Las imágenes sutiles de Vari Caramés en el Canal de Isabel II
La figura del fotógrafo autodidacta Vari Caramés (Ferrol, 1953), asociada al lirismo de lo cotidiano, está muy bien representada en la exposición Vari Caramés: algo, nada, siempre, organizada por la Comunidad de Madrid y que reúne hasta el 24 de abril en la sala Canal de Isabel II un conjunto de sus mejores trabajos, seleccionados por Blanca Berlín y Nerea Ubieto, comisarias de la muestra. Este creador de imágenes ha defendido una mirada propia desde sus instantáneas de los años 80 hasta la actualidad.
A lo largo de las últimas décadas Caramés ha seguido una senda muy personal, alejado de las tendencias imperantes, con un foco en aspectos de la vida diaria, de lo familiar, de los recuerdos y sentimientos que anidan en su interior. Tiene un registro emocional y cercano a la hora de captar con sencillez acontecimientos próximos. Y en la selección que puede observarse en las tres plantas de esta sala de exposiciones quedan reflejados sus intereses como artista: la búsqueda de la atemporalidad, el encuentro con lo sorprendente o la vinculación con la magia, entre otros.
En el recorrido de la muestra, las comisarias Blanca Berlín y Nerea Ubieto han planteado, en primer lugar, algunas de las imágenes más recordadas de Vari Caramés, para ir mostrando posteriormente sus distintas etapas creativas: la obra en blanco y negro -que produjo hasta los años 2000- , sus retratos, bodegones, paisajes y fotografías de calle, sus series Nadar –la natación como manera de relacionarse de modo fluido y relajado con el mundo-, Tránsito, Color, Escenarios, Miraxes, Recreo, Pasatiempo y Lugares, su último trabajo.
En todas estas sugerentes series el artista reflexiona sobre la ensoñación, la memoria, el tiempo o el silencio, por medio de una aproximación experimental con la plasticidad, las texturas y la indefinición.
En la primera planta destaca Gabinete de Curiosidades (1980-2000), con ese grupo de fotografías a modo de miscelánea de una época en la que trabajó en blanco y negro y así podemos ver algunos ejemplos de series como Visión animal, Coruña by Night, Compostela, en los que el fotógrafo ferrolano ha plasmado sus preocupaciones en la búsqueda del misterio que subyace en lo cotidiano, lo próximo y lo sorprendente.
Y también una serie de 2010, Nadar, imángenes tomadas a finales de los años 80 en la piscina donde él va a nadar con asiduidad, donde siempre encuentra algo relevante en ese espacio de agua y juego.
En la segunda planta su trabajo Color, 2000, donde Caramés traduce sus mundo de blanco y negro al color en un tránsito donde no abandona su universo fotográfico: Y más tarde su proyecto Miraxes, 2003, traducido como Espejismos en castellano, donde alterna los formatos para nuevamente sugerir sensaciones. Mientras en Tránsito (2004) nos plantea un viaje acuarelado por la frontera entre la realidad y la fantasía e invita al espectador a soñar lugares ambiguos donde habita la magia.
Esta planta incluye Escenarios (2007) un fotoensayo íntimo sobre el paisaje, los espacios para la contemplación o los espacios de juego. Todos esos temas cubiertos por un halo de soledad y melancolía; y Recreo (2008), donde Caramés propone un lugar nebuloso y abstracto, una especie de homenaje a la infancia donde poder pasar, como Mario Benedetti, algunas horas más siendo niño.
Y por último, ya en la tercera planta, la serie Lugares (2018) en las que el fotógrafo ofrece imágenes de sitios soñados, pero en los que no has estado nunca y probablemente ni siquiera existan. Y Pasatiempo (2013), donde partiendo de un jardín romántico de Betanzos de finales del siglo XIX, crea una metáfora del paso del tiempo y de la fragilidad del ser humano. La película en Súper 8 recrea el deslumbramiento y la sorpresa del artista al visitarlo, transitando con su tomavistas como un niño perdido en un sueño.