Una nueva instalación de Sergio Prego en el Museo de Bilbao
El pasado viernes se presentó en el Museo de Bellas Artes de Bilbao una instalación específica de Sergio Prego (San Sebastián, 1969), Trece a Centauro, dentro de la propuesta BBKateak, una iniciativa impulsada por BBK para que de forma rotativa se exhiban obras de un centenar de artistas durante el proceso de ampliación del museo bilbaíno, que abrirá sus puertas a partir del 20 de junio por la fachada del edificio antiguo del mismo. Este conjunto de piezas se podrá ver hasta finales de noviembre de 2024.
La obra de Sergio Prego parte del relato del mismo título de uno de los grandes escritores de ciencia ficción, J. G. Ballard, quien entrelazó imágenes del futuro utópicas y distópicas para cuestionar el concepto de progreso que ha caracterizado la modernidad y que, a menudo, ha entrado en conflicto con posiciones éticas derivadas de la experiencia humana. Por ello la intervención del escultor donostiarra, pensada para el Museo de Bellas Artes de Bilbao, contrapone la irrupción espacial de las estructuras geométricas con la corporeidad de las membranas neumáticas que las conforman.
Prego ya hizo una instalación sonora en 2001 dentro de la exposición Gaur, Hemen, Orain, que sirvió como inauguración de la última reforma del museo. Ahora propone una experiencia de la escultura en relación con la arquitectura interior del espacio museístico, a través de una secuencia de módulos neumáticos de gran escala para transformar la percepción de las diez estancias contiguas que conforman el cuerpo arquitectónico, parte de la sección antigua del Museo de Bilbao.
La membrana de los módulos toma el tetraedro como modelo abstracto para su estructura, ya que sus aristas no concuerdan con los ejes axiales y pueden ser consideradas como formas orgánicas. Cinco de las salas están ocupadas por módulos de membranas translúcidas que irrumpen en el espacio como cuerpos extraños y en el recorrido el espectador se encuentra próximo o en contacto físico con ellas.
En el ala opuesta las otras cinco salas, en las que los módulos están confeccionados en una membrana negra y opaca. El proyecto se contextualiza dentro del museo vaciado, tanto espacialmente, en su forma arquitectónica, como temporalmente en la función de preservación que cumple socialmente.