Abalarte, siempre nos quedará Juan Luna
En la cita de los días 17 y 18 de mayo un pequeño lienzo de su mano se adjudicó por 20.000 euros y el Estado hizo cinco compras.
No hubo especiales sorpresas en la licitación de Abalarte. En nuestro artículo de previos (ver), comentamos la importancia de las obras del siglo XIX en la oferta propuesta, y aunque hubo notables ausencias, las ventas fueron por los derroteros esperados. De Juan Luna se ofrecía un sencillo lienzo, Paisaje del norte (O/L, 31 x 19,5 cm; 1019), pintado muy probablemente en 1893, cuando pasa un tiempo pintando en el estudio de sus amigos Blas y Juan Antonio Benlliure, en Portugalete (Vizcaya), y en Asturias, en la colonia de Muros del Nalón. El óleo que se ofrecía por 18.000 euros era una escena mínima, apenas un estudio sencillo. Y por eso hubo pocos coleccionistas interesados, que apenas subieron las pujas hasta los 20.000 euros definitivos.
Bastante más interés despertó la tablita del ovetense Ignacio León y Escosura, En la tienda de aves exóticas (O/T, 46 x 37 cm; 1103), que partía de los 4.000 euros; su calidad evidente se impuso rápidamente y fue escalando puja tras puja, hasta adjudicarse en unos generosos 12.000 euros. Buena compra, sin duda.
Del resto de pintura del siglo XIX, lo esperado. De Salvador Sánchez Barbudo, su Baile en palacio (O/L, 93 x 135 cm; 255), firmado en Roma en 1909, preciosismo vacío en estado puro, típico de la Escuela de Roma de esos años tardíos ya, subió de 5.000 a 7.000 euros. Y de Eliseo Meifrén, su Nocturno veneciano, c. 1889 (O/L, 70 x 100 cm; 105), pintado durante su primera estancia en la ciudad italiana, pasó de 2.500 a unos más lógicos 6.500 euros.
En pintura antigua debemos mencionar dos ventas. La primera, que subió de 15.000 a 20.000 euros, se refiere a la pequeña pero interesante Crucifixión con la Virgen, san Juan y dos ángeles en duelo (O/T, 48,5 x 34 cm; 1234), atribuida a Marcello Venusti. Su figura de Cristo en la cruz está basada, como bien apunta el catálogo, en el dibujo de presentación realizado por Miguel Ángel entre 1538 y 1541 para Vittoria Colonna (British Museum, nº inventario 1895, 0915.504); no es extraño pues Venusti era un pintor del círculo de Miguel Ángel y son conocidas sus copias del Juicio final de la Sixtina para el cardenal Alessandro Farnese en 1548, entre otras.
La segunda, menor, se refiere al Apostolado completo, doce lienzos de medio cuerpo (O/L, 81 x 694 cm c/u; 155), de ¿Escuela italiana? de la segunda mitad del siglo XVII; 18.000 euros se pedían y en esa cifra se adjudicaron al único coleccionista interesado.
Y llegamos a las compras del Estado, ya en el siglo XX. Se trata, por una parte, de cuatro acuarelas, con tinta y gouache, de Ramón Gaya: una suerte de interpretación personal de personajes históricos como José Gutiérrez Solana, Manolete, Picasso y Pastora Imperio (lotes 125, 126, 127 y 128), comprados por el precio de salida, 1.500 euros cada una. Y, de otra, las 195 planchas de cobre de José Sánchez Gerona sobre trabajos de Ricardo Marín Llovet para El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, edición conmemorativa del tercer centenario de la muerte de Cervantes, subvencionada por Alfonso XII y que se publicó en 1916/1917; ofrecidas por 8.000 euros, en esa cifra se las adjudicó el Estado (ver).
Y, finalmente, una gran alegría. Me refiero no sólo a la venta sino a la subida desde los apenas 700 euros hasta los 12.000 finales, del buen dibujo a lápiz y lápiz rojo, Sin título (lote 1004), fechado en 1963, del chileno Claudio Bravo. Una demostración más de que Claudio Bravo es un nombre importante, aunque muchas veces los coleccionistas de aquí no aprecien sus exquisitos dibujos. Y poco más. Daniel Díaz @Invertirenarte