Un Retrato de caballero atribuido a Velázquez en Abalarte
Con una salida aproximada de dos millones y medio a tres se ofrece en la cita de los días 2 y 3 de marzo
(Si quiere ver los resultados de la subasta, pulse aquí y aquí)
Abalarte vuelve a apuntarse un tanto, esta vez ofreciendo un cuadro de Diego Velázquez (1599-1660). La obra, Retrato de caballero, c. 1621/3 (O/L, 32 x 23,3 cm; lote 163) fue dada a conocer en 1924 por J. Peñuelas en su artículo «Visita a la colección de los Excmos. Sres. Vizcondes de Roda», en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (pág. 128-130), donde la atribuía, con fotografía incluída, a Velázquez, sin demasiado eco, todo hay que decirlo. “La corrección del dibujo, la jugosidad del color, la valentía del toque y, sobre todo, la vida y el carácter que ostenta, la hacen digna del pincel del gran Velázquez, a quien se atribuye”, escribió (ver).
Mucho años más tarde, Pérez Sánchez, en su “Novedades Velazqueñas», de Archivo Español de Arte (nº 288, 1999, pp. 384-386, figura 12), volvía sobre él; dejó escrito lo siguiente: “El rostro, de una profundidad de mirada absolutamente fascinante, está modelado con un rigor formal y una pincelada analítica que sólo halla paralelo en las obras juveniles del maestro, pudiéndose situar, idealmente, entre el creído retrato de Pacheco del Prado (ver) y el Góngora de Boston (ver). El modelo de la oreja, el tratamiento de las cejas y los surcos del entrecejo, así como el modo de resolver la nariz con una leve pincelada clara longitudinal, enlaza este retrato con los citados”. Y concluía taxativamente: “De la atribución a Velázquez creo que no debe haber duda” (ver).
Sobre un lienzo tipo tafetán, característico de sus años sevillanos aún y primeros madrileños, y aunque recortado y reentelado (y probablemente planchado también) posteriormente, el rostro tiene ese aire velazqueño tan característico, que rápidamente se vincula con las obras citadas. Y que la gola no es de mano del sevillano, pintada posteriormente, parece evidente. Declarado inexportable en 2004 y Bien de interés cultural (BIC) en 2007, el precio que parece que se pide oscila entre los dos millones y medio y los tres. No será fácil encontrar coleccionista que los pague, dada la prohibición de su salida del país.
Sinceramente, creo que no hay mucho más que decir; lo que toca ahora es, aprovechar la ocasión y verlo de cerca antes de su subasta porque luego será complicado volver a verlo. Y comprobar y disfrutar de su calidad -a pesar del reducido tamaño-, una vez que los especialistas del pasado –y más recientemente Carmen Garrido- hayan dejado por escrito su opinión. Veremos qué sucede finalmente.
La otra pintura importante de la licitación saldrá a pujas al día siguiente. Se trata, en mi opinión, del muy interesante y atractivo, aunque un tanto naíf Homenaje del pueblo filipino a la reina Isabel II, c. 1842-1843 (temple/L, 238 x 181 cm; 1022), que la sala atribuye al reconocido pintor filipino Juan de Arzeo (c. 1795 – c. 1865). Un conjunto de tres hombres y tres mujeres, vestidos con trajes típicos, brindan sus ofrendas a la reina niña, que lleva la banda y venera de la Orden de Isabel la Católica, con la Basílica Menor del Nazareno negro, del distrito de Quiapo de Manila –destruída en 1863-, al fondo. No es un cuadro de gran destreza técnica, pero sí posee su ingenuidad característica además de ser un magnífico registro del pasado.
La salida por 60.000 euros nos recuerda aquella otra venta en Durán, en octubre de 2015, cuando se ofreció una pareja de Retratos de la familia Azcárraga del mismo Juan Arzeo; salían al mercado por 15.000 euros el primero y más amable, firmado en 1824 (O/L, 226 x 178 cm), y por 10.000 euros el otro, de 1827 (O/L, 176 x 124 cm). Los remates de 180.000 y 110.000 euros (con comisiones e impuestos suben a un total de 353.800 euros), escribí en su momento, hablan no sólo del afán de los filipinos por hacerse con parte de su historia, sino también de la fuerza de su economía (ver). Daniel Díaz @Invertirenarte