Un Barceló de 1990 por 82.000 euros en Segre

Un Barceló de 1990 por 82.000 euros en Segre

En su cita del 27 de octubre, además de dos lienzos atribuidos a del Castillo, la casa madrileña ofrece óleos de gran tamaño de Benjamín Palencia y Juan Uslé, y dos pequeños de Laffón y Hirst

Para ver un lienzo vendido en nuestro país de Miquel Barceló (1957), nuestro artista internacional bestseller, hay que retroceder nada menos que a abril de 2013, cuando Ansorena remató por 80.000 euros su Cítricos, 1998 (Tm/L, 65 x 85 cm), que si no recuerdo mal procedía de la galería Daniel Cardani. Ha pasado tiempo desde entonces, y los coleccionistas de Barceló han debido acudir mientras tanto al mercado anglosajón o francés, fundamentalmente.

Su cotización, que nadie se llame a engaño, ha bajado ligeramente. Nos lo dice a las claras la compra en febrero de 2014 de Cap i potes (Head and Legs), 1991 (Tm/L, 130 x 195 cm) en Christie’s Londres por 410,500 GBP (500.522 euros, premium incl.), lejos de su estimación de 180,000 a 220,000 GBP, y su venta como Cap I pota amb ratlle vermella (Head and leg with red line) apenas un año más tarde, en febrero pasado y en la misma sala, por 146,500 GBP (197.643 euros, premium incl.), por debajo de la estimación de 140,000 a 180,000GBP. Lo importante no es que se haya comprado y vendido a un precio determinado –y es obvio que su compra fue muy excesiva-, sino la bajada en la estimación que daba la misma sala un año después.

Lo dicho sirve para valorar más la pieza que ofrece Segre, pues su Semences du Paysagge nº 8 (Tm/L, 46 x 55 cm; lote 156), fechado el 23 de abril de 1990, se ofrece por 82.000 euros. Tras la época de los paisajes africanos, hacia 1990 comienza su afamada y buscada serie de toros y plazas de toros… La presente, con etiqueta de la galería Bruno Bischofberger de Zúrich, está más en la línea de sus pasados paisajes, ya trillados y conocidos, con unos tonos de azul y blanco coherentes, y sus típicos trazos en negro que sugieren las formas, el volumen, pero sin la habitual calidad que deja atónito al coleccionista.

Casi de la misma generación es Juan Uslé (1954), de quien sale a pujas por unos muy atractivos 18.000 euros su sutil y exquisito Saki, 1990 (198 x 132 cm; 159), expuesto en la galería de Soledad Lorenzo en Madrid y en Basilea (y comprado por 15.000 euros en diciembre de 2006 en esta misma sala). Una verdadera oportunidad dada su calidad, con la obvia dificultad del tamaño, y que no es la imagen que todos tenemos de Uslé; sin embargo, hay que recordar, en este sentido, los 14.000 euros pagados en Segre en mayo de 2009 por su atractivo pero más icónico Kusaikinda 2, 1990 (40,5 x 55,5 cm)…

Cercano a estos planteamientos sutiles, veo la pequeña tabla de la sevillana Carmen Laffón, El pozo, 1976 (O/T, 27 x 35 cm; 133); el pretil del pozo, de hecho, parece titilar entre la arborescente maleza florecida, en perfecta sinfonía de verdes y azules. Con etiqueta de Juana Mordó, se piden sólo 6.000 euros por lo que no sería extraño en absoluto que subiese algunas pujas; dada su belleza, casi me atrevo a decir que debería subir.

Ligeramente anterior, de 1969, es El huevo de Pascua (pintura sobre cartón piedra, 105 x 70 x 45 cm; ed. 50; 151) de Equipo Crónica, que se ofrece por 14.000 euros. Aunque no debería subir tanto, la versión que se presentaba en Fernando Durán en julio de 2013 se remató por 22.500 euros, mientras que la de Segre de mayo de 2012 –a medio camino entre el Guernica y Lichtenstein- se disparó a los 36.000 euros…

En una vertiente muy diferente se sitúa el lienzo Voyeur, 1965 (O/L, 108 x 106 cm; 143) de Juan Barjola; esas formas humanas como deshechas hablan precisamente de lo recóndito, de lo secreto, de la intimidad expuesta como simple carne, en tonos apagados y que respiran tristeza por cada uno de sus costados. Los 8.500 euros que marcarán el inicio de las pujas no deberían ser obstáculo para su compra por mucho que sea una pieza relativamente temprana en su producción.

Muy poco antes, en 1953, Benjamín Palencia pintó con otros planteamientos el pueblo de Villafranca de la Sierra (O/L, 71 x 90 cm). Ya no estamos ante su visión en tonos pardos y su gama de grises y verdes típica de su producción de los años cuarenta, tras la guerra civil; su paleta ha evolucionado, su dibujo ha disminuido en beneficio de un colorido que se dispara a tonos amarillos, rosas y verdes intensos. 35.000 euros se piden por él.

Del siglo XIX, destaco la gran acuarela de Genaro Pérez Villaamil con el Crucero de la catedral de Burgos (38 x 31 cm; 17) por 3.800 euros, ajustados ya; de hecho, fue uno de los dibujos realizados para la España artística y monumental.

Brevemente ya, en pintura antigua sobresalen las cuatro puertas laterales de un tríptico (Andrés, Santiago, la Virgen y su prima Isabel; 143 x 39,5 cm c/u; 19) de Johannes Hoesacker, al decir de Didier Martens. Pintor de Brabante de principios del siglo XV, es conocido su tríptico del Museo Provincial de Ávila y un Bautismo de Cristo en la colección del marqués de Casa-Torres; las tablas respiran calidad por lo que los 30.000 euros son una salida más que razonable. Y, como atribuidos a Antonio del Castillo -aunque Benito Navarrete las considera obras de un seguidor-, dos grandes lienzos de interés notable: Mártires de Córdoba (O/L, 138 x 210 cm; 20) y Martirio de San Andrés (O/L, 166 x 208 cm; 21), por 25.000 euros cada uno.

No dejen pasar la pintura sobre papel de un típico, aunque no muy cuidado Spin (Ø 32 cm; 179) de Damien Hirst; firmado por detrás y con sello del taller, por unos escasos 2.000 euros. Y otra oportunidad, aunque menor: el papel de Antón Patiño por 420 euros. Daniel Díaz @Invertirenarte