Si nadie duda de que el siglo XX fue el más sangriento de la historia conocida, la sociedad que heredó esas tensiones y esos conflictos quedó totalmente desgarrada. Ese mundo interior, insatisfecho y doliente, quedó perfectamente reflejado de una forma figurativa por Francis Bacon, con unos personajes que se retuercen, giran y se encuentran vacíos en el espacio circundante, y de forma casi abstracta por Lucio Fontana, con sus preciosos lienzos, inmaculados, limpios y atractivos al exterior, pero rasgados una y otra vez, u horadados en múltiples heridas, en su interior.
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