André Butzer por partida doble, Thyssen y Taschen
El Museo Thyssen-Bornemisza acoge desde hoy y hasta el 10 de septiembre una exposición dedicada al pintor alemán André Butzer (Stuttgart, 1973), que reúne 22 pinturas en gran formato que resumen una trayectoria de más de dos décadas de un artista difícil de clasificar, dentro de un expresionismo con fuertes influencias de la cultura pop y el cómic. Previamente la editorial Taschen ha editado en tapa dura un libro monográfico en inglés – 4.000 ejemplares numerados- de más de 400 páginas, que revela la evolución de su pintura desde los años 90 hasta la actualidad, donde se observa cómo ha imperado su sentido del color.
El director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza y comisario de la exposición, Guillermo Solana, afirmó que esta selección era la primera retrospectiva de Butzer fuera de Alemania. En España se han podido ver algunas de sus obras en la Galería Ehrhardt Flórez. Solana le calificó de artista proteico, que ha transitado desde sus comienzos por un expresionismo figurativo, por el laberinto de la abstracción, un período de pinturas negras que significaron empezar de nuevo y la influencia del cómic y de la cultura popular norteamericana en ese renacimiento colorista y matérico, capaz de crear superficies sensuales para fijar mitos contemporáneos, donde late una gran reflexión y una gran claridad de ideas que plasma en sus composiciones.
Y Solana añadió que el Museo Thyssen ha creado un espacio para exhibir pintura contemporánea a partir de dos colecciones, la de Francesca Thyssen y la de Blanca y Borja Thyssen, a los que agradeció su impulso y generosidad para llevar a cabo esta exposición, con la colaboración del artista alemán. Butzer se ha nutrido del imaginario de expresionistas como Nolde, Kirchner, junto a la fuerza compositiva de Cézanne o Munch, pero también por inventores tan decisivos y disruptivos en el siglo XX como Henry Ford o Walt Disney, lo que ha contribuido a fusionar el expresionismo del viejo continente con la cultura popular norteamericana.
Las 22 pinturas en gran formato se disponen en las cuatro salas, que abarcan el período 1999 y 2022. De 1999 se exhiben dos piezas, Asesino y ¡1 helado, por favor!, donde muestra la violencia y la ironía con un contraste de color y continúa como H-Humano, una pintura del año 2000, donde impera el negro con alguna chispa de color, Caminante (2001) con esa pincelada matérica o Mujer frente a la casa de la N, nº 4, de gran expresividad en rojos y verdes, sin olvidar las líneas geométricas de Tom y Jerry (2009) y una obra sin título de un año antes, levemente laberínticas, junto a la fuerza compositiva de Aladino y la lámpara maravillosa (2010), de la colección Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza.
De la segunda década del siglo XXI varias obras llaman la atención por su pureza como un acrílico en negro de 2017, donde una línea en blanco manchado simula un junco que se mueve en la oscuridad en una catarsis para volver a empezar. Me recordó alguna pintura de Hernández Pijuan. Nuevamente sus composiciones reflejan su admiración por Ernst Ludwig Kirchner (2o18), sus creaciones de seres que parecen suspendidos y habitando el color como en Fränzi (2022) pintado por Butzer para la retrospectiva en Madrid o Leche cruda, entre otras. Es un modo de reflejar el mundo que habitamos para devolvernos una experiencia diferente en nuestra percepción.
El libro editado por Taschen, realizado en estrecha colaboración con el artista alemán, nos brinda la posibilidad de conocer con rigor todos los matices de una carrera de casi tres décadas, desde sus comienzos a su exploración para ahondar en los caminos de la pintura y la expresión de la misma, a través de las formas y materiales de una obra que muchas veces está en los límites de la abstracción pero siempre con una notable fidelidad al color.
Las láminas de sus obras a página completa y el prólogo del Hans Wener Holzwarth ayudan a comprender mejor los distintos períodos de su sendero plástico en esa tensión entre figuración y abstracción, en esa delgada línea entre los dos géneros cada vez más difuminada. Las reproducciones del libro reflejan con fidelidad su precisión e inocencia como dominador del color, de un expresionista que ha sido calificado como de ciencia ficción, pero sobre todo de un artista con capacidad para fantasear de un modo irreverente, con un estilo singular del tiempo que le ha tocado vivir.