El lienzo pintado por Francisco de Goya estaba en buen estado pero ha pasado por el taller del Prado para fijar la capa pictórica, deshacerse de los barnices amarillentos y recuperar su profundidad, esencia y riqueza cromática. Es el “broche de plata” [por los tonos del cuadro] de la restauradora Elisa Mora, tras 38 años en la pinacoteca recuperando la originalidad de centenares de obras.