Sorolla regresa a Londres 100 años después
En 1908 las Grafton Galleries presentaron 561 trabajos del “mayor pintor vivo del mundo”. Esta exposición supuso el desembarco del artista valenciano en Inglaterra y le permitió conocer a Archer Milton Huntington, su gran mecenas americano. Un siglo después, Sorolla vuelve a Londres de la mano de la National Gallery con la retrospectiva más completa del autor organizada hasta la fecha fuera de España.
Hace justo 100 años que Joaquín Sorolla (1863-1923) desembarcaba en Londres con medio millar de pinturas y un puñado de ilusiones. Venía de ganar el Gran Prix en el certamen internacional de París de 1900 y había iniciado un tour europeo para darse a conocer internacionalmente.
Si recaló en la capital inglesa fue, muy probablemente, por la insistencia de su amigo John Singer Sargent. Parece que la crítica y el público de entonces apreciaron su obra, pero el éxito de ventas fue escaso (en torno a una docena de cuadros y una treintena de apuntes en pequeño formato, Archer Milton Huntington compró dos cuadros suyos).
Han pasado ya 100 años de esa exposición, pero Londres no ha vuelto a tener una retrospectiva del artista. Hasta ahora, cuando por fin reivindica su figura. En aquella primera ocasión, el pintor valenciano tuvo que conformarse con una presentación sencilla y directa: Exhibition of Paintings by Señor Sorolla y Bastida. Ahora, en cambio, la manera que tiene la National Gallery de referirse a él es bien distinto. Ya no es el Sr. Sorolla sino el Maestro español de la luz. De la luz y el color; de los matices lumínicos y de la orgía de colores.
Han bastado cien años para que Joaquín Sorolla se haya hecho universal y para que su pintura sea tan reconocible como para no necesitar que vaya acompañada del nombre de su autor. La infinidad de tonos blancos que se aprecian en Cosiendo la vela, esas telas vaporosas mecidas por la suave brisa en Corriendo por la playa de Valencia, o las escenas de pescadores que llegan a la orilla cargados de cestos rebosantes como el Joven pescador son la mejor rúbrica de un artista con sello inconfundible.
En esta ocasión, la National Gallery de Londres y la National Gallery of Ireland de Dublín han conseguido reunir cerca de 60 obras procedentes tanto de instituciones públicas –una veintena de préstamos corresponde al Museo Sorolla,institución esencial en esta muestra– como privadas (algunas de ellas inéditas). Todo un esfuerzo digno de mención, pues se trata de la primera vez que Inglaterra aglutina tal cantidad de piezas y consigue así la exposición más completa jamás organizada sobre el artista fuera de España.
El comisario Christopher Riopelle, en estrecha colaboración con Blanca Pons-Sorolla, comisaria adjunta, propone un recorrido que abarca todos los grandes temas cultivados por el autor valenciano, desde sus célebres paisajes marinos y vistas de jardín, hasta sus retratos, sin olvidar las escenas costumbristas ni composiciones de tema social.
Un fascinante paseo por la pincelada impresionista, siempre lumínica, del maestro valenciano, que comienza con los retratos íntimos de su esposa Clotilde y sus hijos: María, Elena y Joaquín. La familia deja paso a los lienzos comprometidos de edad temprana como Triste herencia de la Fundación Bancaja–gracias al cual ganó el Grand Prix en París en 1900–, Llegada de la pesca del Museo de Orsay o Cosiendo la vela de Venecia, con los que Sorolla alcanzó fama internacional (es un privilegio poder contemplarlos juntos por vez primera).
El cambio de siglo supuso también una modificación en sus intereses plasmados en el lienzo en blanco, donde a menudo se deja sentir el poso de la herencia española de Velázquez o Goya. Basta contemplar el Retrato de Ralph Clarkson con las Meninas de fondo o el Desnudo femenino recostado de espaldas como la célebre Venus del espejo para confirmar las palabras de Blasco Ibáñez: «Nieto de Velázquez, hijo de Goya».
La muestra dedica una estancia entera para celebrar el amor del pintor por la luz y el mar. En ella se exhiben los trabajos más conocidos del artista, que iluminó como nadie telas, aguas y reflejos. Toda una delicia para la vista que permite recrearse a través de composiciones magistrales como Corriendo en la playa o Después del baño. La bata blanca, donde el espectador se pierde en infinidad de pinceladas con una misma gama cromática. Junto a estas obras tan célebres, que son el principal reclamo de la exposición para el público británico, se descubren también perlas desconocidas como Borracho de Zarauz, un pescador llamado Moscorra con los ojos ya vidriosos por el alcohol. Sorolla se lo encontró en las tabernas durante una jornada playera en la que hizo tan mal tiempo, que tuvo que refugiarse bajo techo, según relata la propia Blanca Pons-Sorolla.
Sorolla. Maestro español de la luz está patrocinada por Iberia y se integra dentro del nuevo proyecto «Talento a bordo» lanzado por la entidad. Asimismo, la exposición cuenta con el apoyo de Centro de Estudios Europa Hispánica (CEEH) y Acción Cultural Española (AC/E).
Se trata, sin duda, de una oportunidad única para redescubrir las obras más célebres del maestro de la luz, también alguna sorpresa, que podrá visitarse en Londres hasta el 7 de julio. Después, viajará a Dublín. Sol G. Moreno