VAN DER WEYDEN CONCENTRADO
El Museo del Prado reúne cinco obras maestras del pintor flamenco y presenta ‘El Calvario’ de Patrimonio Nacional recién restaurado.
Madrid, 24/03/15Es la Pasión según Van der Weyden, en palabras de Miguel Zugaza. Las cinco obras maestras que se exponen por primera vez juntas en el Museo del Prado hacen un recorrido por la Crucifixión de Cristo, su Descendimiento, la Piedad y la Resurrección, evocando todo un sinfín de sentimientos y pasiones. La muestra, única en España, supone una ocasión excepcional para descubrir a un pintor que retrató como pocos el alma humana.Rogier van der Weyden condensa lo mejor de la producción del artista, un autor del que se desconoce prácticamente todo, salvo que fue heredero de maestros –Robert Campin– y maestro de maestros (Memling). El Museo del Prado y la Asociación de Amigos del Museo del Prado son los responsables de esta inédita reunión, que permite ver el Descendimiento y la Virgen Durán de la pinacoteca madrileña junto al Tríptico de Miraflores de Berlín y el de Los Siete Sacramentosde Amberes, así como el gran Calvario de San Lorenzo de El Escorial, recién restaurado.
“Será la primera y muy posiblemente última vez que estas tablas coincidan en un museo”, advierte Lorne Campbell, comisario de la exposición. Esta se completa con una veintena de pinturas y esculturas hechas por seguidores o copistas del maestro, Juan de Flandes y Domingo António de Sequeira entre ellos, que evidencian cómo el interés suscitado por el artista de Tournai rebasó fronteras.
Van der Weyden fue un pintor de técnica excepcional. Hábil dibujante y virtuoso del color, supo concebir grandes composiciones como el Tríptico de los Siete Sacramentos, obra que cuenta con más de 40 retratos ubicados en el interior de una iglesia gótica. El autor pinta los detalles con la paciencia de un miniaturista, dota a sus figuras de un sentido escultórico y crea sus propios espacios arquitectónicos, demostrando así su dominio de las diferentes artes.
Los modelos que utiliza en la tabla de Amberes son lo mismos que se repiten en el resto de las obras expuestas. El intenso azul del manto de la Virgen desvanecida, por ejemplo, aparece también en El Descendimiento, mientras que la tipología del crucificado es idéntica a la de El Calvario, obra con la que se cierra la muestra, que podrá verse hasta el 28 de junio.
El crucificado de El Escorial vuelve a llorar
Los organizadores han querido dejar la tabla de Patrimonio Nacional para el final y darle el protagonismo que se merece con una sala propia. No es para menos. Tras cuatro años de trabajo, recupera por fin su dramatismo y belleza gracias a las manos expertas de José de la Fuente y Loreto Arranz. Ellos han sido quienes han curado las heridas de una tabla gravemente dañada.
Primero el experto en soportes retiró el corsé donde estaban encajonados los 14 paneles de roble –extrañamente dispuestos en sentido horizontal, a pesar de ser un cuadro vertical– y ocultó una a una las cicatrices de la tabla, que en algunos casos había sido rebajada hasta los tres milímetros de grosor. Seguidamente, Arranz procedió a la limpieza de barnices y estucos de la capa pictórica, que pronto dejó florecer el dibujo subyacente. Ahora, la pintura rebosa de tonos rojos y blancos. El crucificado vuelve a sangrar y llorar de nuevo.
El proyecto de restauración de El Calvario ha sido realizado con la colaboración de Patrimonio Nacional y ha contado con el patrocinio de la Fundación Iberdrola, institución que desde 2010 apoya el Programa de Restauración del Museo del Prado. Cuando la tabla vuelva al Monasterio de El Escorial, ocupará la sala capitular. Sol G. Moreno