Stop-Motion, la animación que ya existía en el siglo XIX
El Rijksmuseum ha detenido el tiempo en sus salas con la exposición Stop-Motion, que explora la historia del movimiento dentro de la fotografía. Un viaje al siglo XIX que tiene como guías a los fotógrafos Eadweard Muybridge y Étienne-Jules Marey, y que se podrá visitar hasta el próximo 1 de septiembre.
Esta historia comienza como muchas de Agatha Christie: con un misterio por resolver. En 1872, el fotógrafo británico-estadounidense Eadweard Muybridge quería dar respuesta a una pregunta que hasta entonces nadie sabía contestar: ¿Se levantan del suelo al mismo tiempo los cuatro cascos de un caballo al galope?
Para salir de dudas, Muybridge dispuso 12 cámaras a lo largo de seis metros de longitud –una distancia parecida a la zancada de un caballo al galope– y las configuró para que dispararan con una diferencia de una milésima de segundo. El experimento dio como resultado una de las series más conocidas de la fotografía, El caballo en movimiento.
El museo holandés recupera ahora una veintena de aquellas fotografías en la exposición Stop-Motion, La fotografía de Muybridge y Marey Proceden de colección Rijksacademie y ponen de manifiesto el verdadero descubrimiento de la cámara: ir más allá de lo que el ojo humano puede observar.
La muestra se completa con varios dibujos y grabados de caballos al galope, algunos retratados correctamente y otros incorrectamente, que revelan cómo los artistas no siempre representaron el movimiento de la manera más fiel. Este trabajo experimental del fotógrafo ingles se amplió posteriormente con un megaproyecto que comprende la escalofriante cifra de 28.000 tomas de humanos y animales en movimiento. Los resultados de este trabajo se publicaron en Animal Locomotion, un libro de hojas sueltas que incluye imágenes de animales salvajes, domésticos y sujetos humanos que realizan una amplia variedad de acciones (desde caminar y subir escaleras hasta saltar un pajar, recoger un pañuelo o llevar un cubo).
Otro autor que también dedicó su vida al estudio del movimiento fue Étienne-Jules Marey. En 2020, el Rijksmuseum adquirió 30 negativos de vidrio, en los que se muestran actividades deportivas como el salto de altura, de vallas, esgrima, salto de cajón o fútbol. Jules Marey era médico de profesión, por lo que estos trabajos no solo tienen un interés documental sino también un componente científico.
El fisiólogo sintió verdadera fascinación por estudiar la naturaleza del sistema circulatorio y la presión sanguínea, así como la pulsión de los músculos y los órganos internos, que retrató con verdadera meticulosidad en su ensayo El movimiento de las funciones vitales. De hecho, se le considera como el autor de referencia dentro de la fotografía deportiva en movimiento, poseedor de uno de los conjuntos de instantáneas de este tipo más antiguas del mundo.
Puede que hoy en día ver tomas a cámara rápida de un atleta ya no llame la atención a nadie, pero hace más de un siglo observar la trayectoria que dibujaba en el aire un florete de esgrima era casi como ver magia. Con esos ojos debemos observar las obras ahora presentes en la exposición.
El recorrido explora también cómo la fotografía en movimiento fue precursora del cinematógrafo. Porque si se visualizan las imágenes de Muybridge en secuencia se crea la ilusión de fotogramas fluidos para el cerebro humano, tal y como ocurre con el cine, ¡cuando este ni siquiera se había inventado!
En una de sus salas se plantea incluso el interrogante: ¿son fotografías o filmaciones? Como ejemplo, muestran al público una serie de instantáneas tomadas por el inventor francés Georges Demenÿ en 1891. En las 24 imágenes, se captó a sí mismo –o quizás filmó– pronunciando las palabras “Je vous aime” (Te quiero, en francés). Una secuencia de apenas dos segundos, que tenía como objetivo enseñar a leer los labios a personas con déficit auditivo.
Podemos decir que en Stop-Motion nos encontramos con una muestra muy transversal, que no solo enseña la revolución fotográfica, sino también un cambio de paradigma en la ciencia y el arte. Y, sin duda, un adelanto de lo que sería posteriormente el cine. Tras estos descubrimientos, los científicos y artistas podían retratar aquello que hasta entonces habían tenido que intuir, porque el ojo humano no alcanzaba a verlo todo. Nerea Méndez Pérez