Un cobre inédito de Maíno en Alcalá

Juan Bautista Maíno. Adoración de los pastores. Salida y remate: 60.000 euros

Soberbia oferta de obras, fundamentalmente nacionales, para su cita de los días 16 y 17 de diciembre

Aunque Alcalá nos tenga un tanto mal acostumbrados al asombro en cada licitación, la abundante oferta de muy alta calidad de la actual lo confirma y lo supera. De entre las distintas piezas, me quedo esta vez con el pequeño óleo sobre cobre con una delicada y muy italiana Adoración de los pastores (56,4 x 44 cm; lote 809) de Juan Bautista Maíno (ver biografía), uno de los grandes pintores de nuestro barroco, poco conocido aún. Para paliar ese desconocimiento, el museo del Pardo organizó de hecho a finales de 2009 la primera monográfica del pintor (ver), aportando siete inéditos; el cobre que se ofrece ahora a pujas, por 60.000 euros, es otra nueva aportación (a la que le vendría muy bien una limpieza, por cierto), de composición cercana a la soberbia Adoración del Meadows Museum de Dallas (vendida por Caylus, ver) y, en menor medida, a las exquisitas del retablo del convento de San Pedro Mártir de Toledo (ahora en Prado, ver) y del Hermitage (ver).

Afincado en Roma en 1605, viaja a Génova, Lombardía y Nápoles; el claroscuro aprendido de Caravaggio está muy presente en esta compleja y pequeña pieza realizada al poco de regresar a nuestro país y establecerse en Toledo en 1611, aunque quizá brille más el clasicismo consumado del gran Guido Reni. Toda una oportunidad para paladares finos (tampoco sería extraño si lo comprase el Estado); como dato, Magdalena penitente en el desierto (O/L, 117,5 x 89 cm) se vendió en Christie’s Londres en julio de 1999 por 166,500 GBP (253.055 euros, premium incl.), lejos de la estimación de 40,000 a 60,000 GBP. Por cierto, de apenas cincuenta años después, es la Inmaculada (O/L, 145,5 x 107 cm; 203) de José Antolínez, por unos escasos 12.000 euros que deberían subir.

Si retrocedemos al siglo XVI, hay tres piezas notables. La primera, una bella Presentación del Niño en el templo (O/L, 43,5 x 60,5 cm; 206) de Escuela aragonesa, hacia 1520/30, por 6.000 euros. La segunda, una delicada tabla de Virgen con el Niño (44 x 34,5 cm; 207) de Andrés López y Antonio Vega -los dos principales representantes del primer Renacimiento en Segovia, con influencia flamenca de cierto goticismo tardío unido a la herencia de Ghirlandaio-, por 20.000 euros (su menor San José a la salida del templo (O/T, 86 x 56 cm) no se vendió en Balclis en diciembre de 2011 por 12.000 euros). Y la tercera, una brillante escena de Descanso en la huida a Egipto (O/T transferido a L, 100 x 75 cm; 828) del círculo de Gossaert, por 50.000 euros; con evidentes ecos de Rafael y doble lectura hacia motivos paganos, la mano de Pieter Coecke parece advertirse en la tabla, al decir de la casa.

Los siglos XVIII y XIX nos ofrecen también importantes lienzos. De Francisco Bayeu, La vocación de san Pedro, c. 1771 (O/L, 59,5 x 32,5 cm; 226), primer boceto para una de las pechinas de la cúpula de la colegiata de La Granja (destruida), pintada por Bayeu en 1771, por 12.000 euros. Composiciones prácticamente idénticas se vendieron, por cierto, en Goya en noviembre de 2013: El bautismo de Cristo y La creación de Adán (O/L, 59 x 32 cm c/u) por 4.250 euros y 6.000 euros, respectivamente. De Zacarías González Velázquez, un asombroso lienzo con Cleopatra muerta, c. 1810 (44 x 33 cm; 778) -que podría ser el mismo que aparece en el inventario de 1834 realizado a la muerte del pintor-, por 6.000 euros. De Federico de Madrazo, otra pieza soberbia: Retrato ecuestre del Duque de Osuna, 1836 (O/L, 101,5 x 81,5 cm; 237), copia para el duque del original pintado para Mariano Roca de Togores y Carrasco, Marqués de Molins; 60.000 euros. Y de Eugenio Lucas Velázquez, Invierno (Paisaje nevado), 1852 (O/L, 143 x 204 cm; 236), un impresionante trabajo, de los mejores de su mano, por 25.000 euros.

En el comienzo del siglo XX, no podemos olvidarnos de Joaquín Sorolla ni de Ignacio Zuloaga. Del valenciano, La ría de Villagarcía de Arosa, 1915 (O/L, 38 x 45,5 cm; 269) por unos aparentemente muy altos 250.000 euros, y una bellísima acuarela -un tanto goyesca en el uso de la luz-, mucho más asequible: Pescadores valencianos, c. 1895 (35,8 x 50,7 cm; 267), en clara relación con el lienzo ¡Aún dicen que el pescado es caro!, por 16.000 euros, que deberá subir (en su trasera, otra acuarela con un curioso retrato de Clotilde, su mujer, vestida al modo japonés). Del vasco, Retrato de Titta-Rufo, 1930 (O/L, 130 x 97 cm; 268), el célebre barítono caracterizado en este caso como Fígaro en El barbero de Sevilla, de Rosini; 60.000 euros será su salida. Piezas notables de autores sobresalientes. Pero una obra sobresaliente es, sin duda, Los pieles rojas (O/L, 200 x 216 cm; 263) del bastante menos reconocido hoy día, Eduardo Chicharro. Expuesta en la Bienal de Venecia de 1934, es el cuadro que pinta tras su reconocidísimo Las tentaciones de Buda de la Academia de San Fernando, con un magnífico estudio de color, y de su significado, y de contrastes lumínicos; se piden 75.000 euros.

Y acabamos con dos obras más, del pleno siglo XX. Un lienzo tardío, pero que resume con grandísima calidad la carrera de Rafael Zabaleta: Purullena (Campesinos de los montes de Granada), 1958 (O/L, 130 x 97 cm; 310) por 60.000 euros; no en vano ha estado expuesto en cinco exposiciones, aparece en siete publicaciones, y estuvo en la prestigiosa colección del Banco Urquijo… Y de Fernando Zóbel, Chopo, 1975 (O/L, 60 x 60 cm; 895), uno de los primeros trabajos de la serie Blanca, por 30.000 euros, que también subirá. Apenas hemos comentado una parte mínima de la soberbia oferta de esta cita. Vean la exposición (o el catálogo) con detalle, disfruten, y busquen su compra. Daniel Díaz @Invertirenarte