Artistas y coleccionistas en CaixaForum Madrid
Ayer se presentó en CaixaForum Madrid una exposición muy singular: Dioses, magos y sabios. Las colecciones privadas de los artistas, que establecen una interacción de creadores como Rosa Amorós, Barceló, Baselitz, Feito, Hernández Pijuan, Millares, Miró, Susana Solano, Sugimoto y Tàpies, todos presentes en la colección Fundación “la Caixa” con objetos y obras de sus colecciones personales.
La muestra que permanecerá abierta hasta el 20 de agosto, comisariada por Àngels de la Mota y Maite Borrás, nos introduce en los ámbitos más personales de esos artistas hasta constituir un paseo enriquecido en ese ‘gabinete de curiosidades’.
En el acto de presentación estuvieron presentes Isabel Fuentes, directora de CaixaForum Madrid, acompañada por Nimfa Bisbé, jefa de Colecciones de la Fundación “la Caixa”, que subrayó que este tipo de exhibición ha permitido ahondar en el coleccionismo visto desde la perspectiva de los artistas que han sido muy generosos al ceder parte de sus objetos más personales , ya que “revelan su pasión, curiosidad, y también cómo esos objetos reunidos en sus casas o talleres les han servido como inspiración”.
Por su parte, la cocomisaria Àngels de la Mota dijo que en la preparación de la muestra hemos podido observar las conexiones entre la obra propia y los objetos que han coleccionado, y ver que cada uno ha tenido un modo de coleccionar diferente. Destacó que en el caso de Susana Solano se inclinó más por lo experiencial en sus viajes, Tàpies buscaba piezas a través de sus contactos, Luis Feito, era un acaparador de objetos, Millares se interesó por objetos arqueológicos de sus ancestros en Canarias, mientras que en el caso de Rosa Amorós como puede observarse se funden los objetos que ha ido reuniendo con las obras que ella crea, entre otros ejemplos.
El recorrido por ese ‘gabinete de curiosidades’, casi por orden alfabético, se inicia con una impactante instalación titulada Pathosformeln, una especie de librería donde se exponen objetos de culturas africanas, asiáticas y americanas, con una característica común: figuras antropomórficas de madera y cerámica, que interaccionan con alguna pieza de Amorós, donde hay que hilar muy fino para distinguirlas, porque apelan a los mitos y a las referencias naturales de dichas obras.
El espacio de Miquel Barceló no deja indiferente porque junto a dos de sus obras. Mesa dibujada y Taller con libro rojo encontramos naturalezas muertas y vanitas del Siglo de Oro español, a través de esos animales disecados y varios cráneos. Así como objetos procedentes de África, de los mayas, una copia clásica de San Pedro el ermitaño o una pintura de Jean-Michel Basquiat. Y casi de frente, el rincón de George Baselitz donde junto a Madre negra con niño negro del artista alemán, alguna máscara y dos esculturas del Congo que realzan la figura humana.
De Luis Feito se exhibe Pintura nº 367 (1962), con esa ricas texturas en negro y rojo, junto a ese conjunto de máscaras africanas, piezas esquimales o sus kachinas, figuras que representan símbolos religiosos y la cosmogonía de los indios en sus viajes por Estados Unidos. Le encantaba comprar todo lo que encontraba y se rodeaba de todas esas piezas en su casa y taller. Resulta enigmático los objetos que reunió Joan Hernández Pijuan junto a Elvira Maluquer, casi todos de culturas australianas y africanas usados en ceremonias, aunque también llama la atención esa vasija neolítica china, datada entre el año 6000-2000 a.C, junto a ese paisaje Memoria del sur 5, donde se intuye la montaña y el clima.
En el caso de Manuel Millares le atraía incorporar obras arqueológicas de la cultura prehispánica insular de Canarias, que le sirvieron de inspiración: las pintaderas, la cerámica y esa estera rectangular que tanto tuvo que ver con sus posteriores arpilleras o en Cuadro 61, que se exhiben en la muestra. Qué decir de la pasión de Joan Miró en su mirada a la cultura popular, las kachinas y a los objets trouvés, tan cercanos a los surrealistas. Muchos de esos personajes están presentes en las litografias de su homenaje a Joan Prats, sin olvidar su gusto por el arte oriental en ese rollo caligráfico.
La máscara también está presente en la colección de Susana Solano, junto con piezas del Congo y Etiopía, que enmarcan sus esculturas Oro IX (2001) y Contra la piel (2005). Y del fotógrafo Hiroshi Sugimoto se exhiben cuatro instantáneas que sugieren el mar, origen de la vida, visto a través del prisma de las antiguas visiones budistas del universo.
Y finalmente Gris con trazos negros, nº XXXIII, una composición de Tàpies de 1955, con ese cromatismo verde agrisado, donde el gesto se convierte en objeto artístico, con una apelación al vacío, y a su lado varias reflexiones en esos paisajes o caligrafía zen de la cultura japonesa, que tanto le influyeron al artista catalán en esa aspiración al despojamiento y libertad de trazo.