Ansorena, entre Juan Luna y Joaquín Sorolla
Con salidas de 40.000 y 80.000 euros, quizá sean las piezas más atractivas para el coleccionismo extranjero en la cita de los días 10 y 11 de mayo
Con más de un siglo de distancia y desde el punto de vista artístico, en el final del siglo XIX dos interesantes líneas de trabajo se entremezclan. La visión de dos Españas, encarnadas, muy simplificadamente, en la visión luminosa del mundo mediterráneo de Joaquín Sorolla y en la negra de Ignacio Zuloaga, apegada a Castilla y a las tradiciones populares más ancestrales. Pero en ese imperio que se desmoronaba, había también una pequeña participación internacional –ahora especialmente buscada- de artistas venidos a ampliar estudios, a terminar su formación en el viejo continente, de pintores filipinos como Juan Luna o Félix Resurrección Hidalgo, con su mirada hacia pasado retardatario.
Precisamente de Juan Luna (1857-1899), Ansorena ofrece un interesante cuadro de su última época, un Ecce Homo o Cristo de la paciencia (O/L, 110 x 70 cm; lote 233), pintado por el filipino en la cárcel en 1896, según contaba el embajador de Filipinas, León María Guerrero, en ABC en 1962: “encarcelado en la Fuerza de Santiago, en Manila, por masón, durante la revolución del 96, pintó un Ecce Homo en su celda y terminó abjurando de la masonería como enemiga de la Iglesia y enemiga también de las «instituciones político-sociales españolas bajo cuya bandera seré fiel hasta la muerte, execrando la actual rebelión, que es borrón y la ingratitud mayor que registrara la historia de Filipinas» (ver).
En su sencillez, hay que reconocer que la obra tiene una fuerza especial. Desnuda de artificio, y sin más presencia que la de un Cristo sentado en una silla, muestra un atractivo juego de volúmenes en la túnica, y guía sabiamente nuestra mirada hacia el perfil de la cabeza, de donde sale una luz que consigue amainar nuestras tempestades. Supuesto regalo del pintor al general auditor del ejército español de Filipinas en 1896, bisabuelo de los actuales propietarios, sale a pujas por unos 40.000 atractivos euros, que subirán.
Unos años antes, en 1885, un joven con apenas veintidós años llamado Joaquín Sorolla pintaba un Entierro en las catacumbas (O/L, 54 x 82 cm; 232), con unos fuertes contrastes lumínicos producidos por la luz de las velas, que deforma rostros y situaciones. No es una obra perfectamente perfilada y terminada, sino más un borrón, una especie de trabajo con evidentes aciertos y abandonos. Firmada, fechada y dedicada “Al Sr. Francisco Pradilla / su muy afmo / J. Sorolla”, se ofrece con el conveniente certificado de Blanca Pons Sorolla firmado en 2018. Obra sin duda interesante, los posibles interesados deberán pensar en los casi cien mil euros finales, pues aceptar su salida por nada menos que 80.000 euros supone ya sumar de entrada el 22% del premium (comisión de la sala más el IVA pertinente), lo que lleva ya los 97.600 euros. Incluso para los coleccionistas internacionales del valenciano se trataría ya de cifra importante, y el que quisiera comprarla entiendo que ya tendría al menos alguna otra más típica de su mano.
En una línea cercana en el tiempo, debemos simplemente citar la tabla de Darío de Regoyos, Cerca de Valencia, sequía, febrero, 1894 (O/T, 35 x 55 cm; 594); realizada durante el viaje para reunirse con el pintor belga Eugene Boch, residente en Francia, y con certificado de Juan San Nicolás, se ofrece por 25.000 euros.
La sección de pintura antigua ofrece un pequeño conjunto de calidad. Me parece especialmente interesante el San José con el Niño Jesús (O/L, 75 x 40 cm; 64) de hacia 1645 del cordobés Antonio del Castillo. La obra, perfectamente documentado por fotografía antigua del Archivo Mas, formó parte hasta 1835 del retablo de san Juan Bautista del convento de los Trinitarios calzados de Córdoba, la iglesia de santa Marina de Aguas Santas. Para Nancarrow y Navarrete, “por ser obra de pequeño formato, muestra una mayor soltura de pincel que se parecía especialmente en la vara florida del santo y en la figura del niño con la sierra en sus manos. El abullonamiento de los paños de san José vinculan esta obra con los santos Pedro y Pablo del Hospital de la caridad de Córdoba”. Y por 9.000 euros.
Sobresale también una pareja de tondos sobre lienzo, inéditos, del valenciano Onofre Falcó. Se trata de una Anunciación y una Adoración de los pastores (O/L, 32 cm diámetro; 78), que por su arcaico estilo se pueden relacionar con el Camino al Calvario de la catedral de Segorbe. La salida, 9.000 euros también.
Y entre medias, vean los Desposorios místicos de santa Catalina de Alejandría (O/L, 167 x 127 cm; 68), de Bartolomé Román, por 6.000 euros; San Joaquín (O/L, 90 x 43 cm; 71), de Francisco Rizi, por 12.000 euros; y el buen Santo Tomás (O/L, 128 x 94 cm; 72), de Sebastián Martínez Domedel, por el que se piden ya 35.000 euros…
En el siglo XX, ya en el día 11 de mayo, sobresale un lienzo del canario Óscar Domínguez: Composición con redes y flores rojas, c. 1952 (O/L, 38 x 46 cm; 592), con certificado de la Asociación de defensa de Óscar Domínguez (febrero de 2022). Aunque no estemos ante una pieza surrealista de su mano, sí me parece interesante su juego de líneas y composición de mallas superpuestas, con toques de color, por los 40.000 euros pedidos. Veremos.
De Emilio Grau Sala, me parece especialmente atractivo el lienzo firmado en París en 1937, con veintiséis años: Les collégier (O/L, 116 x 89 cm; 586), donde muestra su conocimiento de la vanguardia parisina y su desparpajo juvenil, por 15.000 euros, que deberían subir.
Y por último tres papeles, interesantes dados los artistas, pero con reservas en los precios… De Miquel Barceló, Personaje, c. 1983 (Tm/papel, 50 x 49 cm; 710), por 25.000 euros; de Jaume Plensa, Sin título, 1987 (Tm/papel, 150 x 140 cm; 711), por 11.000 euros; y un gouache de Manolo Millares, Sin título, c. 1962 (49 x 64 cm; 712), por 25.000 euros. @Daniel Díaz