Un viaje musical de cuatro siglos en Valladolid

Un viaje musical de cuatro siglos en Valladolid

La Casa de Revilla acoge un conjunto de 24 instrumentos, la mayoría pertenecientes a Víctor Javier Martínez López y que datan del siglo XVI al XIX.

El centro cultural vallisoletano propone en su nueva exposición un recorrido por más de cuatro siglos de música. Bajo el título De la palabra a la música, la muestra incluye 24 instrumentos históricos y tratados de organología, la gran mayoría pertenecientes a la colección del restaurador e historiador de arte murciano Víctor Javier Martínez López.

La exhibición plantea una relación entre ambas artes y cómo era la labor de restauración en la época, apoyada en documentos como un ejemplar de La Gazeta de Madrid, la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, de Diderot y D’Alembert (1751-1772); o un original de Reglas y Advertencias Generales que enseñan el modo de tañer todos los instrumentos mejores, y más usuales, como son la Guitarra, Tiple, Vandola, Cythara, Clavicordio, Organo, Harpa, Psalterio, Bandurria, Violin, Flauta Travesera, Flauta Dulce y la Flautilla, de Pablo Minguet (1754 y 1774).

El propio coleccionista explica que antes de sumergirse en el proceso de restauración, documenta cada pieza: «Acudo a estos tratados, que dan las claves de, por ejemplo, cómo es el despiece de cada instrumento, qué cantidad de productos se debe aplicar o cómo se barniza al natural». Así es como, mediante técnicas y materiales que se usaron en origen, Martínez ha reparado las piezas que componen la muestra, que todavía se encuentran en funcionamiento.

La serie de instrumentos presentes en Valladolid data del siglo XVI al XIX. Precisamente, de ese primer centenio es la pieza estrella y uno de los objetos más antiguos de la muestra: una guitarra anónima de cinco órdenes dobles de cuerdas, elaborada en Francia entre 1600 y 1700. Otra pieza igual de antigua es el tratado Armonie Universalle de Marin Mersenne (1636).

Del siglo XVIII se muestran un clavicordio alemán, un pianoforte de mesa de Juan del Mármol –constructor de pianos para Carlos III y Carlos IV–, un órgano positivo de John Longman de 1793 y un salterio italiano. El recorrido culmina en el XIX con las dos arpas románticas de Pierre Challiot, un órgano de cilindro, una guitarra de seis cuerdas y una celesta de Mustel idéntica a la que adquirió Tchaikovsky para crear la Danza de Azúcar para El Cascanueces. Nerea Méndez Pérez