos para la carpeta de serigrafías Tauromaquia y destino, por 5.500 euros cada uno; para amantes exigentes de la obra fina del extremeño.
De otro extremeño como Eduardo Naranjo, no se pierdan una buena tabla como Mujer soñando el mar, 1983 (Tm/T, 92 x 72 cm; 622), que comenzará desde los 25.000 euros. Son tiempos mucho más complicados para este tipo de obra, desgraciadamente despreciada por muchos, que para el sencillo gouache sobre papel del buscado y bien pagado José Guerrero, Sin título, 1979 (40 x 60 cm; 623) que se propone por 9.000 euros. En este sentido, algo similar ocurrirá con los 26.000 euros pedidos por Pintura A2-62, 1962 (O/L, 146 x 114 cm; 625), un lienzo de primera época de Joan Hernández Pijoán, con evidentes reminiscencias de lo que en esos años hizo Canogar, pero por el que casi nadie se interesará… Y tampoco desprecien el óleo de Pancho Cossío, Barcos, 1937 (O/L, 73 x 60 cm; 633), por apenas 4.800 euros. A veces el problema no es sólo el precio. Veremos. Daniel Díaz @Invertirenarte