Y el filipino triunfó de nuevo en Durán
Félix Resurrección Hidalgo dobló su salida hasta los 50.000 euros
Tres posibilidades estaban planteadas para la cita de ayer en Durán (ver artículo de previos). Y las ventas se dilucidarían, por tanto, entre el gran dibujo de Joaquín Sorolla, Boceto para Colón, 1910 (128 x 70 cm; lote 127), realizado a carboncillo, firmado y fechado en 1910, y por el que se pedían 42.500 euros; y dos paisajes de artistas internacionales, con bastante tirón económico en los últimos años: una intensa Tempestad nocturna (O/L, 40,5 x 75 cm; lote 125), del filipino Félix Resurrección Hidalgo, y un buen Quito amarillo, 1973 (O/L, 73 x 100 cm; lote 185), del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, publicado por Camón Aznar (Guayasamín, pág. 161, nº 254), y procedente de la galería Valle Ortí, de Valencia; cada uno de los cuales partiría de los 25.000 euros.
El mercado tiene sus reglas, y sus caprichos, y normalmente acaba poniendo cada obra en su sitio, aunque quizá en un primer momento estuviese mal catalogada o pasase desapercibida. Eso sí, no oculta sus filias ni sus fobias, las modas traídas y llevadas, en una palabra.
Y quedaron claras las posiciones finales.
La primera de ellas, de la que ya hemos hablado en bastantes ocasiones: el mundo finisecular filipino sigue interesando, y mucho. La lógica se impuso, y lo que era previsible volvió a suceder. Dos coleccionistas en los teléfonos fueron subiendo lenta pero imparablemente sus pujas hasta adjudicarse el paisaje de Félix Resurrección Hidalgo por 50.000 euros, doblando su salida.
La segunda: que la producción del internacional Oswaldo Guayasamín interesa también, pero al tratarse de dos piezas menores, los coleccionistas se redujeron notablemente. Su Quito amarillo, 1973 subió de 25.000 a 30.000 euros, adjudicados a una puja previa defendida por la mesa, tras la primera puja online, mientras su sencilla Mujer andina (acuarela, 70 x 100 cm; 186), procedente de la galería Espalter de Madrid, se la llevó un coleccionista al teléfono por los 7.000 euros pedidos.
Y la tercera: que por el gran dibujo de Joaquín Sorolla, Boceto para Colón, 1910, por mucho que fuese uno de los que dibujó para una pieza simbólica que está actualmente en un museo, los 42.500 euros pedidos eran y a la postre fueron excesivos. No se trata del boceto para una obra conocida de barcas y velas, de pescadores y redes, de niños y bueyes en la playa, y tiene por tanto otro precio. Ojalá se hubiese vendido; estaríamos hablando ahora de que incluso una obra sobre papel de nuestro valenciano vale tal y cual, pero la realidad es la que es, y el coleccionismo pone cada cosa en su sitio, en cada momento histórico.
Y quedan varias gratas noticias, que debemos comentar aunque sea vuelapluma ya, como quien dice.
La primera, la confirmación del interés por los paisajes de Aureliano de Beruete: su Paisaje de Grindelwald, 1907 (O/L, 56 x 81 cm; 126), portada del catálogo de esta misma sala allá por junio de 1974, se vendió por los 15.000 euros pedidos; no es una gran venta, pero venta al fin y al cabo.
La segunda es más bien una sorpresa, muy grata también: 13.000 euros ofreció un coleccionista al teléfono por el buen aunque nada fácil lienzo de Daniel Vázquez Díaz, Familia campesina (145 x 165 cm; 137), que comenzó las pujas desde 12.000 euros.
Y el resto, otras ventas interesantes: un coleccionista en sala compró por los 9.000 euros pedidos el Bodegón. Homenaje a los prostíbulos de Solana, 1992 (O/L, 61 x 73 cm; 163), del murciano Ramón Gaya; una puja previa por escrito se llevó por los 6.000 euros pedidos el rutilante Estructura roja, 1981 (O/L, 114 x 146 cm; 187) de Joan Ponç, y otra por los 5.000 euros de la salida el curioso Cerca del fuego, 1962 (Tm/L, 100 x 75 cm; 169), del valenciano Juan Genovés. Y, por último, el geométrico pero intenso Fisura I, 1974 (A/L, 150 x 150 cm; 188), de Joaquín Michavila, con etiqueta de la galería Lezama, dobló su precio de 2.500 euros y terminó adjudicándose por 5.000 euros. Daniel Díaz @Invertirenarte