Presente en España desde el siglo XVII, la pintura, réplica del original rafaelesco de los Museos Vaticanos, es una de las obras más relevantes y de mayor tamaño que conserva la pinacoteca. Pintada entre 1520-1528, estuvo en Nápoles hasta que en el siglo XVII recaló a nuestro país gracias al coleccionismo de los duques de Medina de las Torres. En el siglo XIX ingresó en el Prado, momento en el que se restauró según los criterios de la época. Ahora se ha acometido una profunda y compleja intervención –incluido el marco– que le ha devuelto su aspecto original. Puede admirarse en la sala 49 de la pinacoteca.
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