El Reina Sofía presenta el I capítulo de su colección
Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró, director y directora del Área de Colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, respectivamente, presentaron ayer el primer capítulo de la nueva instalación de la Colección del museo, bajo el título Nos ven: de la modernidad al desarrollismo”, que pueden verse en las 16 nuevas salas de la planta cuarta del Edificio Sabatini. Esta nueva reordenación, tras la realizada en 2010 supone una relectura integral, que incluye el arte más reciente desde las últimas décadas hasta hoy. Este trabajo de investigación ha involucrado a numerosos departamentos de la institución y se presentará en seis capítulos para culminar el próximo mes de noviembre. El recorrido total, que no seguirá un orden lineal ni cronológico pero sí temático, reunirá alrededor de 2.000 piezas, de diferentes disciplinas artísticas (pintura, escultura, fotografía, cine, instalaciones, arte sonoro, libros, documentos o arquitectura), expuestas a lo largo de 12.000 m2 hasta completar una nueva narración. Muchas de las obras no han sido mostradas anteriormente, lo que ofrecerá muchas obras inéditas para los visitantes.
Este primer capítulo, disperso en numerosas salas, se podría ir resumiendo en los siguientes nueve apartados temáticos. Comienza con El American Way of Life y la hegemonía cultural de EEUU, que incluye una serie de piezas que interpretan el contexto del arte y la cultura estadounidense tras el último conflicto mundial y la consolidación de los Estados Unidos de América como potencia hegemónica, encarnada en su modo de vida. En este espacio encontramos obras del matrimonio Eames, Charles (1907-1978) y Ray (1912-1988), pareja de arquitectos y diseñadores que protagonizó la década de los 40 y 50 con el estilo de la sociedad norteamericana, a través de la Casa Eames (1949) o de mobiliario como las sillas Lack (1940) y Molded (1946), que además reivindicaron a Joan Miró, expuesto en esta estancia. Asimismo se exhiben fotografías y electrodomésticos de esos años, procedentes de la colección Autric-Tamayo, y cómo no algunos ejemplos del expresionismo abstracto norteamericano con piezas de Adolph Gottlieb, Robert Motherwell y de Morris Louis.
El siguiente apartado lo constituye las experiencias artísticas europeas, bajo el título Al otro lado del océano. El contrapunto europeo, que permite la crítica del capitalismo en obras como El Anticoncepto (1951), de Gil J Wolman (1929 – 1995, Francia), pieza a caballo entre el cine y la instalación. Además Ópera, desarrollada por el sueco-brasileño Öyvind Fahlström en 1952-1953, en una apuesta por nuevos lenguajes. Y hay un espacio completo dedicado a la instalación Man, Machine and Motion (Hombre, máquina y movimiento) de Richard Hamilton (1922 –2011, Reino Unido), creada en 1955 y reconstruida en 2012, que ha sido donada por la viuda del artista al museo. Y en otra de las salas de este epígrafe se exhiben algunos ejemplos del holandés Constant y del danés Asger Jorn.
El tercer conjunto de obras se nuclea en torno a La utopía de las formas en Latinoamérica, donde el arte abstracto se impuso en numerosas sociedades latinoamericanas con piezas de Joaquín Torres García; el noeconcretismo de los brasileños Hélio Oiticica y de Lygia Clark, de quien se exhiben esculturas abstractas móviles como sus Bichos.
No conviene olvidar El libro de la creación (1959) de Lygia Pape (1927-2004, Brasil), una reinterpretación del Génesis a través de formas geométricas. Y en referencia a la creación de la nueva capital brasileña, Brasilia, una maqueta del polaco Mathias Goeritz con el título Las Torres de Ciudad Satélite.
Nuevamente la figuración sirvió para ofrecer una nueva visión del arte norteamericano a partir de creaciones de artistas de ese país como Leon Golub, pero también de un irlandés como Francis Bacón, el británico Graham Sutherland o el francés Jean Dubuffet, críticos de la sociedad de masas. El feminismo se abrió camino en esos años con la fuerza de las obras de Louise Bourgeois, de la que se expone una potente Araña (1994) y de Dorothea Tanning, de quien se exhibe la escultura Abrazo (2969), de marcado carácter antiformal. La radicalidad de estas propuestas no fueron del todo admitidas en una América conservadora. Y en ese mismo conjunto, dentro de “la crisis de la masculinidad” destacan tres piezas de Marcel Duchamp, otras de Cy Twombly y de Robert Rauschenberg.
Una parte de la colección ofrece la Visión de España en el contexto cultural de la Guerra Fría, donde podemos observar las imágenes del Pabellón USA de la Feria de Barcelona de 1956 y la Feria del Campo de Madrid de 1959, sin dejar de lado eventos como la “III Bienal Hispanoamericana de Arte”, celebrada en Barcelona en 1955. En esta sala, además de un cuadro de Mark Rothko, hay obras de Antoni Tàpies, Fernando Zóbel, Eusebio Sempere o Martín Chirino, junto a otras de Antonio Saura, Millares, Chillida, Oteiza, Feito, Canogar o Juana Francés.
La colección presta atención al Desarrollismo y 25 Años de Paz en España, con el arte que se realizaba en España durante la década de los años 60 y cómo han valorado ese período algunos artistas como denota la instalación de Rogelio López Cuenca,Y coloniales…(2021), que contrapone de forma crítica ese ideal que proyectó el régimen de Franco con la realidad de un colonialismo aún existente por entonces en la Guinea Española.
Y de ahí a mirar lo que supuso El exilio, donde podemos resaltar el espacio dedicado a Max Aub, cuyo diario La Gallina Ciega, publicado en 1971, dos años después de su regreso a España revela todo el desencanto de su larga estancia en México. Y junto a material documental de Aub, algunas otras de Roser Bru, carteles diseñados por Picasso o montajes de Josep Renau, así como una película de José Val del Omar, alguna pieza de Laxeiro, del escultor Arturo Baltar, fotos de Enrique Reza y de Anric Massó.
Ese mantra de Spain is different tan manido desde los años sesenta, que sirvió de enganche a la campaña diseñada por Manuel Fraga en esos años, sirve de contexto para la exhibición de un grupo de fotógrafos renovadores del grupo AFAL, que con su mirada fijaron las contradicciones de una sociedad dual como aquella, que parecía muy abierta pero que seguía cerrada como muestran las instantáneas de Ramón Masats en Torremolinos, Gonzalo Juanes en Asturias, Francisco Ontañón en Madrid y Oriol Maspons en La Mancha. La arquitectura tuvo mucha importancia debido a un contexto de boom turístico en proyectos de Fernando Higueras en Lanzarote; José Antonio Coderch en la Costa Brava; Antonio Lamela en Valdepeñas; o aquellos relacionados con la creciente industrialización del país, como el caso de César Ortiz-Echagüe, Manuel Barbero, Rafael de la Joya y Rafael Echade en los edificios de la fábrica de SEAT en Barcelona, que fueron inmortalizados por la cámara de Francesc Català-Roca.
Y la última parte se dedica a la pintura política, las primeras creadoras feministas y los nuevos lenguajes. Un ejemplo de lo primero son las obras de Eduardo Arroyo, forjador de la figuración crítica que nació durante el desarrollismo en los años 60 y lo hizo con un toque pop y algo expresionista en la serie dedicada a los cuatro dictadores: Franco, Salazar, Hitler y Mussolini, todos ellos vinculados a los movimientos totalitarios de entreguerras. A finales de esa década el feminismo comenzó a formar parte de la temática abordada por muchas artistas y así en la sala Mujeres, Arte y Tardofranquismo se reúnen trabajos de arte conceptual de Eulàlia Grau, de creadoras pop como Mari Chordà, Ángela García Codoñer o Isabel Oliver.
Y concluye con la amplia mirada de Luis Gordillo, quien inició su trayectoria con un nuevo lenguaje pictórico que fue referente para toda una generación de artistas que comenzaban sus búsquedas alejados de las propuestas informalistas y conceptuales en boga. Su obra se ha caracterizado por la innovación, el diálogo entre la figuración, la abstracción y el pop, así como el uso de la publicidad y la multiplicación de imágenes, con una fuerte carga de ironía.