¿Una nueva pintora en el horizonte?
Siempre hubo dudas sobre la autoría de Joven con flauta, una de las cuatro pinturas de Johannes Vermeer que pertenecen a la National Gallery de Washington. Ahora, la institución, después de numerosos análisis técnicos en combinación con los estudios realizados por el grupo de conservadores de la misma, confirma que se trata de una obra realizada por un colaborador muy próximo al holandés. Teniendo esto en cuenta, y considerando además que el pintor trabajó habitualmente solo, la conservadora del museo Marjorie Wieseman ha sugerido la posibilidad de que fuese realizada por María, la hija mayor del artista. La polémica está servida.
No es fácil para una gran institución modificar la atribución de una de sus obras, cuando se trata además de un artista de primer orden del que, además, apenas hay 35 pinturas en el mundo consideradas enteramente suyas. En el caso concreto que nos ocupa, el museo estadounidense contaba hasta la fecha con cuatro pequeñas pinturas del reconocido artista holandés del siglo XVII, Johannes Vermeer (Delft, 1632-1675). Las tres primeras, Mujer con gorro rojo, Mujer escribiendo y Mujer con una balanza, mantienen su adscripción al artista. Sin embargo, Joven con flauta ha cambiado su consideración –siempre hubo dudas al respecto y desde la década de los 90 así se hizo constar en la ficha técnica– y ahora se cree que salió de los pinceles de un colaborador.
Según ha señalado Marjorie Wieseman, Jefe de Conservación del Departamento de Pintura del Norte de Europa del museo, el cierre obligado derivado de la COVID-19 permitió llevar las cuatro obras al taller de conservación y ponerlas una al lado de la otra para un análisis concienzudo. Una vez allí, fueron sometidas a distintas técnicas de imagen por John Delaney, del Gabinete técnico del mismo, basándose en un proyecto anterior realizado, también desde Washington, por Melanie Gifford sobre la obra de Vermeer.
Una vez tomadas las muestras microscópicas y de imagen de las pinturas y comparadas estas con el material que ya se tenía del proyecto de Gifford –se realizaron espectroscopías de imágenes de fluorescencia de rayos X e imágenes hiperespectrales de reflectancia–, pudo finalmente comprobar que Joven con flauta no tenía las mismas características formales y materiales que sus compañeras. Así, en palabras de John Delaney, la obra fuer realizada por un aprendiz que «entiende la técnica [del maestro] pero tiene una habilidad muy limitada al ejecutarla […] Estos –refiriéndose a la forma de mezclar los colores, que sí son los habituales de Vermeer– son errores de principiantes”. Estos mismos análisis permitieron por contra ratificar la autoría de Mujer con gorro rojo, sobre la que planeaban algunas dudas, y también adelantar su cronología hacia 1669.
Los estudios actuales sobre Vermeer lo muestran como un artista que trabajó habitualmente solo –parece que al final de su vida, hacia 1669-1675, sí tuvo un pequeño taller en Delft– y que muchas pinturas antes atribuidas a él hoy se consideran copias.
Valorando lo anterior y tomando como base los estudios publicados por la National Gallery, Joven con flauta plantearía un problema, digamos, parecido a la Mona Lisa del Prado, es decir; fue pintada por alguien muy próximo al maestro. A partir de aquí pueden barajarse diferentes opciones. Hay quien han sugerido que pudo ser pintada por alguno de los hijos del pintor, idea que Marjorie Wieseman comparte. Teniendo en cuenta también el análisis dendrocronológico de la tabla, Wieseman supone que se trataría con toda probabilidad de su hija mayor, María, que nació alrededor de 1654 y tendría entre 15 y 21 años cuando se completó la imagen. Desde luego, la polémica está servida y serán necesarias más pruebas para ratificar si efectivamente puede considerarse a María Vermeer como una pintora. ¿Se adscribirán a su nombre a partir de ahora aquellas obras que no presentan la calidad suficiente para ser consideradas «de mano de» su padre?
Todo ello puede ahora en una exposición titulada Los secretos de Vermeer que se inauguró el pasado 8 de octubre y que permanecerá abierta al público hasta el 8 de enero. Además de las cuatro pinturas y de algunas imágenes de los distintos análisis realizados, están presentes dos falsificaciones del siglo XX que también forman parte del museo y que en su momento se consideraron originales. hoy se consideran realizadas por el restaurador holandés Theodorus van Wijngaarden.