El Estado compra el retrato de Mariana de Neoburgo para las Colecciones Reales
Adjudicado por 25.000 euros en la cita de los días 29 y 30 de octubre en Segre, donde sobresalió también la venta de un lienzo de Barceló de 1981.
Hay que reconocer que el anuncio de la sala de la venta de los cuadros, muebles, alfombras y demás enseres de la casa-palacio del Marqués de Viluma levantó mucha expectación. Cientos de personas visitaron la exposición con la decoración creada para ese espacio por el afamado Duarte Pinto-Coehlo. Y, consecuentemente, se recibieron cientos de pujas, miles, como para que la subasta del martes que comenzó con retraso a las 17.20 terminara más allá de las doce de la noche. Una locura, que seguro ha servido para atraer a nuevos clientes, además de aumentar las ventas, claro.
En lo que nos afecta, la pintura, y aunque no fuera de la casa, sobresalía un Retrato de la reina Mariana de Neoburgo como viuda, 1701-1706 (O/L ovalado, 81 x 61,5 cm; lote 333), atribuido al pintor de Amberes Jan van Kessel II y procedente de una colección francesa. Ya comentamos en nuestro artículo de previos (ver) la importancia del mismo y su modificación posterior para ser modelo de sucesivos retratos. El hecho de que haya pocos retratos suyos como viuda y de que lo pintara van Kessel II debió ser especial acicate para el Estado, que ofreció los 25.000 euros pedidos y se hizo con él para destinarlo a las Colecciones Reales.
De la casa, la mejor venta fue a parar, como era previsible por otra parte, a la atractiva Orla de flores con retrato de caballero, c. 1660 (O/L, 110 x 83 cm; 213), de Jan Peeter Brueghel y Gonzales Coques, subastado en 1907 en Dorotheum, Viena. Con informe del especialista Dr. Fred J. Meijer, y dada su calidad y estado de conservación, no fue extraño que escalara de los 15.000 euros de inicio hasta los 24.000 finales. Cercanas, la tabla con Escena de cocina (O/T, 65 x 86,5 cm; 210), del taller de David Teniers II, del siglo XVII, y procedente de la colección de la baronesa Van Pallant, subió de 10.000 a 18.000 euros, mientras el Paisaje invernal con patinadores, c. 1660 (O/L, 103 x 154,5 cm; 279), de escuela neerlandesa de siglo XVII, y con reciente estudio de Ellis Dullaart del RKD, pasó esta vez de 8.000 a 12.000 euros, adjudicado a un coleccionista al teléfono. De finales del siglo XVI, de escuela italiana, el Retrato del papa Pío IV (O/L, 67 x 55 cm; 332), procedente de la colección de José de Madrazo y del Marqués de Salamanca, donde era tenido como de la mano de Sofonisba de Anguisola, se adjudicó por los 14.000 euros pedidos.
Saltamos al siglo XIX, con varias ventas interesantes. La más destacada fue, sin duda, el gran Retrato de don Vicente Ferrer del Alcázar y Vera de Aragón, XII conde de Requena, 1845 (O/L, 217 x 140 cm; 331), de José de Madrazo. Expuesta en el Liceo artístico y literario de Madrid en agosto de 1846, y publicada en seis referencias, no fue extraño que pasara de 18.000 a 22.000 euros, aunque alguno había aventurado la posible compra del Estado… Sorprendió notablemente la venta del Retrato de Ángela María de Constantinopla Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas, hija de los duques de Medinaceli, 1844 (O/L, 126,5 x 98 cm; 328), del sevillano Rafael Benjumea, que fue escalando pujas hasta terminar adjudicándose por 18.000 euros, y pasa a ser muy probablemente su mejor venta hasta el momento. Más contenido y de calidad inferior, el Retrato de Isabel II (O/L, 118 x 87,5 cm; 398), atribuido a Antonio María Esquivel, se adjudicó por los 10.000 euros de la salida. Y la tablita de Emilio Sánchez Perrier, Vista de la ribera del Guadalquivir a su paso por Alcalá de Guadaira (O/T, 22,8 x 36 cm; 502), pasó también de 6.000 a 11.000 euros.
Las ventas del siglo XX, comenzaron con la adjudicación a un coleccionista al teléfono que ofreció los 19.000 euros que se pedían por el temprano y ya simplificado paisaje de Joaquín Sunyer, Miralpeix, 1922 (O/L, 82 x 100 cm; 1037), procedente de la masía del propio pintor y de la colección Bruguet Vall, de Barcelona, y con un elenco de exposiciones y publicaciones. De Enrique Martínez Cubells, su más retardatario lienzo Bueyes sacando unas barcas (O/L, 83,5 x 104,5 cm; 510), subió de 17.000 a 26.000 euros.
La segunda mitad del siglo, comenzó con la esperada subida del sorprendente trabajo de Gustavo Torner, Pintura con graffitis, 1957/8 (látex, arena, óleo y graffitis infantiles sobre lienzo, 1414 x 87 cm; 1060), adquirido directamente al artista por el propietario que lo ofrecía; la respuesta, lógico, no se hizo esperar, subiendo de 9.000 a 15.000 euros, ofrecidos por un coleccionista en la sala. De 1966 es la escultura en bronce de Baltasar Lobo, Torse aux longues Cuisses (Torso con muslos largos) (4/8, 20,5 x 17 x 10,5 cm; 1051), expuesta en ocho muestras (suponemos que ese u otro ejemplar), pasó de 9.000 a 13.000 euros.
De José María Yturralde, salía a pujas una típica pieza geométrica de su mano: Sin título. Serie figura imposible, 1974 (Pintura sintética sobre madera, 100 x 100 x 5 cm; 1076), se remató por los 14.000 euros pedidos, ofrecidos por una puja previa por escrito. Con el éxito de licitaciones pasadas, se esperaba también una cierta subida de la tabla Cinco miradores (Calle Juan de Mena, 12), 1978 (O/T, 115 x 73 cm; 1153), de Amalia Avia; y así sucedió, de 6.500 a 10.000 euros.
Los flecos finales estuvieron marcados por tres ventas. La más llamativa, y cuyos beneficios irán íntegros a la Fundación Aladina, fue el lienzo temprano de Miquel Barceló: Sin título, 1981 (O/L, 100,5 x 81,7 cm; 1293), por los 35.000 euros pedidos, con sus típicas figuras de animales simplificados y aún baja gama cromática. De Luis Gordillo, su acrílico sobre papel encolado a tabla Mirada, 1987 (144 x 158 cm; 1504), adquirido al artista directamente por el propietario que lo ofrecía, se remató por los 16.000 euros de la salida. Y, finalmente, el papel de Soledad Sevilla, Toda ña torre II, 1991 (acrílico sobre papel encolado a tela, 110 x 78 cm; 1119), que pasó de 9.000 a 11.000 euros. Daniel Díaz @Invertirenarte