La reconstrucción de la memoria en el Reina Sofía
Ayer se presentó en la planta tercera del edificio Sabatini del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía la exposición Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917, que reúne alrededor de 500 obras, entre imágenes, álbumes, publicaciones y daguerrotipos, con temáticas relacionadas con la clase obrera, la transformación urbanística de las grande ciudades europeas y norteamericanas, las revueltas populares y de denuncia social durante casi siete décadas, reflejando cómo la fotografía desde su origen ha tenido una función documental y no solo en el siglo XX.
Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, dijo que esta muestra – que permanecerá abierta hasta el 27 de febrero- es la culminación de las tres anteriores, dedicadas a los años 20 y 30, a la de los años 70 con la crítica a la modernidad, y una monográfica que se organizó en 2018 a la obra de Marc Pataut, con fotografías realizadas en la región parisina durante la década de los años 90. Además subrayó que es una ocasión única para observar esta exposición por el período histórico que abarca, por la calidad museística de lo expuesto que será difícil de volver a reunir por la dificultad de los préstamos conseguidos, la fragilidad y conservación de las obras, y porque conceptualmente registra una práctica artística fundamental como la fotografía para representar la evolución de la realidad.
El comisario de la exposición, el fotógrafo Jorge Ribalta (Barcelona, 1963), manifestó que se ha querido mostrar una historia a contrapelo de los discursos dominantes de la fotografía porque «retrospectivamente, se puede afirmar que la función documental es tan antigua como la fotografía misma». En ese sentido señaló que en gran medida este género está vinculado con la vida cotidiana de la gente común y que hay que entenderlo en un discurso transversal que desborda las disciplinas pero que supone una gran fuente de documentación sobre el devenir social.
La exposición se estructura en seis secciones: la revolución de 1848; las décadas de los 50 del siglo XIX con las campañas de los monumentos nacionales; la reorganización de los centros urbanos en las metrópolis europeas y en Nueva York; el obrero y la producción industrial; el nacimiento de la fotografía médica y judicial; y la gran iconografía de la revolución simbolizada, sobre todo en la Comuna de Paris y en la Revolución Rusa.
El recorrido se inicia con imágenes de la vida cotidiana de la clase obrera, desde el limpiabotas que captó en una placa Louis Daguerre, las fotografías de Henri Fox Talbot en esa secuencia de trabajadores de la construcción o de carpinteros que, en cierto modo, evocan el óleo de Gustave Courbet titulado Los picapedreros. Junto a estas podemos ver imágenes de la revolución de 1848, con las primeras luchas obreras, con las barricadas de París o algunos ecos de significado político en Londres.
Continúa la visita con la iconografía nacional visible en los monumentos de época, a su vez propiciado por los avances que experimentó la tecnología fotográfica, que pasa de la copia única a lo múltiple, con esa primera hornada de álbumes como el que recoge esa Vista de Granada tomada por Charles Clifford en 1862, esas fotografías de gitanos en Andalucía de Robert P. Napper, o la exaltación de la nación visible en los trabajos de Clifford para la reina Isabel II en España al recorrer la geografía monumental, pero donde también aparecen en otras los criados, los oficios y escenas con mendigos, así como la clase trabajadora como esos pescadores en Newhaven (Escocia), las fotos parisinas de Charles Nègre o las de John Thomson de 1870, luego reunidas en su libro Vida callejera en Londres.
Un aspecto muy importante abordado en la muestra es cómo se transformaron los centros urbanos en la era industrial, algo que recogió con pericia un fotógrafo como Charles Marville, que documentó la reforma de Haussmann en la capital francesa- el antes y el después- con los obreros que lo hicieron posible, mientras Eugène Atget captaba el paisanaje de París. Hermann Drawe fotografió a los pobres y vagabundos de Viena, capital del Imperio Austrohúngaro, algo común a Berlín en el cambio de siglo bajo el ojo de Heinrich Zille.
El obrero industrial y la producción en las fábricas ocupan un amplio espacio en la muestra. Fue el momento de las grandes exposiciones universales, de las obras públicas y ahí destacan las imágenes de Charles Clifford con la construcción del Canal de Isabel II, inaugurado en 1858; el trabajo en la fábrica metalúrgica Krupp de Essen (Alemania) o la de astilleros en Kiel, hacia finales del siglo XIX; las prospectivas mineras en el Oeste americano después de la Guerra Civil; las diferencias entre nativos y colonizadores americanos que abrió paso a la fotografía antropológica, o bien el catálogo de las razas humanas del alemán Carl Dammann, comenzado en 1874, el trabajo del antropólogo Malinoswski en las islas Trobriand en 1910 o esas 20 imágenes expuestas que luego se incluyeron en el libro Argonautas del Pacífico Occidental.
La fotografía en el cambio de siglo, del XIX al XX, también se utilizó en medicina y en los campos de la criminología y lo judicial. En el primero cabe mencionar alguna imagen de Nadar para representar el hermafroditismo (1860), la experimentación del neurólogo Jean-Martin Charcot; el uso policial y judicial en la taxonomía de identificación fotográfica en una vitrina con decenas de imágenes de Alphonse Bertillon en Francia, con rostros en primer plano o de perfil, que cosifican posibles trastornos de conducta futuro o esa imagen de Eadweard Muybridge que representa en una secuencia la esclerosis múltiple cerebral espinal de una mujer caminando (1872-1875).
Por último, de nuevo la revolución como protagonista, con la importancia que tuvieron los sucesos de la Comuna de París en la capital francesa en 1871, con esa primera experiencia de autogobierno popular en el imaginario del movimiento obrero, que serviría como ejemplo en las revoluciones rusas posteriores de 1905 y 1917. De España se ilustra la Semana Trágica de Barcelona en 1909. Y como no, la Revolución Rusa de 1917 al quedar reflejada en postales impresas con sus líderes como Lenin y las revueltas en fábricas y en las calles de las masas movilizadas. Sin olvidar el trabajo pionero y de gran conciencia social desarrollado por Lewis Hine, quien supo denunciar las condiciones de vida de los trabajadores y niños norteamericanos, o de su discípulo Paul Strand, uno de los maestros de la fotografía moderna, con esas escenas de Mujer ciega y de otros pobres en la ciudad de Nueva York.