EL MODERNISMO DESEADO DE RAMÓN CASAS

EL MODERNISMO DESEADO DE RAMÓN CASAS

Ramón Casas. Julia en granate (detalle). 1906. Óleo sobre tela.

 EL MODERNISMO DESEADO DE RAMÓN CASAS

Tras su exhibición en las salas del Museo de Maricel de Sitges recala en CaixaForum Madrid la exposición Ramón Casas. La modernidad anhelada, que reúne 145 obras, entre pinturas, dibujos y carteles, junto a casi medio centenar de fotografías de la época, seleccionadas por Ignasi Doménech y Francesc Quílez, que recrea a una de las grandes figuras del Modernismo y el contexto artístico en que Ramón Casas, uno de los referentes artísticos en los últimos años del siglo XIX y principios del XX, desarrolló su obra. Un período que marcó el devenir de la sensibilidad artística contemporánea en España. Esta muestra sirve también para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de uno de los precursores de la modernidad artística de nuestro país, que fue influido e influyó a pintores como Toulouse-Lautrec, Santiago Rusiñol, Romero de Torres, Sorolla, Torres García, Sargent o Picasso, entre otros.

Henry de Toulouse-Lautrec. Francois Gauzy. Pastel sobre papel. Musee des Augustins, Toulouse. Francia

Los dos comisarios han querido vertebrar a través de las piezas seleccionadas la importancia que tuvo Ramón Casas  (Barcelona, 1866-1932) en un contexto social y cultural de gran efervescencia creadora que caracterizó dicho período histórico. Con el objetivo de visualizar mejor las influencias, analogías y los intereses comunes y diversos de los artistas presentes, y sobre todo de Ramón Casas, la exposición se articula en cinco bloques: la construcción de una identidad artística, la pulsión bohemia, la paradoja del artista moderno, la poética de la multitud e identidades ambivalentes. La inclusión del medio centenar de fotografías, realizadas por Frederic Ballell y de Antonio y Josep Esplugas enriquecen el recorrido y hacen posible un diálogo de dos disciplinas artísticas porque la fotografía tuvo una gran influencia en la obra pictórica de Casas en conceptos como el encuadre, los puntos de vista y las visiones aéreas, entre otras habilidades que incorporó el pintor barcelonés a su trabajo como artista plástico.

La primera parte de la muestra se centra en los inicios de Ramón Casas y en su temprana intención de viajar a París, ciudad que sería una referencia a lo largo de su vida, porque le permitió entrar en contacto con un universo lleno de lenguajes nuevos, que le hicieron adoptar un registro plástico ecléctico pero donde fue plasmando una serie de retratos de familiares y amigos, en un proceso de autoconocimiento y afirmación como pintor, que le hizo paulatinamente adoptar una mirada cada vez más personal que irradiaría posteriormente en varios creadores catalanes.

En La pulsión bohemia encontramos obras de los últimos años del siglo XIX  con el famoso cartel de la cervecería Els Quatre Gats, un lugar de reunión de carácter popular por el que pasaron numerosos artistas como el propio Casas, Romeu o Rusiñol, y donde Casas creó la marca publicitaria en dicho local en un cartel muy conocido y que puede contemplarse en la exposición. Y de esa aportación plástica tan original pasamos a La paradoja del artista moderno donde conviven la tendencia cosmopolita que conoció en París con otra más popular, como se desprende en esa serie de majas, toreros y otras representaciones de carácter local, que enlazaban bien en el imaginario popular español, a veces tópico y estereotipado.

Ramón Casas Carbó. Ramón Casas y Pere Romeu en un tándem. 1897.

En la cuarta sección de la exposición, La poética de la multitud, se pueden contemplar pinturas de Ramón Casas de gran valor simbólico como Garrote vil, 1894, y otro tipo de escenas que reflejaban la crónica social del momento; o la multitud en la plaza de toros, enlazando ambas con la pintura de historia del siglo XIX. Un discurso muy narrativo  que permitió a Casas y a otros pintores reflejar la estética de la muchedumbre y también la influencia que empezó a ejercer la fotografía  en sus composiciones, a través de encuadres fragmentarios, que supusieron una nueva forma de secuenciar la realidad.

Ramón Casas Carbó. Garrote Vil. 1894. Óleo sobre tela. MNCARS. Madrid

Por último, las Identidades ambivalentes, donde el pintor barcelonés cultivó la imagen de la mujer como uno de sus motivos artísticos más sostenidos, con tipologías diferentes aunque predominando un modelo sofisticado, refinado, elegante y siempre en búsqueda de un canon estético. En ese momento coexistían el arquetipo sensual con otro de mujer más independiente que practicaba actividades como la lectura o el deporte. Y junto a esas escenas de intimidad encontramos los desnudos de Ramón Casas, que proyectan un atrevimiento formal de gran fuerza visual.

Hasta el 11 de junio de 2017. Julián H. Miranda

Joaquín Sorolla Bastida. María Clotilde. 1900. Óleo sobre tela. Colección particular.