Todas las dudas sobre el Klimt de 50 millones que sale a subasta

Todas las dudas sobre el Klimt de 50 millones que sale a subasta

Retrato de la señorita Lieser es una pintura tardía del autor llena de interrogantes que acaba de aparecer en una colección particular vienesa, tras permanecer más de un siglo perdida. No se sabe a ciencia cierta si representa a la hija o la sobrina del magnate judío Adolf Lieser ni si fue objeto del expolio nazi, solo que el próximo 24 de abril saldrá a la venta en la casa de subastas Im Kinsky gracias a un acuerdo entre sus propietarios y los herederos de la familia que encargó el cuadro.  

Todo en torno a esta pintura es un misterio. Su ubicación desde 1925 hasta 1960, la identidad de la joven retratada y su posible –o no– confiscación nazi. El caso es que Retrato de la señorita Lieser ha permanecido en paradero desconocido durante más de un siglo, hasta ahora. La semana pasada Im Kinsky anunció que ese retrato perdido de Gustave Klimt había aparecido en una colección particular vienesa y que se ofrecería en una subasta especial que tendrá lugar en abril.

Gustave Klimt. Retrato de la señorita Lieser. 1917. Óleo sobre lienzo. Imagen cortesía de Im Kinsky.

La casa lanzó incluso una nota de prensa para presentar por todo lo alto este lote único y prácticamente inédito, pues hasta ahora solo se conocía a través de una fotografía en blanco y negro de 1925 y varias alusiones en los sucesivos catálogos razonados del autor.

Conscientes de la relevancia del descubrimiento, los subastadores han preparado una cuidada campaña de marketing para mostrar el lienzo en varias ciudades, en busca de posibles museos o coleccionistas particulares interesados. De modo que la pintura –que no ha viajado en las últimas seis décadas– va a iniciar una gira mundial apoyada por LGT Bank que le llevará por varias filiales del banco en Suiza, Alemania, Inglaterra e incluso Hong Kong, antes de regresar a Viena.

El retrato fue pintado por Klimt en 1917, meses antes de su muerte. Parece que la modelo acudió hasta nueve veces al taller del artista y que se realizaron al menos 25 estudios preliminares antes de acometer la figura final de tres cuartos que mira de frente al espectador.

Cuenta con una estimación de 50 millones de euros, pero seguro que más de uno tiene en mente el remate que el año pasado alcanzó Mujer con abanico la obra más cara adjudicada en una subasta europea. Pero claro, Im Kinsky no es Sotheby’s. En cambio, posee un aliciente único: es una casa con amplia experiencia en el tratamiento de casos de arte saqueado.

No deberíamos pasar por alto que el lote va a ser subastado en nombre de los actuales propietarios junto con los sucesores legales de Adolf y Justus Lieser, porque no es un detalle anecdótico. Como tampoco lo es el hecho de que cuente con el certificado de The Art Loss Register (y el permiso de exportación que le permite salir al extranjero). Todo ello parece querer sembrar la duda de un posible expolio nazi, aunque la casa de subastas no tiene constancia de ello.

La razón de titular la pintura con un genérico “señorita Lieser” se debe a la falta de certeza con respecto a la modelo. En el catálogo razonado de Frizt Novotny y Johannes Dobai publicado en 1976 ya aparece la obra mencionada sin identificar al personaje, solo el apellido. Más recientemente, Weidinger (2007) y Natter (2012) apostaron por Margarethe Constance, hija de Adolf Lieser.

Ahora la casa de subastas plantea la posibilidad de que se trate de una de sus sobrinas, fruto del matrimonio de su hermano con Henriette –apodada Lilly– (quien sí fue despojada de sus propiedades antes de acabar en un campo de concentración). Para ello se basa en una imagen en blanco y negro tomada en 1925, cuya ficha de inventario especifica una dirección de Viena que se corresponde con la casa donde vivió Lilly.

¿Cuál de los hermanos Lieser encargó la obra? ¿Quién es la retratada? ¿Qué pasó después de que el cuadro participase en la exposición de la Neue Galerie de Viena en 1925, y antes de llegar a la actual familia en los años sesenta? Muchas dudas y pocas certezas rodean este retrato perdido de Klimt. Sol G. Moreno