La pintura de José Antonio Ochoa y su mirada al tiempo
La Galería My Name’s Lolita Art presenta Mirar el tiempo, exposición individual que recoge la obra del artista Jose Antonio Ochoa. Una muestra que pone a disposición del público una selección de obras realizadas en 2019, con la técnica del óleo sobre poliéster.
Ochoa (Ciudad de México, 1990) ha vivido en Querétaro hasta cursar sus estudios universitarios. Desde temprana edad surgió su interés por el arte, en especial por la pintura. En 2009 obtuvo una beca que le permitió viajar a Estados Unidos y formarse en la American Academy of Art. Un año más tarde se trasladó a Sevilla, donde empezó a estudiar Bellas Artes. Se graduó en la Universidad Politécnica de Valencia, institución en la que también cursó la Maestría en Producción Artística en los años 2016-2017. Ha completado su formación pictórica en el taller de pintura de Maestros de la Figuración, con el maestro Antonio López, convocado por el Museo Universidad de Navarra.
Las obras que ahora exhibe en la galería madrileña tienen una profunda relación con el cine, ya que en ellas el medio fílmico se traslada a la pintura, invirtiendo así el camino tradicional de que esta influye en el cine. A través de las propias imágenes de los media, en este caso del cine, el artista busca conseguir la reflexión y la quietud necesarias para la contemplación de sus trabajos.
Han sido muchos los pintores que se han dejado seducir por el cine, ya desde las primeras películas de Étienne Jules Marey o los hermanos Lumière. A lo largo del siglo XX ha habido colaboraciones entre pintores y cineastas, como la que desarrollaron Luis Buñuel y Salvador Dalí en Un perro andaluz (Francia, 1929) y La edad de oro (Francia, 1930). Asimismo, ha habido un interesante intercambio entre las dos disciplinas, pues en ambos casos se habla de imágenes y se emplea un vocabulario compartido: iluminación, color, composición, etc.
Pero no solo comparten un vocabulario, sino que también existe una forma de trabajar común. En la obra de Ochoa, el interés del binomio cine-pintura recae en el plano visual. Son objeto de estudio aquellas imágenes cinematográficas que, sin ser una mera imitación de la pintura, sí contienen elementos visuales propios de ella.
«El interés que tengo en esa relación lo encuentro en el viaje de ida y vuelta, es decir, en la influencia que el cine ejerce actualmente en la pintura. Me han interesado aquellos artistas que trabajan con la apropiación de imágenes cinematográficas, la resignación y descontextualización de la imagen fílmica», comenta el propio autor, quien añade que también se identifica con una cita de Áurea Ortiz: «Cada imagen nueva contiene, de algún modo, todas las que le precedieron».
Otro elemento importante del conjunto de su obra es el misterio, belleza y tragedia; es decir, lo sublime. El misterio entendido no como aquello que no se comprende, sino como eso que nunca acabamos de conocer, porque es inagotable.
El autor logra aportar este elemento mediante dos modos: el primero, recursos como la niebla, el vapor o el humo; el segundo es la narrativa. Cada fotograma es una imagen que cuenta una historia, porque pertenece a una narración. Pues dentro del conjunto del resto de fotogramas que componen la película es donde la historia encuentra realmente su sentido.
La intención de este trabajo, confiesa Ochoa, no es crear belleza, sino más bien realizar obras en las que este principio de elevación espiritual reluzca. La persigue intentando acercarse a ella y hacerla presente. Este interés por lo trascendente tiene como resultado un interés por trabajar con lo sublime. El trato hacia este término por parte del artista, se plasma en sus piezas bajo la influencia de los pintores románticos (que buscan la trascendencia y la encuentran en la naturaleza). De este modo, se aprecian aquí reminiscencias de David Caspar Fiedrich (1774-1840), que encontró en el paisaje la manera de hablar de la vida y la muerte, la inmensidad y el vacío. Otro pintor romántico de referencia es William Turner (1775-1851), que tiene una influencia en Ochoa en el tratamiento de la luz y los fenómenos naturales.
Por último, el tercer engranaje de sus composiciones, es el detenimiento de tiempo. El principal interés de Jose Antonio es la búsqueda de la construcción de la imagen mediante la pintura, logrando así la ralentización de la imagen. El propio proceso de creación de su obra es el que hace también que esa imagen contenga ese detenimiento, pausa y reflexión. Y al mismo tiempo trata de que esa quietud pueda ser percibida por el observador.
La obra de Ochoa, facilita la comprensión y trata de sosegar la la velocidad en que las imágenes de la cultura hipermediatizada, nacen, se reproducen, se difunden, se consumen y mueren. El artista busca una pintura silenciosa, capaz de generar la parsimonia tan ardua de conseguir en nuestros tiempos y a la vez tan necesaria.
Mirar el tiempo podrá verse hasta el 8 de noviembre. J.M Escudero