Ana Mendieta: ¿Quién es? ¿Dónde está?
El MUSAC presenta una monográfica sobre la artista estadounidense de origen cubano, en la que se exponen más de un centenar de obras realizadas durante 15 años. En ella se ahonda en su capacidad para reinventarse, su utilización del cuerpo como medio de expresión y el protagonismo de la naturaleza en su trabajo.
Entre los años 1960 y 1962 tuvo lugar en Cuba la conocida como Operación Peter Pan, orquestada entre los Estados Unidos –con especial relevancia de la CIA–, la Iglesia Católica y los cubanos exiliados en el país norteamericano.
Esta maniobra consistió en sacar de la isla a más de 14.000 niños, de entre tres y 17 años, sin la compañía de sus padres, que temían el ascenso del castrismo. Entre aquellos menores se encontraban Ana Mendieta y su hermana. Ese hecho marcaría a la joven artista de por vida, originando una de las preguntas que orbitan alrededor de su obra: ¿quién soy?
Ella sintió que se la había arrancado a la fuerza de su tierra, de su familia y de sus raíces. Quiso explorar con su trabajo artístico esa sensación de vacío y ausencia, llegando a crear algunos de sus trabajos más reconocibles y dando lugar al género del earth-body, mezcla del land art, la instalación y la performance, siempre con el cuerpo como protagonista.
En estas piezas Mendieta intervenía en el paisaje, dibujando con el uso de elementos naturales –flores, piedras, arena, conchas o incluso sangre– los contornos de una figura humana que se encuentra vacía en su interior. Creaba así un personaje que no es reconocible, que no tiene rasgos definidos. Sin embargo, aquella no fue la única vez en la que utilizó su cuerpo como elemento artístico y performativo. Como trabajo para su tesis, por ejemplo, se pegó en la cara, uno a uno, los pelos de la barba que un amigo se afeitaba y que ella recolectaba; de este modo, emprendió una serie de reflexiones no solo sobre la identidad, sino también sobre el género (un asunto recurrente en su carrera).
En otra de sus obras, relacionada también con la percepción de la mujer, la artista presionó un cristal contra diversas partes de su cuerpo y su rostro, amplificándolas y deformándolas al mismo tiempo. Con ello quería reflexionar sobre cómo se perciben y sexualizan los cuerpos femeninos en la sociedad contemporánea.
Parte de estos trabajos se reúnen ahora en la muestra En búsqueda del origen, compuesta por un centenar de esculturas, instalaciones, dibujos y pinturas fechados entre 1968 y 1985 (año de su muerte).
Lo cierto es que a las cuestiones sobre su propia identidad, relacionadas con el exilio y con el género, hay otra pregunta que ronda la figura de la autora cubana, especialmente desde su prematura muerte a los 36 años. En teoría, Mendieta cayó desde la ventana del apartamento en el que vivía con su marido, el también artista Carl André, con el que, según los vecinos, estaba discutiendo en aquel momento, pues se oían gritos provenientes del interior del piso.
André fue considerado principal sospechoso de la muerte de Ana, pero finalmente se le absolvió de todos los cargos. De modo que la tragedia se acabó achacando a un trágico accidente o, en ocasiones, a la supuesta fragilidad de la salud mental de la artista.
Tras su muerte, la figura de Mendieta quedó olvidada y relegada a un segundo plano, muchas veces debido a la alargada sombra de su esposo (uno de los principales exponentes del minimalismo). Por ello, distintos grupos de feministas se hicieron eco de la pregunta «¿Dónde está Ana Mendieta?», utilizando el eslógan como símbolo del silencio que los grandes museos guardaban no solo ante su trabajo, sino ante multitud de grandes figuras femeninas del arte.
En 1992, por ejemplo, más de 500 personas reunidas por el grupo Women’s Action Coalition se situaron en la puerta del Museo Solomon R. Guggenheim minutos antes de que se inaugurara una exposición en la que participaba Carl André, repartiendo panfletos en los que lo único que se leía era «Where is Ana Mendieta?»
Sin embargo, en el siglo XXI la figura de Mendieta se ha ido recuperando y poniendo en valor, seguramente porque se trata de una artista cuyas preocupaciones interesan mucho al arte actual, como el feminismo, la ecología o las migraciones. Especialmente en los últimos años sus obras se han difundido en redes sociales, y ahora están llegando también a galerías y museos. En España, por ejemplo, la galería Nogueras-Blanchard rompió 20 años de silencio con la muestra Tropic-Ana.
Ahora, cuatro años después, el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León), junto con el Musée des beaux-arts de La Chaux-de-Fonds de Suiza y el MO.CO Montpellier Contemporain de Francia ha presentado En búsqueda del origen, la monográfica de la artista más grande que se ha celebrado hasta el momento en nuestro país. Podrá contemplarse hasta el 19 de mayo e incluye desde algunas de sus piezas más reconocibles a otras inéditas (una serie fotográfica descubierta en 2022). En lugar de plantear una retrospectiva, el centro leonés ha buscado mostrar la relevancia de la artista, su capacidad para reinventarse y encontrar nuevos lenguajes así como su relación con la naturaleza. Sofía Guardiola