Sandra Gamarra Heshiki: «Descolonización no es solo hablar de restitución«
Es la seleccionada para representar a España en el pabellón de la 60º edición de la Bienal de Venecia, que tendrá lugar del 20 de abril al 24 de noviembre. No es la primera vez que Sandra Gamarra Heshiki participa en esta cita, pues la artista nacida en Lima ya estuvo presente en 2009. Ahora, da a conocer su nuevo proyecto Pinacoteca Migrante, resultado de una investigación de más de 15 años.
Sandra Gamarra Heshiki es una creadora conocida por sus trabajos relativos a la raza, el género y los relatos mestizos, cuya obra está cargada de mensaje social. Agitó conciencias en Alcalá 31 hace más de dos años y ahora promete hacer lo mismo en el pabellón español de La Bienal de Venecia, a la que regresa después de 15 años.
- ¿Cómo se enfrenta a este nuevo reto?
- Para mí es muy grato. Siento que mi trabajo manifiesta algo con lo que mucha gente se puede sentir aludida. La primera vez que participé en la Bienal fue en representación de Perú en el pabellón italoamericano, que estaba destinado a los países sin espacio propio y se trató de una presentación muy pequeñita, de un solo cuadro. Aquella obra fue terminada in situ y rompía la temporalidad del resto de piezas; de alguna manera ahora pasa los mismo.
- ¿Y en qué consiste el proyecto?
- Es el resultado de una investigación que comenzó hace 15 años y el colofón de todo ese proceso. Utilizo imágenes cargadas de pasado para pensar cómo las estructuras que las han creado se han mantenido. Creo que el pabellón habla de que la historia son eslabones y de cómo hay algunos que se han perdido, de manera que ahora parecen hechos aislados. He tratado de hacer un esfuerzo por crear una narración continua.
- ¿Cómo ha vertebrado la exposición dentro del pabellón?
- En total son seis salas que forman una única instalación. En la pintura hay géneros que se mantienen siempre: los retratos, los paisajes y los bodegones. Acompañando a estos géneros hay dos gabinetes que dialogan entre lo que es puramente artístico y lo científico. Además, el espacio español cuenta con un patio central que se puede entender como un jardín de culturas que remiten a otras comunidades originarias. Todo lo que va a poder verse es obra nueva inspirada en bodegones de Zurbarán, pinturas mexicanas de castas, paisajes de Frans Hals, objetos precolombinos o retratos de expediciones.
- ¿Cómo surge el título de Pinacoteca migrante?
- Lo de pinacoteca estaba claro, soy pintora. Y mientras estábamos en la conferencia se me ha ocurrido que en realidad debería haberse llamado (Una) Pinacoteca migrante, entre paréntesis, porque es una de tantas. Precisamente porque hay varias formas de mirar la pintura. Parece que es un camino hecho, que hemos pasado de poner las manos en las cuevas de Altamira a terminar en el MoMA, pero ese no es el único recorrido.
- Dice que la idea de igualdad como progreso supone el olvido o desaparición de muchas culturas…
- Siempre he pensado que lo que faltan son cartelas. A veces los museos, justamente porque tenemos esa pretensión de que el arte es un producto precioso, buscan cierta pureza. Entonces se pierde todo el contexto. Por eso digo que a veces faltan cartelas, no solamente para explicar quién es y qué dice, sino cómo llegó, cómo se mantiene y de qué depende su obra. Crecí en Perú con esa fe de que mi país era como era, porque no había una igualdad en la cultura. Y llegué a España con 27 años para percatarme de que esa forma homogénea de vivir depende de que haya otras culturas que no lo sean. Creo que esos son los eslabones que se pierden y desaparecen.
- Pero usted se considera una artista occidental, ¿no es así?
- Yo crecí en Lima, una ciudad occidental, lo que pasa es que está atravesada por diferentes culturas. De hecho, mi madre es japonesa. Hasta los 12 años vivía con dos culturas en paralelo, sensibilidades que iban a la par y a veces contrapuestas. Para mí era de lo más natural. Lo que ocurre es que al no decirlo, parece como si hubiese una sola cultura. Tengo que decir que soy artista occidental, porque si solo me considerara artista, es como si solo existiese un tipo de creador.
- Los museos europeos están tratando de superar el marco colonial en sus colecciones. ¿Cómo cree que debería llevarse a cabo ese proceso?
- Son muchos casos y cada uno tendrá su propio desenlace. Dependerá de si hay comunidades en la propia ciudad, si hay relaciones con los países de origen o si existen comunidades a quien devolver las piezas. La descolonización no es solamente hablar de restitución, que es con lo que la gente se queda. Hace poco escuchaba a unas mujeres bolivianas decir que estaban encantadas de que las obras estuvieran en los museos. Claro, son mujeres de comunidades muy pequeñas, que no tendrían acceso a las ciudades de origen, pero sí en museos más grandes porque están en Internet, por ejemplo. Entonces, hay muchas formas de hacerlo; cada comunidad y cada museo tendrá que buscar su propio proceso.
- ¿Hay algún artista en concreto cuya obra deberíamos recuperar o plantear una nueva lectura?
- Creo que es un ejercicio súper bonito, no ya pensar en un autor específico, sino en un tipo de arte. Por ejemplo, hacer una convergencia entre el Museo de América en el Prado y al contrario, el Prado en el de América. Considero que hay una cantidad de conocimiento y de texturas que están allí alisadas; sería bueno aportar algo de luz en este sentido, porque si abordamos como naturales cuestiones que se vienen repitiendo en el tiempo vamos a estar sensibilizados también a nuestra propia degradación.