Un legado que llega seis años después
Las 28 miniaturas donadas por Bill Jordan tras su fallecimiento llegan por fin al Museo del Prado, después de conseguir los permisos pertinentes para que estas obras pintadas sobre marfil o con marcos de carey pudieran salir de Estados Unidos. TEXTO: Fernando Rayón
El Museo del Prado posee una discreta colección de miniaturas. No incluye piezas de gran valor si exceptuamos la Mariana de Austria atribuida a Velázquez: una pequeña lámina de cobre pintada poco después de la boda de Mariana con Felipe IV, entre 1652 y 1655. Recuerda al busto inacabado del Meadows Museum de Dallas, Texas (Estados Unidos.
A este conjunto, que se ha enriquecido notablemente en los últimos años y que ya supera las 80 obras, hay que añadir desde hace una semana, 28 nuevas miniaturas legadas por el coleccionista William B. Jordan tras su fallecimiento en 2018.
La colección realizada en diversos soportes como cobre, cartón, metal o marfil, incluye obras atribuidas a Sofonisba Anguissola, Carreño de Miranda, El Greco, Sánchez Coello o Juan van der Hamen, entre otros. Los seis años transcurridos desde la donación hasta la recepción en el Prado, han tenido que ver con los permisos requeridos por la aduana estadounidense para que estas obras, pintadas sobre marfil o con marcos de carey, recibieran la autorización de salida del país.
El despacho de abogados Uría & Menéndez ha llevado estas gestiones legales mientras las miniaturas se custodiaban en el Meadows Museum de Dallas, ciudad donde residía el mecenas.
Además de estas obras, Jordan también legó al museo madrileño, un Retrato de Felipe III atribuido a Velázquez por Javier Portús; así como una Batalla de lapitas y centauros de Rafael Tegeo, pintor español entre el neoclasicismo y el romanticismo, del que el museo poseía 13 pinturas.
Las miniaturas regaladas por el historiador americano son de calidad desigual, pero incluyen algunas piezas excelentes. Desde el punto de vista cronológico, resulta muy interesante la atribuida a El Greco. Es sabido que el cretense pintaba este tipo de obras, y quizá el caballero conservado en la Hispanic Society de Nueva York sea la que más consenso ha generado. La donada al Prado resuelta muy cercana a otra femenina conservada en el Rosenbach Museum & Library de Philadelphia, pero este mundo de las miniaturas resulta otra de las lagunas por investigar del maestro.
Algo similar ocurre con la atribuida a Sofonisba Anguissola, pero el supuesto retrato de Isabel Clara Eugenia necesita una limpieza para compararla con las obras seguras que se consideran de la pintora. Siguiendo con los supuestos retratos de Isabel Clara Eugenia, la miniatura atribuida a Alonso Sánchez Coello es de lo mejor de la donación. En buen estado, conserva la viveza de mirada de la retratada y su calidad es indiscutible.
Ya en el siglo XVII dos de las obras más atractivas son los retratos de caballeros atribuidos por Jordan a Juan Van der Hamen –pieza indiscutible pintada sobre cobre– y el atribuido a Juan Carreño de Miranda. Ambos comparten todo el aire velazqueño de las efigies de época.
Y ya para acabar, dentro de las miniaturas del XIX, merece la pena destacar el retrato de la reina María Luisa de Borbón de José Delgado y Meneses. Es de gran calidad y pintado sobre marfil, quizá fue uno de los causantes de que se retrasara la llegada de esta donación. Solo esperamos que pueda verse muy pronto este conjunto este conjunto expuesto en el museo.