Por primera vez, la Cátedra del Museo del Prado no tiene nombre propio (ni único). Y por primera vez, también, las conferencias no se desarrollarán en una sala de estudio sino en los talleres de restauración. De modo que los libros y catálogos cederán el protagonismo a los pigmentos, radiografías y reflectografías, materiales con los que habitualmente trabajan los restauradores.